Revista Psicología

10 lecciones que me dejan un brazo roto y un cálculo renal

Por Paulo Mesa @paucemeher
10 lecciones que me dejan un brazo roto y un cálculo renal

La enfermedad es siempre una ruptura en la transparencia de la salud. Es también una condición necesaria en la dualidad que vivimos para comprender la idea de la salud. Si antes tenía alguna duda de la importancia de la salud, ahora estoy en el 100% de certeza sobre su importancia... aquí van algunas lecciones que quiero compartir:

1. La salud es la base de todo: suena obvio, pero muchos lo pasamos de largo. Nada nos sirve si no tenemos salud y libertad. La salud es un estado de funcionamiento del cuerpo y la libertad es la salud de la mente. Podemos tener el mejor trabajo, mucho dinero, amistades y hasta tiempo libre, pero sin salud no hay forma de disfrutar de esto, así de simple, no tiene discusión. Sin salud no tienes nada, así lo tengas...

2. No eres tan autosuficiente como crees: ahora que está tan de moda la autosuficiencia, la individualidad a toda costa, el "yo puedo con todo y no necesito de nadie ("y menos de un hombre al lado..." como dirían mis amigas feministas...)", te das cuenta de que somos capaces de sobrevivir en tanto tenemos una red de apoyo alrededor. Desde el taxista que te lleva al hospital, los médicos y enfermeras que te atienden, hasta los familiares que te ayudan a bañar, que te ayudan a trinchar la comida que no puedes y hasta a vestirte. Las cosas que parecen cotidianas y simples se pueden convertir en un reto personal solo porque no estás en condiciones de hacerlo.

3. La vida puede cambiar y sacarte de juego en milisegundos: cuando me accidenté todo transcurrió muy rápido. Esa mañana estaba bien y en la noche tenía ya una fractura, mucho dolor y un brazo completamente inflamado. Dos semanas después estaba en un quirófano para que me extrajeran un cálculo renal y 16 días después seguía con un brazo inmovilizado y un "cateter doble jota" entre la vejiga y el riñón izquierdo. Todo ocurrió junto, un proceso doloroso, exigente y complejo.

4. No somos indestructibles ni todopoderosos: ser vulnerable significa que en cualquier momento estamos ante la posibilidad de ser heridos o lesionados física o moralmente. La sensación de ser invencibles viene del ego, es una ilusión de lo más tonta. La enfermedad, sobre todo cuando es incapacitante, es una situación perfecta para que se nos "bajen los humos" y le quitemos relevancia a esa idea de la importancia personal.

5. Desaprovechamos demasiado nuestra salud: pasamos demasiado tiempo viendo estupideces en Facebook y opinando tonterías en Twitter. Vemos demasiada televisión o nos enfrascamos más de lo necesario en el trabajo. En resumen, y es a lo que voy, no le sacamos todo el jugo a la vida y a la salud que tenemos. Creemos que porque hacemos muchas cosas (sobre todo de esas que sirven para subir fotos al 'Face') "vivimos la vida", pero: ¿En realidad qué tanto de todo eso tiene verdadero valor?

6. El dolor es también una forma de sentirse vivo: la publicidad y Youtube están llenos de esos vídeos millenial de gente paseando en la Polinea Francesa o en Tailandia, surfeando, sonriente, con sus botellas de licor, sus sandalias, sus fiestas... y ni hablar de la extendida "foto cliché" con los brazos abiertos hacia los lados o hacia arriba... en fin... toda esa iconografía que nos siembra la idea de que la vida solo es "buena" cuando hay "disfrute".

Nada más alejado de eso. El dolor como sensación y evento tiene la crudeza y la simplicidad de aterrizarte. El dolor te clava en el piso, te pone su bota en el cuello y te señala implacable al suelo diciéndote: "esto también es la realidad, despierta, deja de creer en ese mundo de Hello Kitty en el que vives, Barney y sus amigos no te salvarán". Luego despiertas, te sacudes y te levantas siendo diferente.

7. Es bueno de vez en cuando poner a prueba nuestra resiliencia: he comprendido que la enfermedad es una prueba sorpresa para medir nuestra capacidad de resiliencia. Entiéndase esto como nuestra habilidad para reponernos a las situaciones adversas. Podemos sentarnos a llorar, lamentarnos o hacernos al ambiente con lo que hay y con lo que ocurre... y ¡Oh sorpresa!... cuando decidimos alejarnos del papelón de víctimas y "pobrecitos", la recuperación, aunque dolorosa, es rápida y efectiva.

8. La enfermedad es un tiempo en suspensión: cuando estamos enfermos tenemos que readaptarnos y hacer las cosas diferentes. Soy diestro y en mi caso la lesión fue en el brazo derecho; esto ha sido todo un reto de aprendizaje y acomodación a la realidad de hacer todo con el brazo izquierdo. Me he preguntado infinidad de veces cómo vive la gente que ha perdido completamente su brazo... se las tienen que ingeniar... porque la vida sigue... no se detiene, ni se pone a esperarles, ni tiene consideraciones especiales, simplemente nos pone la situación y espera que nos las arreglemos como mejor podamos. Me las he ingeniado para hacer lo que puedo.

9. La promesa de recuperación es un nuevo comienzo: me he visto mucha veces diciendo y diciéndome: "cuando me alivie haré esto o lo otro...". No me refiero a cosas extraordinarias, ni a comerme el mundo. Hablo de recobrar la posibilidad física de hacer cosas cotidianas y las cosas que me gusta hacer. Desde poder volver a lavar los platos hasta poder comenzar el curso de parapente y poder conducir mi auto de nuevo.

10. La vida que tengo es suficientemente buena como está: esta es la conclusión que, acompañada de la primera lección (la salud lo es todo) recogen con claridad el aprendizaje. Doy muchas cosas por sentadas, asumo que son normales, que "así son...", pero de ahora en adelante poder cargar a mi hijo con los dos brazos, poder agarrarme en el metro con las dos manos, poder cocinar con confianza, andar en bicicleta, nadar, poder lavar la loza y hacer la limpieza serán cosas que haré con un profundo sentimiento de agradecimiento por poder hacerlas...

Ahora todo es claro...

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