Foto original del blog de Eterna Cadencia.
Fue a un colegio en Recoleta, con “nenes bobos”, dijo una vez, ahora es piletero y escritor. ¿Queda algo de ese chico que vivía en el barrio de su niñez?
El nene bobo siempre estará. Confiado, bastante inocente. Bastante inútil. Y con habilidades prácticas muy poco desarrolladas.
Dijo una vez que tenía que agredecerle al oficio de piletero muchas cosas ¿qué son esas cosas que tiene que agradecer?
Tener una vida paralela. Sobrevivir con un oficio que requiere trabajo físico y cierta habilidad manual, lo que compensa mi sedentarismo y mi inutilidad práctica. Conocer la trastienda de muchas familias sin necesidad de ser chusma. Estar en contacto con la naturaleza domesticada de los jardines de zona norte. Participar de los cambios de estación como una planta, un insecto o un sapo más. Tener largos ratos diarios de vaciamiento cerebral. Supongo que a un ascensorista le pueden pasar cosas semejantes. Solo que en el caso de un piletero el paisaje siempre es mucho más agradable.
Siempre habla de su madre en las entrevistas, si tuviera que escribir una novela sobre ella, cómo empezaría?
La primera frase de la novela sobre mi madre que nunca voy a escribir es “Hoy conocí a mi mamá.”
En Las Chanchas existe una dificultad de los personajes para relacionarse. ¿Es adrede porque usted no le encontró el sentido a esa interrelación o se dio así?
No sé si llamarlo dificultad. Hay muchos silencios y muchas negociaciones. Muchas de ellas también silenciosas. Eso quizá genere un aire de desconexión. Pero la conexión, igual, es tan fuerte que los mantiene a todos unidos hasta el final, alrededor de una serie de secretos. Mis libros tienen mucha velocidad y las frases llegan como en bocanadas, pero son más bien silenciosos.
Romina tuvo un papel central en Los Topos, ¿porqué sintió la necesidad de darle una continuidad al personaje?
A partir del momento en el que descubrí que la mujer de Andy podía ser Romina empecé a interesarme por ella, hasta el punto de convertirla en el personaje central de la novela. Central en el sentido de que es quien toma las decisiones principales. No hubo una necesidad de continuidad. Hubo un deseo de saber algo más de ella. De cualquier forma, no terminamos de saber demasiado. Sólo sabemos lo que hizo en Los topos y lo que hizo en Las chanchas. Todo lo demás es un vacío bastante largo que ella misma parece abonar con su forma de narrar, una narración totalmente lineal y de superficie.
Sus mujeres (personajes) siempre están angustiadas ¿así ve al género en la vida cotidiana?
Son mujeres siempre preocupadas. No en todas hay angustia. Los hombres se ven más despreocupados y volátiles. Sin embargo los protagonistas siempre son hombres, y los conflictos más duros recaen sobre ellos. Sería difícil decir que unos se angustian o preocupan más o menos, conforme el género. En todo caso, lo que puede pensarse distinto es la manifestación de la preocupación o la angustia. No hago generalizaciones de género. Menos cuando muchos de mis amigos, y yo mismo, tenemos una feminidad bastante evidente.
Andy es como un doble de Gordini, usted tiene un doble también? o un alter ego? cómo es?
No sé si llamarlo alter ego. Pero uno evidentemente es muy cambiante, ¿no? Yo hablaría más bien de movimientos de la identidad.
Sus personajes buscan (familiares, identidades, la propia esencia). ¿Usted busca algo? ¿Qué?
Familiares, seguro. Y amor, que para eso es la gente, para recibir y dar amor, y para caer en todas esas trampas que hay en todas las búsquedas.
¿Porqué se llama Las Chanchas el libro?
No hay un único motivo. Hay un motivo literal. Uno simbólico. Uno estético. Uno fetichista. Uno continuista. Uno caprichoso. Estos son todos los que puedo detectar ahora. Si explico cada uno de ellos temo que se pierda un poco la gracia, así que prefiero que cada lector se quede con lo que más le cuadre, a riesgo de que a nadie le cuadre nada y todos tiren el libro al tacho.
Se burla de la muerte, en cierto sentido, en Las Chanchas. ¿En la vida real también?
Toda burla es un poco una negación. Supongo que la cosa para por ahí. Supongo que no es tanto una burla de la muerte como una imposibilidad de acceder a ella desde una convicción sobre la vida y sobre el mundo. Al no haber creencia, no hay forma de entender eso que es la muerte, y entonces se niega. No se puede con ella, entonces se la usa para reir, parodiar, etc. No sé en qué sentido se lee una burla de la muerte en mi libro. Supongo que lo hace alguno de los personajes. Probablemente Andy, o Mara. En todo caso, ahí el problema no es tanto mío sino del personaje. Mis personajes no hablan por mí, ni yo por ellos. Nos guardamos mucho respeto y cada uno dice lo que puede de la forma que puede.
Entrevista realizada por la colaboradora del blog, María Molina.