¿Seguimos viendo cómo desarrollar la resiliencia? A por ello:
6. Cuídate, nútrete, acompáñate.
Cuando estamos estresados es fácil que no nos cuidemos tanto y dejemos de lado nuestras propias necesidades, haciendo menos ejercicio y no durmiendo lo necesario; estas son reacciones comunes a las crisis personales. Centrándote en seguir desarrollando tu autocuidado es importante, especialmente cuando ha pasado algo negativo. Organízate y saca tiempo para hacer actividades que te gusten. Cuidando de tus propias necesidades, puedes darte un empujón para mejorar tu salud en general y tu resiliencia en particular y así afrontar con garantías tus retos vitales.
7. Desarrolla tus habilidades de solución de problemas.
La investigación psicológica nos dice claramente que aquellos que pueden sacar diferentes soluciones a un problema serán capaces de afrontarlo mejor que aquellos que no. Cuando te enfrentes a un nuevo reto, haz un listado de algunas de las soluciones potenciales al mismo. Experimenta con diferentes estrategias y céntrate en desarrollar una vía para aquellos problemas más comunes. Practicando tus habilidades de solución de problemas de manera regular, estarás mejor preparado para encarar aquellos retos futuros más difíciles.
8. Proponte metas.
Los momentos de crisis en ocasiones parecen irremontables. Las personas resilientes son capaces de ver estas situaciones de manera realista, y entonces se fijan objetivos razonables para frontar el problema. Cuando te encuentres a ti mismo abrumado por una situación determinada, céntrate en afrontar cada cosa a su momento, de lo más urgente a lo más importante. Haz una lluvia de ideas de las posibles alternativas, y diseña los pasos a seguir para conseguir estas metas.
9. Da pasos para solucionar el problema.
El hecho de esperar a que pase la dificultad suele prolongar las crisis. En vez de eso, comienza a trabajar en resolver ese asunto de manera inmediata. Puede ser que no haya una solución fácil o inmediata, pero siempre hay alternativas posibles para hacer esa coyuntura mejor y más sobrellevable. ¿La clave? Centrarse en los progresos que ya hayas hecho y planificar los pasos siguientes, más que descorazonarse por la cantidad de trabajo que aún debes hacer.