Fue la primera aventura de Rambo, y en el final previsto (y rodado, aunque nunca exhibido), el héroe encarnado por Sylvester Stallone moría de un disparo accidental de su amigo el coronel Trauman (Richard Crenna).
2.Alien (1979)
En el guión original de este filme de Ridley Scott, el monstruo atrapaba a la teniente Ripley, pero en el último instante, en vez de matarla, la dejaba marchar. Era un intento de humanizar ligeramente al monstruo, demostrando que permitía vivir a la chica por haber sido una buena adversaria.
Cuando empezó a rodarse esta famosa película de Michael Curtiz, el guión no tenía aún un final previsto. Las posibilidades barajadas fueron muchas: que los personajes de Bogart y Bergman acabaran juntos; que ella muriera y, por tanto, nadie se quedara con la chica… A última hora, se optó por el mítico desenlace que todos conocemos, en el que Bogart se sacrifica y deja que la mujer de su vida se vaya con el líder de la resistencia antinazi, Victor Laszlo.
El novelista irlandés Bram Stoker había previsto un clímax mucho más desatado del que terminó publicándose. En su mente estaba la idea de que la heroína, Mina Harker, dejaba a su prometido, Jonathan, y se entregaba voluntariamente al monstruo para que la convirtiera en vampira y pasar junto a él la eternidad. Pero su editor le hizo desistir de la idea, haciéndole ver que tal desenlace habría sido "dinamita" en la puritana sociedad victoriana.
En la primera versión que redactó Rudyard Kipling, Mowgli era asesinado por el tigre Shere Khan. La moraleja que quería mostrar el autor es que el poder de la jungla siempre acaba devorando al hombre. Pero la editorial le presionó para cambiarlo por otro menos sombrío, en el que el protagonista logra acabar con el sanguinario felino haciendo que lo aplaste una manada de bueyes.
En el guión, el personaje de Jack Nicholson se perdía en el laberinto (mientras su hijo y su esposa escapaban del lugar), pero no se le veía morir. Existía a continuación una escena adicional en la que la madre estaba ingresada en un hospital, recuperándose de la crisis nerviosa provocada por los terroríficos acontecimientos vividos, mientras el niño jugaba tranquilamente en el pasillo. Entonces, una pelota amarilla (como la que le lanzaban los espíritus en el hotel en una secuencia anterior) se acercaba rodando hacia él. Esta conclusión pretendía ser ambigua: dar a entender que Nicholson había sobrevivido y acechaba a su familia en el hospital, o que había muerto pero seguía acosando a sus seres queridos desde el más allá. De cualquier forma, la amenaza persistía.
En el primer manuscrito de Robert L. Stevenson, los expedicionarios descubrían al concluir el relato que no existía ningún tesoro enterrado en la isla. Una conclusión demasiado sarcástica para la época, al mostrar cómo tantas muertes y sacrificios no habían servido para nada.
El guión de esta versión de la novela de Anthony Burgess sobre la violencia urbana acababa con su sádico protagonista, Alex, supuestamente reinsertado: casado, con hijos y llevando una vida familiar aparentemente feliz. Pero el plano final nos mostraba cómo, ocasionalmente, salía de su casa con una excusa peregrina para perpetrar un acto de ultraviolencia. Se cambió por otro menos explícito pero más sugerente. Alex, aparentemente curado, sonríe malévolamente al quedarse a solas.
La idea inicial de Herman Melville era hacer que el capitán Ahab y su tripulación cazaran a la gran ballena blanca. Pero una vez cumplida la obsesión que se había convertido en su única razón de vivir, el marino ponía fin a su existencia subiendo a un bote durante la noche y perdiéndose en la inmensidad del mar. Quien haya leído la novela sabe que, finalmente, el cetáceo sobrevive tras hundir el barco y cargarse a casi toda la tripulación (solo sobrevive un personaje: Ismael).
Quien haya leído esta novela de Carlo Collodi se habrá sorprendido al descubrir que la primera mitad es de una crudeza y un realismo casi atroz, en la que el célebre personaje se comporta como un pícaro sin escrúpulos, mientras que en la segunda parte se trasforma en un ser más idealista y bondadoso. ¿La razón? El autor tenía previsto finalizar su novela en el capítulo 15, con Pinocho siendo ahorcado por el Zorro y el Gato como castigo a sus ambiciones. Llegó incluso a escribir el cruel desenlace: "No tuvo fuerzas para decir nada más. Cerró los ojos, abrió la boca, estiró las piernas y, dando una gran sacudida, se quedó tieso". Horrorizado, su editor le obligó a suprimir ese pasaje y a escribir otros veinte capítulos de carácter más infantil.
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