Cuando hacemos algo medianamente extraordinario varias veces, corremos el riesgo de acostumbrarnos. De no ser conscientes de la suerte que tenemos de disfrutarlas; de no sentir esa emoción de las primeras veces. Por eso, hoy quiero recordar grandes cosas que me permitió viajar. Cosas que cuando las recuerdo me siguen alucinando y cosas que no me gustaría dejar de hacer ¡nunca! En definitiva: 10 cosas que hice gracias a los viajes y que no cambiaría por nada del mundo.
Montar en globo
Quizás se me quedó grabada la imagen de Willy Fog cuando era niña y me pareció la leche poder llegar a ser él algún día. Quizás su forma, sus habituales colorines y la sensación que produce sean una fantasía en sí misma para el viajero. Pero montar en globo es una actividad que creo que hace las delicias de todo amante de los viajes que se precie.
He tenido la suerte de hacerlo en Capadocia, que es una auténtica pasada, y en Luxor, en Egipto, y la verdad es que es una maravilla. Verte suspendida en paisajes tan bonitos y la perspectiva que se logra “no se paga con dinero”, como dicen en mi pueblo. 100 euros muy bien gastados en ambos casos.
Ver animales que no son comunes en España
Ver monos en total libertad en India o Tailandia, una tortuga en las aguas de Filipinas o Indonesia, ardillitas la mar de simpáticas cada dos pasos en India o avistar ballenas en Monterrey (EE.UU.) han sido algunos de los grandes momentos de esos viajes. ¡Son tan monos todos! Y sin duda, aunque no fueran el objetivo de viajar a esos países, acabaron siendo sorpresas del día a día que nos hicieron querer un poco más a estos destinos.
Vivir tradiciones diferentes
Una de las cosas que más abren la mente es ver que no todo el mundo vive como tú. Conocer y entender tradiciones diferentes alrededor del mundo es altamente satisfactorio y enriquecedor. Por eso, más allá de deleitarte con sus paisajes y monumentos, será también algo único ver cómo La India está plagada de vacas que campan a sus anchas en cualquier lado, cómo en los países musulmanes la gente es llamada a la oración cinco veces al día mediante el canto del muecín o cómo en Egipto la mayor forma de intercambio comercial sigue celebrándose en la calle, en sus grandes mercados.
Hacer snorkel ¡y flipar!
Hablé de ver animales en general, pero hacer snorkel es un caso aparte. Fue un descubrimiento absoluto cuando lo hicimos por primera vez y es sin duda una de las actividades que más disfruto cuando viajo (si procede, claro). Es una sensación increíble sumergirse en el agua y poder ver cientos de animales de variados colores que se hacen súper entrañables. Por supuesto, como actividad, tiene un hermano mayor, que es el submarinismo, pero a mí aún me da algo de respeto.
Lo he hecho ya en varios destinos (también nacionales o europeos, aunque evidentemente se ven menos cosas interesantes) y cada vez lo disfruto más. Si queréis algunas ideas Filipinas, Indonesia, Tailandia, el Mar Rojo, Panamá o Seychelles son buenos puntos para sumergirse y flipar con el mundo marino.
Divisar paisajes muy diferentes al mío
Las aguas cristalinas de playas preciosas, desiertos infinitos de bellos atardeceres, parques naturales de montañas esbeltas, formas rocosas imposibles, cañones profundos, frondosa naturaleza propia de zonas tropicales, vistas volcánicas, abruptas cascadas, terrazas de arroz para quitar el hipo… quizás uno de mis favoritos cuando viajo son los paisajes. Los he visto de muchos colores y puedo decir sin cortapisas que han mejorado mi imaginario. Recurro muchas veces a su recuerdo cuando por alguna circunstancia veo las cosas grises.
Siempre digo que en los viajes largos, me gusta evitar las ciudades y cada vez más tengo mis esperanzas depositadas en las zonas rurales de cada país. Allí están los paisajes que después me alegran la vida.
Todas las obras de la naturaleza deben ser tenidas por buenas (Cicerón)
Perderme en islas remotas
Otro must viajero consolidado y por grandes razones es la playa. El mar posee poderosas razones para liberarnos y hay tantas playas de tipos y formas que generan también la necesidad de explorar más y más. Por eso, estar en un lugar donde hay playa por los cuatro costados y además te sientes lejos del mundo, es una experiencia también placentera al máximo y súper especial.
Aunque no tiene por qué haber playa para disfrutar de una isla remota que te haga sentir muy lejos. Taquile en Perú es mi ejemplo. Pero Seychelles, las Islas Gili, algunas islas filipinas, Koh Phi Phi o Koh Hai sí me proporcionaron los dos placeres, lo que aumenta su encanto.
Surcar los mares
El barco es otra constante cuando viajas a zonas de costa. Y como casi todos los medios de transporte están asociados irremediablemente con el viajar. Por eso, le tengo cariño a todos los trayectos que en el mar realicé y un paseo en cualquier tipo de embarcación es una actividad genial dentro del mundo de los viajes. ¡No todos los días me monto en un barco!
Descubrir la magia del atardecer
Tengo la suerte de tener atardeceres de impresión en mi ciudad, pero no fue hasta que viajé cuando me di cuenta de lo increíblemente maravilloso que puede ser este momento del día. Que a veces solo necesitamos una cerveza en la mano y buena compañía para disfrutar de un verdadero espectáculo. Y que en algunos destinos era nuestro momento más esperado del día.
Los vi inigualables en Islas Gili, en Bali, en el crucero por el Nilo o Tailandia, y se me resistieron en otros destinos donde los esperé sin resultado. Los atardeceres son gratis, pero también por ello impredecibles.
Pisar los lugares que un día soñaste
Soñé con las calles de Nueva York y su estilo de vida en las películas; con los teatros y la vida elegante de San Petersburgo en los libros; con la vida y las ideas de Latinoamérica gracias a las canciones; con los lugares idílicos del Sudeste Asiático gracias a otros viajeros que me inspiraron; o con la India por muchas referencias del mundo cultural en general. Y viajar me llevó hasta allí. Me hizo disfrutar de muchos momentos que creía ajenos y que pude disfrtar en carne propia. Es una sensación sencillamente brutal.
Viajar en el tiempo a diferentes civilizaciones
Viajar te permite visitar también los restos arqueológicos de países y civilizaciones fascinantes. Por eso cuando ves los vestigios alrededor del mundo también viajas en el tiempo y es una experiencia brutal. En este sentido, Petra en Jordania, Machu Picchu en Perú, Éfeso o Atenas en Grecia, Roma o muchos lugares en Egipto fueron una experiencia especial. Lugares que me permitieron conocer un poco más de sociedades que han cimentado la sociedad actual.
Por todas estas cosas y por muchísimas más viajo y adoro viajar. No sé si consideráis que todas ellas son tan mágicas y especiales como me lo parecen a mí, pero ni todo el mundo tiene la suerte de acceder a ellas ni antes era tan común. Por eso, no puedo dejar de agradecer en mi fuero interno y mi cuerpo entero grita: ¡GRACIAS!