Me gusta pensar que más que maestra, si quiero, puedo ser maga.
Porque si quiero, puedo convertir los objetos más tontos en los más divertidos, tan sólo poniéndoles un nombre nuevo para mis alumnos; un nombre que a ellos les suene cómico, y al resto del mundo a inglés.
Patata nunca será lo mismo desde que descubren que potatoe es mucho más divertido de pronunciar y da mucha más risa.
Ir al school garden (orchard me suena a ogro, y lo último que quiero es asustarlos) a plantar potatoes and barley es mucho más emocionante si lo hacemos cantando el último hit "Follow the yellow brick road", cortesía del Wizard of Oz; además, así se nos olvida que estos días está haciendo más frío porque mientras cantamos vamos al ritmo de 1, 2, 3, JUMP!
Si abro mi enorme bolsa y pongo cara de misterio, ellos ya saben que algo nuevo va a aparecer de repente, y sus caras no tienen precio. Y la cosa más tonta se convierte en la más chula del mundo mundial.
Si muevo la varita que the good witch of the North me ha dado y tengo suerte, justo en ese momento el vídeo que estábamos viendo se para, y entonces todos me miran expectantes para ver cómo narices arreglo el lío que he hecho. Otro golpe de varita y sus mandíbulas caen hasta el suelo. Y mientras ellos se recuperan del shock yo pienso que si lo hago adrede, no me sale mejor.
Así que sí, las maestras y maestros podemos hacer magia, y de la buena. Sólo tenemos que creer en nuestra capacidad de hacer realidad los sueños de los más peques. Ellos tienen todas sus esperanzas puestas en nosotros, y nosotros tenemos la gran responsabilidad de hacer posible que su aprendizaje sea un camino interesante, motivador y apasionante.
Por eso, hay unas cuantas cosas que son imprescindibles para que nuestros encantamientos funcionen, y que no está de más tener a mano. Yo os dejo mi lista de los diez imprescindibles que últimamente me acompañan a todos lados; pero si me preguntáis en un mes, estoy segura de que la lista habrá aumentado y variado. Aquí va pues, por si os sirve.
10 COSAS QUE NECESITA UNA MAESTRA DE INGLÉS:
1. Una varita. Cuanto más brillante, más cursi y más grande, mejor, porque más magia podrás hacer con ella, y así lo creen ellos.
2. Una regadera. Las regaderas nos sirven para regar las plantas, para jugar a que llueve y para animarlos a ellos a que sigan su camino hacia arriba cuando les tiras unas gotitas de agua invisible.
3. Macetas de colores. Cualquier momento es bueno para plantar una semilla. Estás creando vida, y el proceso para ellos es pura magia. Para ti lo mágico es que aprendan las cosas más cotidianas en una lengua que desconocen y, sin embargo, la sientan como suya.
4. Si llevas regadera y macetas, necesitas semillas, claro: de flores, de cereales... ¡Qué más da! Las macetas con una cara dibujada de pronto un día tendrán pelo, y eso es muy, muy guay.
5. Y si llevas regadera, macetas y semillas, necesitas sustrato para poder dejar caer las semillas. No ocupa demasiado, bueno, quizás un poquito, pero mi bolsa es enorme y apenas se nota.
6. Rotus molones que sirvan para pintar cualquier tipo de material. Así puedes improvisar carteles que te lleven a la ciudad mágica en la que se halla el huerto, ésa que está al final del yellow brick road y en la que nos vamos a encontrar a la bruja buena y al scarecrow.
7. Polvos de hada y stickers, muchos stickers. Los polvos de hada están hechos de purpurina muy fina, y se guardan en bolsitas especiales, como las que usamos para guardar las joyas. Si rociamos a los peques con un puñadito de polvos y les ponemos un sticker en la mano, sólo habrá que esperar unos segundos a que alguno diga que ha volado un poquito y que no tocaba el suelo. Y entonces, todos habrán volado también.
8. Unas gafas mágicas. Unas gafas grandotas, sin cristales y muy ridículas, que sirven para ver animales volando y muchas cosas más. En cuanto te las pones tú y dices con énfasis "Oooooh! I can see a pink elephant!", en menos que canta un gallo tienes la clase llena de animales de colores y formas raras, porque todos ven de todo, y de paso repasan vocabulario sin saberlo.
9. Una mascota. La que sea. Grande, pequeña, bonita o fea. Da igual. La cuestión es que su nombre suene divertido, que puedan abrazarla, mimarla y buscarla por toda la clase porque la muy pillina se ha escondido. Y ¡ay como se te olvide en casa o en otro sitio! A ver qué te inventas para salir del paso porque no hay día que no pregunten por ella.
10. Y, por último, un saco grande de ilusión, paciencia, imaginación y muchas sonrisas. Porque habrá días en los que estarás cansado, te dolerá la cabeza, habrás dormido poco, tendrás un mal día o quizás lo tengan ellos ... y entonces, sólo con abrir el saco, recordarás por qué estás donde estás y por qué tienes a 25 personitas delante mirándote con los ojos bien abiertos y esperando a que... ¡Empiece el espectáculo!
CON M DE MAMÁ y de MAESTRA