Siempre hay flores para quien desea verlas.
Con esta frase, y el siguiente vídeo, arrancamos. Un post para pararnos y pensar. Una oda a lo que hay más allá de lo que vemos, las pequeñas cosas que ocurren en lo cotidiano que encierran mucha, mucha magia. Esos momentos sencillos llenos de emoción, asombro y energía que solo los niños, desde su ternura, nos brindan día a día... ¡y a veces se nos escapan! ¿O quizá no los valoramos lo suficiente?Pero, ¿cómo observan los niños el mundo que le rodea?, me pregunto. Y la respuesta que obtengo es contundente: lo observan con ilusión y con el sentimiento de que todo lo que captan es maravilloso, de ahí que deseen explorarlo.
Y ahora...
¿cómo observas tú, como maestro, el mundo que te rodea en la escuela?¿lo que sucede en tu aula?¿los actos cotidianos de tus alumnos?¿lo observas con una mirada ilusionada?¿con unos ojos que buscan magia y se dejan sorprender?
Es inmensa la felicidad contenida en los momentos que reúne el vídeo. ¡Y son momentos que puedes crear y vivir tú con tus pequeños!La relación que establece con la pintura es especial, única, fantástica. No es solo pintura, es algo más. Es ternura, es pasión por descubrir, por mezclar, por experimentar y manipular, por vivir y sentir cualquier acto que realiza pero desde la calma y la armonía consigo mismo.Y es aquí cuando recuerdo ese precioso poema de Rodari que todos seguro conocemos. Entonces no me queda otra que invitarles a, no solo tener orejas verdes, sino también una mirada verde que nos sirva para ver cosas que los adultos nunca se paran a apreciar.Se trata de percibir la maravilla y la felicidad oculta en los actos cotidianos que vivencian juntos en el día a día. Una simple acción se puede volver mágica, especial... ¡todo depende cómo la mires, profe!En todas las aulas hay flores hermosas si realmente deseas verlas.Solo hay que pararse a observar y creer en la belleza de la infancia.