Revista América Latina

10 apuntes sobre una “democracia” loca (análisis especial)

Publicado el 09 noviembre 2016 por Jmartoranoster
Diego Sequera Esta última entrega del especial de Misión Verdad sobre las elecciones estadounidenses saldrá al ruedo en simultáneo con el momento en el que el electorado -se supone- decide por una de las dos opciones presidenciales. Por lo tanto ignora el desenlace final y así usted lo lea después de saber los resultados, todo lo dicho más abajo no tuvo ese elemento definitorio del futuro inmediato, tanto de los Estados Unidos como del resto del planeta. Noviembre 8 de 2016, 7:12 pm 10 apuntes sobre una “democracia” loca (análisis especial)
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El Donald representa (…) al hombre bomba suicida dentro de todos nosotros. Y votar por él, entre otras cosas, será un acto de nihilismo, un ánimo que cuadra bien con el declive imperial. Tom Engelhardt

1. Estados Unidos en la “Zona Tyson”. El concepto proviene del argot del periodismo deportivo gringo. Refiere a que nada o todo lo que haga una figura pública en particular, dado su nivel de locura o impredictibilidad, puede ser ya motivo de sorpresa, o al menos imposible de despacharlo a la primera. “Mike Tyson cambió de sexo para poderle pedir matrimonio a LeBron James”, “De bolas, es Myke Tyson”. Dentro de la “Zona Tyson” todo es posible, se amplía enormemente el campo de la verosimilitud. Cualquier cosa sobre lo que ha ocurrido, ocurre u ocurrirá en los Estados Unidos puede ser cierto, no importa cuán disparatada llegue a ser la teoría en cuestión.
Lo hemos visto a lo largo de este año en todo el transcurso de la pre-campaña, en los debates presidenciales para escoger a la candidatura, en las Convenciones Nacionales de ambas formaciones políticas hegemónicas que componen al establishment y el status quo, en la interminable lista de escándalos y filtraciones, en las alucinaciones mediáticas que ponían a Rusia en el centro de una guerra sucia en la que poco gana, en la develación de la trama del cartel criminal del eje matrimonio Clinton-Fundación Clinton-Iniciativa Global Clinton, en la disonancia absoluta en los elementos para demonizar a Trump elevando a Hillary, en el desequilibrio entre lo banal y lo sustancialmente dramático e importante, y que en el plano mainstream de los medios de comunicación no se diga casi nunca nada, algo, sobre los desesperantes y dolorosos temas álgidos que azotan a la explosiva sociedad norteamericana.
Estamos en territorio desconocido por inédito, todo es posible. No sólo Estados Unidos ingresa de lleno en la “Zona Tyson”.
2. Continuidades del poder y la revuelta. Son de muy mal gusto los pronósticos de última hora, pero la clara división profunda entre lo que ahora representan ambos campos electorales (superando la convención partidista, las identidades políticas superficiales) pareciera marcar una bifurcación honda y traumática.
En una dirección la alineación dura alrededor de Hillary aboga por la continuidad del actual esquema demente que rige la vida interna y, en mayor medida, externa del Imperio, y todo se acentuará: los tratados comerciales leoninos, el intento de cerco financiero-militar contra China, Rusia, los Brics y cualquier otra alternativa emergente no importa el signo, el modelo “humanitario” de intervención transnacional que se ejecuta en Siria, la salvación de la banca y el (criminal) mundo de las finanzas, la precarización/esclavización de la fuerza de trabajo, el desplazamiento masivo, la globalización privatizada, la guerra (y todos sus mercados) como método de acumulación primaria de capital, el fin de toda frontera…
En la otra dirección de la encrucijada, sencillamente, no sabemos. El campo Trump ha acumulado las promesas de cambio (con un profundo acento en la situación interna) pero también la congregación de elementos explosivos, históricos, concentrados, resentidos, que le dan un grado difícil de medir a la beligerancia del malestar general en el campo de “los abandonados” gringos, los left-behind.
La trayectoria del discurso de Trump ciertamente se ha decantado de la opinión destemplada para captar toda la atención, a un discurso que se ha afilado y refinado en las últimas dos semanas con claridad programática, señalando los principales problemas consensuados y animando al elector de a pie a tener un papel indispensable: nosotros contra la corrupta maquinaria criminal que hoy nos gobierna. Pero partiendo de que sea cierto, de que se crea lo que diga, de que algo hiciera de llegar a ganar ¿será suficiente? ¿Viable?
Una victoria de Trump encendería todas las alarmas, pero una derrota aún más. ¿La sensación de traición y protección que podría asumir el polvorín colectivo rebasará el embaulamiento del río social que se intentó por vía electoral?
Estados Unidos vive una situación revolucionaria al juntar todos estos componentes. La interpretación ideológica, todavía en este punto, no sólo es insuficiente, sino irrelevante. La única tarea es ver, observar, organizar lo que entrelíneas o abiertamente se desentraña del proceso. Esto va mucho más allá de las actuales elecciones, aquí no termina: empieza.
3. María. Fuera del ámbito del pronóstico, en un panorama electoral donde más influye el grado de rechazo que de aprobación por los candidatos, y ante las campañas de difamación constante, la portavoz de la cancillería rusa, la implacable María Zarakhova, lanza el principal diagnóstico: las elecciones gringas “son una vergüenza global, y su pueblo no se lo merece”.

Zona Tyson en los EEUU: cualquier cosa puede suceder

4. Guerra civil. Al día siguiente de la masacre de Dallas en agosto de este año, donde, según nos dicen, un sólo francotirador disparó a la policía en el marco de una movilización contra la represión matando a cuatro e hiriendo a varios, el diario sensacionalista New York Post lanzó en letras blancas y con un fotograma de una de las escenas violentas de esa noche el gran titular “Guerra civil” en su portada. La indignada reacción inmediata por parte de los medios liberales (en su totalidad alineados activamente con Clinton) fue cuestión de segundos: es imposible, y por lo tanto, irresponsable, semejante afirmación.
Pero, epa, habitamos la “Zona Tyson”. Y la validez de las mentiras abiertas de los medios más prestigiosos (CNN, New York Times, Washington Post) juega en contra, y eso es una noción bastante extendida fuera de los círculos privilegiados (no hablo de la oligarquía) en los Estados Unidos. Puede haber más verdad en ese titular, rebasando sin duda la intención amarillista de un diario de tercera división, que en todos los modos de negar la posibilidad por parte de los expertos.
Estamos acostumbrados a entender una guerra civil de acuerdo a convenciones bastante limitadas. Es muy fácil que se precipite y se haga evidente una conflagración en la República Centroafricana porque en un territorio tan pequeño y controlado desde afuera, la velocidad del conflicto y la precipitación hacia el enfrentamiento (armado o no) es proporcional al espacio donde se desarrolla, al poco número de habitantes (5 millones), etc.
¿Cómo se le da medida a un territorio donde habitan 320 millones de personas, dentro de una nación de proporciones continentales donde las distancias entre centro y centro se multiplican en vastísimas proporciones y donde se hace difícil amarrar, relacionar y poner en una lista el sinnúmero diario de asesinatos aleatorios contra la población, confrontaciones dentro de líneas raciales entre la población negra y los cuerpos policiales (con un alto número de bajas, sí, en ambas direcciones), atentados terroristas, crímenes de odio, choques de turbas que apoyan a una y otra candidatura?
Las versiones paralelas, fuera del mainstream mediático, siempre recogen testimonios e hipótesis de más de un involucrado en masacres como la de Dallas, San Bernardino u Orlando de este año, el asesinato sostenido y bajo cualquier motivo no importa cuán estúpido de ciudadanos negros sin importar edad, género, estado mental o actitud a la hora de la detención, las coberturas de CNN o ABC o NBC de algunos de estos eventos (como los de Dallas o Baltimore) se basan horas y horas en una sola secuencia de un solo video aficionado que por sí mismo no arrojaban suficiente información a no ser por la que le añadían los comentaristas, reporteros y “testigos”.
¿Quién puede despachar lo dicho más arriba afirmando exactamente lo contrario, que es totalmente falso y que no pasa nada, sin que suene aún más difícil de creer, ya no digamos de contrargumentar?
5. Milicias. La agencia Reuters publicó un reportaje el 2 de noviembre, firmado por Justin Mitchell y Andy Sullivan, donde recogen el ánimo y la disposición de varias milicias armadas (que son legión en todo el territorio) en estados como Georgia y Misuri (remember Ferguson) realizando maniobras preparatorias para el posible escenario de un fraude electoral contra una victoria de Trump. Y esperan lo peor, y se la van a jugar en consecuencia, así algunos voceros afirmen que esa sería la peor situación.
Grupos armados los hay en ambas direcciones ideológicas, el derecho a la autodefensa, incluso contra el gobierno federal, lo amparan la mayoría de interpretaciones de la Segunda Enmienda de la Constitución. El FBI está infiltrado en los grupos de ambas tendencias.
Y el tema del uso o control de armas es la principal línea divisoria de la sociedad norteamericana en su totalidad.

El Estado profundo es el verdadero centro dinámico de la política gringa

6. Estado profundo I: el contenido conspirativo. En la entrega anterior se habló del Estado profundo en tanto a instancia de funcionamiento del aparato estatal norteamericano. Pero ese continente tiene un contenido; la guerra, el choque político y la confrontación también lo atraviesa del mismo modo que a todo lo demás. De hecho, es el verdadero centro dinámico.
La guerra interna dentro de los grupos que controlan sectores y parcelas de poder es el sub-relato de toda la trama, pero es el núcleo generador de todas las acciones. Y el Estado profundo, en tanto sistema, está principalmente controlado por el corretaje del capital finaciero corporativo-especulativo, bajo la ideología neocon. Todo lo que se ha visto en la situación política general tiene un gesto aprobatorio, si no pasaría por el tratamiento mediante el “silencio dinámico” que minimiza su presencia pública en los medios.
La línea que mejor evidencia por dónde pasa esta confrontación y las posiciones encontradas se centra fundamentalmente en la investigación que hoy en día sigue desarrollando el FBI en torno al megaescándalo del súper esquema de corrupción y política criminal que amarra a la Fundación Clinton, por donde todo pasa: pederastia, control y tutelaje absoluto de los principales bancos y fondos de inversión, la doble y triple vinculación del dinero catarí y saudita que así como pasa a manos de Clinton lo hace a manos del fundamentalismo islámico, megaoperaciones de blanqueo de capital.
Y por sobre todas las cosas la descontrolada y enorme impunidad de una trama que salpica a casi toda la Administración Obama y las principales figuras de los poderes del Estado.
7. Estado profundo II: la confrontación interna. Las filtraciones y escándalos que empañaron la “pulcritud” de la campaña Clinton y que lograron encontrar puntos de triangulación o hasta cuadraturas entre sí son, por un lado, las filtraciones de Wikileaks de los miles de correos desde el buzón de John Podesta, jefe de la campaña; por el otro, las tres investigaciones que todavía al día de hoy ejecuta el FBI:

  1. el servidor secreto empleado por Hillary en sus tiempos de jefa del Departamento de Estado y por donde cruzó muchísima información confidencial,
  2. la Fundación Clinton, su funcionamiento y financiamiento, y
  3. el sexting (mensajes de textos lascivos, visualmente explícitos) de Anthony Wiener, ex representante por la Cámara Baja por el estado de Nueva York y marido de Huma Abedin, la ayudante más cercana, la mano derecha, “la hija” (según sus palabras) de Hillary Clinton. La computadora compartida por Weiner y Abedin es el principal vehículo de evidencia.

No da, ni de cerca, detallar por dónde va todo eso en este momento, pero un microrresumen general le da sustancia a las acusaciones de Trump al señalar que tanto las elecciones como el sistema están trampeados (rigged), razón por la cual advirtió en el último debate no garantizar el reconocimiento electoral y que ha inundado de escepticismo certificado el resultado final y las fuerzas que operarán en ese momento, y a favor de qué. Aunque todo apunte que a favor de Team Hillary.
8. El cartel de los Clinton. Tampoco aquí dará para agotar el casting del rialiti psicotríler político que han sido estas elecciones gringas. Pero enumerando a unos cuantos, ya se le dará suficiente medida al grado de preocupación y descaro de todo lo que significa el cartel de los Clinton. Pero empecemos por ahí:
John Podesta, el de los emails de Wikileaks, jefe de gabinete de Bill Clinton en su segundo mandato, jefe de ídem de Hillary en la diplomacia, es un reconocido cabildero del lobby saudita. Catar y Arabia Saudita se encuentran en el justo centro de financiamiento de la Fundación Clinton.
Huma Abedin, la hija putativa de Hillary, es hija de dos figuras prominentes de los Hermanos Musulmanes, y su hermano colaborador cercano de Yusuf Qadarawi, uno de sus principales dirigentes.
El movimiento islamista de los Hermanos Musulmanes intentó, fallidamente, ser el gran protagonista político de la “Primavera Árabe”, y así como guarda lealtad al clan Clinton, dirige una red de militantes terroristas multipropósito. La lealtad a la Yijad (global) no se subordina a partidos sino a la ideología islamita. Catar es el principal financista de los Hermanos Musulmanes. Y de Al Qaeda en Siria. Ahí está con toda claridad la conexión catarí/saudita directamente con los Clinton. Y por lo tanto la agenda común de cambio de régimen, cambio regional y desestabilización total mediante la guerra en el teatro de operaciones de la “Primavera Árabe”.

Clinton forma parte de esa mafia que controla el Estado ultrapolicial gringo

Al cruzar la Primavera Árabe con el oscuro ataque a la embajada estadounidense en Bengasi (Libia) el 11 de septiembre de 2012 con los miles de correos que pasaron por las cuentas de la Clinton, Podesta, Abedin y una lista más de involucrados, en donde todos los correos relativos al ataque fueron “lavados”, se puede llegar a entender (alerta de “Zona Tyson”) que toda la operación en el mundo árabe, como también se constata en el doble discurso de Hillary a propósito de Siria en las conferencias privadas que financiaba Goldman Sachs con cifras mil millonarias, como una operación personalizada de Team Hillary como vía para allanar la ruta presidencial a partir de sus “éxitos” en política exterior.
Entendámonos: el cuadro general es una maniobra de poder en la que un sector que controla la directiva de todos los espacios de poder del aparato del Estado se puso al servicio de una agenda exclusiva, de un grupo político-financiero con muchísima capacidad de maniobra que viene modificando al mundo por la vía violenta, traficando a lo interno información secreta e hipersensible para la seguridad de su país, que en gran medida fracasó en sus objetivos principales, y en el camino ha perpetrado todos los daños posibles, revelando no un sistema político sino una operación de una poderosísima red criminal que montando un cuarto poder del Estado, de seguridad e hipervigilancia, opera exactamente igual que un cartel del narco a nivel global, precisamente porque eso es lo que es: una mafia.
Acuérdate siempre de una Hillary en mitad de entrevista, oligofrénica y feliz, al ver el video de cuando Muamar Cadafi era linchado y sodomizado con un cuchillo, y dijo “Vinimos, vimos y se murió”. Y que es Huma Abedin la que le pasa el teléfono con la confirmación de la noticia. Y esto es apenas una arista de una red de complicidades mayor que alcanza repetidamente al presidente saliente, Barack Obama.
Esa mafia es la que construye y dirige el Estado ultrapolicial que ya para 2014 Misión Verdad venía denunciando, como una sociedad de hipercontrol en la que la población es catalogada y controlada de acuerdo a su etnicidad, identidad religiosa y política. Donde toda la población es sospechosa.
Por revelar información crítica, pero de muchísimo más bajo nivel de sensibilidad y grado de confidencialidad, existen miles de “delatores” presos y procesados por tribunales militares. Chelsea Manning es apenas el caso más famoso y expresivo de una realidad mucho más extendida. Y mientras tanto, a Hillary no le pasa absolutamente nada. Ni siquiera el pervertido de Anthony Wiener.
9. La impunidad sistémica y la batalla del FBI. Para entender el grado de la pugna interna, es por los movimientos del FBI que se desprende con mayor claridad la batalla sorda dentro del Estado profundo. Y es en la figura de su director, James Comey, por donde se puede encuadrar todo. Comey es figura de confianza de la Administración Obama, otro incondicional.
Comey desestimó las causas judiciales a pesar de que toda evidencia apuntaba fehacientemente a Hillary y a su principal círculo de operadores. Esto fue previo a la nominación presidencial. Luego, a una semana de las elecciones, anuncia públicamente (y con una carta al Congreso, y sin pasar por el ejecutivo) que se abría de nuevo la investigación a propósito del sexting de Wiener, y que muy probablemente obligaría a abrirle un juicio a Clinton. Finalmente, a un día de las elecciones, Comey vuelve a desestimar los cargos contra Hillary.
Gente seria, como el investigador Andrew Korybko, entre otros, señalan una revuelta interna entre los cuadros medios y altos del FBI. Según estas versiones, ya existe un consenso implícito entre el personal de la agencia de inteligencia doméstica en que hay suficientes elementos probatorios para enjuiciar esa trama de corrupción que deja en ridículo el caso de megacorrupción por el cual se ejecutó el impeachment contra Dilma Rousseff.
Se dice que la reapertura del caso, y el segundo acto en el que el director Comey lo anuncia (y el cómo lo anuncia) que esto fue producto de una maniobra de presión, puesto que, de no hacerlo, grupos dentro de la institución comenzarían a entregar y filtrar a la prensa cuanto detalle, elemento y/o evidencia sobre el caso (una rebelión dentro de los límites). Presión asumida desde una postura profesional, no política, dado que la impunidad en torno al caso atenta directamente contra el prestigio de la oficina de investigaciones federales, y eso va más allá de cualquier presidente.
Por lo que es probable que el tercer acto, donde se vuelven a desestimar las causas, haya sido un contragolpe del sector que se cierra con Hillary. Cuyas consecuencias políticas, con una Hillary ya presidenta, no dejaría de imprimirle un peligrosísimo voltaje a la situación política inmediatamente después de otorgarle el triunfo a la candidata del Partido de la Guerra.
Y no es ninguna casualidad que sea este grupo, que podemos generalizar dentro del término “globalista”, el principal operador y entusiasta de cuanto Tratado de Libre Comercio se encuentra en discusión o ejecución en este preciso instante, a nivel global, con sus respectivas servidumbres en Europa y el resto. Una pugna intracapitalista y una crisis sistémica en un solo lote.
10. Simpatía por el diablo o por qué una presidencia de Trump pareciera ser lo menos peor para el resto del mundo. Por favor, tómese cuatro minutos para ver el video más abajo. Fue la última pieza publicitaria de la campaña de Trump. Se basa en un pasaje del discurso que ofreció a propósito de cómo serían sus primeros 100 días de gobierno. Lo dio a finales de octubre en Gettysburg (estado de Pensilvania), escenario de la última batalla de la Guerra de Secesión.
No existe (todavía) una versión subtitulada de la composición de la pieza publicitaria en sentido estricto. Por lo que se colocan dos versiones, una subtitulada frente a la pieza original. Se puede encontrar una versión más extensa y menos curada, también con subtítulos del mismo discurso, y con el mismo sentido que el video de la campaña. Va la versión oficial de la pieza: Aquí una versión corta subtitulada:
No existe mejor síntesis de lo que al menos significa y propone la campaña de Donald Trump, sustentado en un discurso medido, poco improvisado y de mucha sobriedad, donde se exponen las líneas generales que, dentro del contexto estadounidense, se le opone y antagoniza a la agenda de la campaña Clinton. Y sigue siendo demasiado lo que se juega en ese mensaje así se trate de una burda estrategia de campaña y una lista de promesas convocantes que Trump no llegue a honrar. Puede ser. Pero se notifica de nuevo la existencia de la “Zona Tyson”.
Es un discurso revolucionario y es también un discurso antisistema. Pero en la convención ideológica clásica no sólo es de izquierda, es de derecha e invoca puntos claves de la ideología conservadora anglo. Pero supera ese lugar de enunciación y apunta directamente a todos los problemas existenciales de la mayoría empobrecida y humillada, a la agenda globalista financiera que controla los acuerdos comerciales antisoberanos. Invoca a la vena patriótica y nacionalista gringa, pero, lo ha dicho en otras oportunidades, en ese mismo impulso se aleja de la intervención extranjera. Cierto o falso lo que dice Trump, el cambio de coordenadas ideológicas es evidente. Más cuando vastos sectores del pensamiento progre siguen considerando a la Clinton como el “mal menor”.
Hillary Clinton no es el mal menor, y tras la cortina de hierro gringa (la mediática), al parecer se sabe mucho más de lo que los medios parecen transmitir. Tómelo como el malo por conocer, no el malo conocido si le es más cómodo, porque eso también debe ser cierto.
Lo que lleva a otro detalle esencial. Una observación de una periodista de The Atlantic (Salena Zito) lanzó el siguiente axioma: “Los medios se toman a Trump de forma literal, pero no en serio. Mientras que la gente se lo toma en serio, pero no literalmente”. Y sobre esa lógica se certifica la naturaleza en la elaboración de matrices de la batalla informativa.
Puede que no haya duda de que Trump sea un machorro multimillonario sexista y boca sucia, pero lo que está encarnando ahí va mucho más allá de esos elementos episódicos. Hay que entender el drama que es y ha sido la destrucción de millones de familias de todo signo e identidad, pero mayoritariamente blancas, pobres, cristianas y rednecks para ir más allá de despachar este fenómeno por reaccionario. Es estúpido, de hecho.
Estados Unidos es una suma de once herencias socioculturales distintas con una definida delimitación territorial y geográfica, y con esquemas de valores también diferenciados entre sí. Una suerte de once naciones, sobre una plataforma continental, en donde la principal línea divisoria y que todo lo organiza es el tema posesión/control de armas y los derechos a su alrededor. En la que tampoco se ocultan diversas agendas separatistas, autonomistas o secesionistas, por lo que le agrega otro componente igual de peligroso al rechazar los dictámenes del gobierno federal.
Dentro de ese contexto también se deben tomar las palabras y posiciones fácilmente complacientes en asuntos “bipartisanos” de la política como Irán o Venezuela. Pero ya es una diferencia crítica asumir como que no sería el primero en apretar el botón del holocausto nuclear, que negociaría con Rusia y que considera los acuerdos comerciales Transatlánticos y Transpacíficos como perniciosos para la salud económica de los Estados Unidos.
Con todo lo dicho, quedan dos conclusiones sencillas: la primera es que nada termina sino que empieza a partir de quién llegue a la Casa Blanca (y cómo), porque además la presidencia de los Estados Unidos ni siquiera es la última instancia decisoria dentro del laberinto imperial, y 2) que después de este punto, queda aún más claro el desmoronamiento del juego de las apariencias, y que a partir de ahora el poder global va a jugar puro y duro. Ganando legal, o maniobrando todo para que finalmente prevalezca Hillary Clinton. Y nada pueda ser más claro que eso.


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