Por poner un ejemplo… Un piso medianamente decente para una familia de tres miembros (no digo ya de cuatro), está en mi zona (obrera) por unos 800 euros. Hoy me han enviado una lista de demandas de empleo. En la que pagaban más ofrecían 900 euros por 12 pagas. Tengo una prueba urgente en mi CAP para dentro de tres meses. Me pregunto si llegaré viva a ella. En mi escuela pública los lavabos son un nido de gérmenes. Hace años que estamos pidiendo que los reformen. Que pongan vestuarios. Un gimnasio en condiciones. Mientras tanto, mis impuestos sirven para pagar las subvenciones a las escuelas concertadas, sí, aquellas que no admiten a niños extranjeros y separan por sexos. Y salís a la calle. Ahora sí. Antes no. Como si esto fuera un puñetero partido Madrid-Barça. Y me decís que tengo que apoyar al Govern. Ésta sí que es buena. Yo me pregunto, ¿qué ha hecho el Govern por mí? Me dio comida cuando estaba hambrienta? Piso cuando estaba en la calle? Una beca de estudios cuando quise formarme, a pesar de haber finalizado mis anteriores con Sobresaliente y no tener un puto euro, y no por falta de deslomarme como una mula? Hay fosas sin nombre por todo el territorio español. Accidentes de trenes sospechosos. ¿Quién se acuerda de los niños robados? A veces pienso que ni ellos mismos. Entonces tampoco salisteis a la calles. Cuando nos quitaron el pan de la boca y el techo sobre las cabezas. Ahora ya nos hemos acostumbrado a (mal)vivir a la intemperie. Queréis que tome partido. Yo ya lo tomé hace tiempo. Mi partido es el de los desfavorecidos, el de los que no están en posición de defenderse sin algo de ayuda. Las banderas me la pelan. Tengo mi corazoncito y mis sentimientos, y tal vez me sienta de un lugar más que de otro, pero no dejo que eso nuble mi entendimiento. Pero vosotros decís que soy fascista. Sí, me lo habéis dicho. A mí y a los que son como yo. Decís que tengo que ayudaros, o seré mala. Pero nunca me habéis preguntado qué ayuda necesito yo. África empieza en el Ebro, dijisteis. Ergo: los africanos son seres de segunda categoría. Ergo: los españoles también. Todo muy democrático y muy solidario. Pero ayúdanos, decís. Ayúdanos, ciudadana de segunda categoría. No creemos que tus orígenes sean de calidad, pero ayúdanos igualmente, por haberte dado la oportunidad de vivir aquí. Os queréis ir. Me parece muy bien. Nadie puede obligar a nadie a estar donde no quiere estar ni a no manifestarlo. No es justo (óyeme, Rajoy) ni inteligente (óyeme, Rajoy… ¿o tal vez ya me habías oído?). Pero hay maneras de irse y maneras de irse. Yo puedo dejarte porque no nos entendemos. No me siento bien a tu lado. No creo que tengamos nada en común. No siento el vínculo. O puedo dejarte porque eres un mierda. No me llegas a la suela de los zapatos. Eres de una raza inferior. Yo soy mucho mejor que tú. Anda, ábreme la puerta y pon el coche a mi nombre. Y me decís que hay que apoyar al Govern. Y salís a la calle. Ya no hay paro, hambre, injusticias. Ya no hay muertos ni presos políticos que no sean por ideas similares a las vuestras. Ahora sí salís a la calle, como si esto fuera un puñetero partido Barça-Madrid. Antes no. Antes, cuando os llamé con angustia, no. ¿Dónde estabais entonces cuando tanto os necesité? Siempre me ha enfadado mucho la injusticia, la desigualdad, el racismo. Pero hay algo que me enfada sobremanera: la estupidez. Y ahora estoy muy, pero que muy, enfadada. Anuncios