El siglo pasado, por su habilidad de ocultar las sombras de lo importante siempre habrá de sorprenderme, y he ahí donde entro en crisis… verdaderamente los trasgos genéticos tienen relación con la forma en que algunos ven la poesía: como si para ser poeta tuviese una que ir a una academia profesional de las antiguas que sacaban secretariado ejecutivo profesional como consuelo al mal de muchas; eso comencé a notar al leer la obra de dos respetables académicos nacionales: ejemplos muy claros de que no todo lo que brilla bajo el sol es oro, y que para llegar al oro primero hay que pasar por todos sus venenos…
El amor no tiene por qué impulsarnos a hacer cosas nuevas, porque solo es un demonio de ojos rojos, dice Dell en La Cofradía Cimarrona, pero ¿y quién dice que los demonios no tienen una capacidad subliminal de pensamiento enajenante y si enamoraran quien que no son capaces de racionalizar lo que les ocurre?
La vieja generación de escritoras y poetas costarricenses perteneciente a los años treinta sufrió un proceso demoniaco parecido; con excepción de una (la de siempre seria Julieta Dobles) o dos, referencias son poco conocidas autoras como Sol Argüello:
Yo soy la que te cuida
--la que te amo--
la que zurce tus calcetines
--y leo lo que escribes--.
Soy yo la que pasea
sus ojos por tu cara:
la que voy ganando
los minutos a mi muerte
contando una a una mis pestañas.
Yo soy la que a tu lado camina
el camino de ida y el de regreso;
la que acomoda las sábanas
para que no arruguen tu espalda.
Yo soy la playa que viaja en tu marea
hacia el crepúsculo incoloro.
Yo soy la almohada
para tu ausencia,
y la ausencia.
Yo, la que nunca.
La que siempre. /Tomada de LA POESÍA EN COSATA RICA, de Manuel Segura Méndez.
Otra que hasta 1976, con Amor, poesía, anteriormente Heraclito o el Hombre eterno, 1957, Sinfonia femenina, 1954 y Sinfonia Lírica, 1949, era una voz que tenia mucho que decir era Fresia Brenes, quién con pausada elegancia escribió:
Soy pantera salvaje
¡y como pantera te haré mío!
Despierta mármol frío.
Me destrozan las uñas del deseo
y duermes impávido--
soy pantera salvaje y te haré mío--.
Cuando quieras tú mi amor,
¡soy yo ricos pétalos de flor!
Pero cuando llama mi deseo a tu puerta
olvidas que soy pantera salvaje
¡y que te haré mío!
¿…?
¿Qué tiene que yo ansíe mirarme en tus ojos,
serena, largamente… hasta hartarme de amar?
¿Hasta sorber tu alma entera, y ni una gota dejarte,
porque entera la quiero tener yo?
¡oh dulce dueño mío,
Que alientas mi vivir!
pero ¡ay! que ni una gota dentro de ti queda,
corre un peligro: pueda
que esa gota al reclamo de otra dueña responda.
permite que te mire sin fin… hasta morir… Cantos de Eosina, 1928, su única publicación…
Para La Coleccionista de Espejos:
Anne M. KM