Revista Literatura
Volver, volver, volver. Andrés Calamaro volvió a subirse a un escenario, tras un tiempo de turbulencias y limpiezas, en una serie de conciertos que llevaron por nombre El regreso, y que posteriormente sirvió para titular un disco en directo. Héroes del Silencio también regresaron, por un tiempo, ofrecieron diez multitudinarios conciertos en diferentes puntos del planeta. Los Rollings Stones, Sex Pistols, Depeche Mode o Blur, me temo que Oasis no, todos las grandes bandas del rock se conceden y nos conceden una segunda oportunidad, por los más diferentes motivos. Y ahora regresan, a partir de enero los podremos volver a ver sobre un escenario, los granadinos 091, casi dos décadas después de su último concierto. El lunes pasado pusieron a la venta las entradas de sus dos primeras citas y en apenas media hora se agotaron. Es tal el interés suscitado que la productora está buscando nuevas fechas y espacios para satisfacer la demanda. Somos muchos los que no queremos perdernos este regreso. Por cierto, se trata de una productora andaluza, afincada en Córdoba desde ya algunos años, Riff Producciones.Una empresa plenamente asentada que ha propiciado que buena parte de los artistas y bandas más interesantes de la escena musical visiten Andalucía, también Córdoba, con bastante frecuencia. Una empresa cultural, como tantas otras, por la que hay que apostar, desde el convencimiento de que la cultura necesita de una industria y de profesionales cualificados que la sustenten, y apostar por ellas es, en definitiva, apostar por nosotros mismos, por el acceso a la cultura. Las necesitamos, activas y sanas, productivas. Dicho esto, marquemos de nuevo el 091, pero no para llamar a la Policía, si no para reclamar la presencia de una de las grandes bandas de rock que ha tenido, y conjuguemos el presente durante el 2016 al menos, este país, 091. Tendemos a ser especialmente románticos y excesivamente generosos con la música de los ochenta y sus intérpretes, instalados con frecuencia en esa efervescencia juvenil que aún pulula en nuestro interior, sacando los codos entre las canas y las arrugas. En la mayoría de los casos, no fueron tan buenos como los recordamos, pero es que lo normal es que no lo fueran. Vivíamos en un país sin tradición musical, alejado del resto del mundo, el rock o el pop, ya no hablemos del punk... sigue leyendo en El Día de Córdoba