Inspirado por la publicación de Ferr Correa (@ferr2707), “Vivo sin vivir” (https://www.nocreasnada.com/vivo-sin-vivir), he escrito dos reflexiones vinculadas entre sí. La primera titulada “Amor líquido” (https://www.nocreasnada.com/amor-liquido), donde comento el libro homónimo del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, a propósito de la fragilidad de los vínculos humanos, del amor al prójimo. Este post es la segunda parte. Aquí comparto algunos valores-pilares para “solidificar” nuestra idea de amor en estos tiempos líquidos.
Como habíamos mencionado en el post anterior, el “amor líquido” tendría como rasgos una falta de solidez y calidez, la tendencia a lo fugaz, lo superfluo y lo etéreo. En pocas palabras, un menor compromiso.
El orden en el que presentaré los valores-pilares que nos permitirían combatir esta idea de amor no responde a criterios de mayor o menor importancia. Creo que todos tendrían que operar articuladamente, en una suerte de simetría afectiva, emotiva, sensorial y sensitiva. Los expongo en la medida que los fui meditando, aunque seguramente su aparición en mi mente responde a criterios inconscientes que me son desconocidos.
Comunicación
Siendo la idea de conexión-desconexión una metáfora hermana de lo líquido, sin comunicación las relaciones devienen etéreas, superfluas. Maneras de comunicarse hay muchas, no sólo palabras. Gestos, miradas, aromas, todo ello y más permite fortalecer los lazos que nos vinculan al conocernos en todo nuestro esplendor, con nuestras virtudes y defectos.
Sinceridad
De nada nos sirve comunicarnos constantemente si dicho acto no es sincero. Por ello enfatizo que la comunicación es mucho más que palabras. Cuando no hay honestidad, los gestos son cínicos y no hay mayores intenciones de impregnar mutuamente nuestras vidas de aromas, miradas, sonrisas, entro otros signos de comunicación corporal y espiritual.
Asertividad
No está de más que hablar de sinceridad es hablar también de asertividad. No se trata únicamente de decir las cosas “claras y raspadas”, sino de saber CÓMO decirlas. En la forma está la diferencia entre comunicaciones hirientes o aquellas que aún cuando tocan tensiones momentáneas que tiene toda relación, se convierten en un momento de desarrollo personal mutuo.
Confianza
Una comunicación sincera y asertiva cultiva confianza. Pensemos en una contra-metáfora para esa idea del amor líquido. Más allá de su obvio antónimo, “lo solido”, creo que podemos hablar también de un amor enraizado. ¿En qué o a qué? A la confianza que vamos cultivando día a día. Ese echar raíces con y en nuestros seres queridos, conociéndonos y aceptándonos como somos, nos permite experimentar una sensación de paz que no creo que se encuentre en actitudes que buscan una gratificación inmediata todo el tiempo.
Apoyo mutuo
Y al hablar de raíces asumo que el tener una relación es similar a cultivar una planta, como sabiamente me lo hizo ver mi madre desde mi infancia. En el ámbito de las interacciones ser humano-naturaleza, la relación entre nosotras y nosotros con las plantas es relacional, cíclica, interdependiente. Cuando exhalamos las plantas “respiran”, cuando ellas exhalan nosotros respiramos.
Así pasa en una relación. Si no nos apoyamos mutuamente, uno de los dos deja de respirar el amor del otro, lo que a la larga supondrá el paro respiratorio de ambos y el fin de la relación. Por eso cada detalle de lo cotidiano cuenta. Otra de las sabias lecciones de mi madre es que no hay nada más placentero que el saberse y sentirse amado, y esa sensación sólo se obtiene cuando nos sabemos apoyados y acompañados por quienes están a nuestro lado.
Empatía
Apoyarnos mutuamente pasa también por desarrollar nuestra empatía, o la capacidad de ponerse en el lugar del otro. Ello no quiere decir que con esa cualidad justifiquemos o avalemos todo lo que hacen nuestros seres queridos. En el proceso vamos aprendiendo aunque al final no estemos de acuerdo con lo ocurrido. Esa exploración pone en juego el conjunto de valores-pilares que describo brevemente en estas líneas.
Por supuesto, si lo ocurrido es algo que vulnera la dignidad de las personas (por ejemplo, cualquier expresión sistemática de violencia), no hay razón que lo justifique.
Comprensión
Así como sinceridad y asertividad van de la mano, la empatía y la comprensión también están hermanadas, y todos estos valores-pilares -repito- operan como un conjunto. Por un lado, ser empático es una cualidad que vamos desarrollando; por otro, ser comprensivos es un asunto de actitud. Dicha actitud es fugaz si no toma en cuenta todos los otros elementos descritos. Ambas emergen desde un amor al otro que es, al mismo tiempo, un amor hacia uno mismo y, ¡muy importante!, un amor hacia las relaciones que tejen nuestros sentimientos.
Autorreflexividad
Además, la capacidad de reflexionar nuestras propias acciones u omisiones es fundamental. Es un error común siempre ver errores en los demás menos en uno mismo o, en un caso contrario y menos frecuente, ver las virtudes de otras personas menos las de uno mismo. Esto permite entender los puntos de vida que uno asume en la vida y en las relaciones. A veces solemos ser reactivos o nos cerramos en nuestras propias perspectivas (sin hacer mucho ejercicio reflexivo sobre las mismas). Una expresión muy infantil de lo anterior es el típico “Soy así y si no te gusta, eres libre de irte”.
El poeta chileno Pablo Neruda (1904-1973) dijo una vez que todas y todos, indefectiblemente, nos veremos parados frente a un espejo y esa puede ser la más alegre o la más amarga de nuestras horas. Así que a verse uno mismo. Una relación es mucho más que la suma de quienes la conforman.
Apertura
Al entendernos a nosotras y nosotros mismos seremos capaces de adquirir la suficiente fortaleza, inteligencia, madurez y sabiduría emocional y espiritual para sortear las tensiones naturales de la convivencia cotidiana. Una persona muy espacial para mí constantemente me dice que se trata de realizar “transacciones”. Aunque comprendo su punto de vista, su metáfora tiene mucho de un imaginario bancario que no comparto (¿parte de una racionalidad económica que nos cobija a todas y todos, como hijos e hijas de esta economía mundial?). No obstante, reinterpreto su mirada y prefiero llamarlo apertura. El abrirnos los unos a los otros, en el marco del conjunto de valores-pilares mencionados, nos evitaría muchas peleas a veces innecesarias, cuando no infantiles y estériles.
Armonía
Finalmente, todo lo anterior se resume en una palabra, armonía. Una vez una amiga me pregunto que era para mi el amor y le respondí que para mi el amor es paz porque al día de hoy así lo siento, así lo experimento y así lo vivo.
Creo que ninguno de estos valores están presentes en el amor líquido y si lo están, seguro ha de ser en formas superficiales. El problema es que ello en lugar de cultivar amor, siembra rencores y odio en nuestras existencias. De allí que cada dos por tres, los amantes líquidos cambien de relaciones como cambian de ropa interior, desechando momentos, experiencias, sentimientos y personas que ya no satisfacen su hedonismo.
Todos estos valores-pilares aplican a la diversidad de vínculos humanos que entendemos como amor al prójimo. Ciertamente, en la descripción de cada uno hay mucho de cómo los concibo en el marco del llamado amor romántico porque así lo fui visualizando mientras leía y releí el post de Ferr Correa. A fin de cuentas, ¿quién no ha sentido que “vive sin vivir” cuando la llama de un amor se apaga?
Gracias por la inspiración.