(Buenos Aires, 1963) escritora, periodista y traductora. Nació en Buenos Aires el 27 de septiembre de 1963. Vive en Barcelona desde 1973. Su obra, que está recogida en varias antologías, ha sido traducida en Francia, Holanda, Brasil, Polonia, Alemania, Portugal, Italia y Estados Unidos. Es licenciada en Filología Hispánica, traductora, periodista, profesora de l´Escola d´Escriptura del Ateneo Barcelonés y de Creación Literaria (cuento) en el Máster en Creación Literaria de la Universidad Pompeu Fabra. Crítica literaria en suplementos como Babelia o Quadern y colabora con Página/12.
¿Cómo fueron tus comienzos en la escritura narrativa?
Antes que palabras inventé notas para jugar al piano, que empecé a tocar con cinco años. Antes fueron los pentagramas que los renglones. Y después necesitaba letras para mis canciones. Hablo de los seis, siete años. Y de siempre mi abuela me contaba cuentos del más alucinante género fantástico, fábulas que ella inventaba sobre pajaritos con ojotas y ranas con anteojos. Y mi abuelo, que se la pasaba cantando a Atahualpa Yupanqui y releyendo el Quijote, hacía autoficción y me narraba historias imposibles pero verosímiles en las que él, de niño y adolescente, era un héroe absoluto. Y mi madre era hacedora de sombreros y parecía un diccionario ambulante: conocía el significado de todas las palabras. Y mi tío cantaba ópera. Y mi papá era fotógrafo. Y mi otro abuelo tallaba cristal en un galpón que me parecía mágico. Y mi otra abuela arreglaba relojes de cucú, que llenaban su living y sonaban y “actuaban” cada hora puntuales todos a la vez. Y su jardín estaba lleno de gnomos de colores.
Alguien tenía que contarlo todo. Y en ello estoy. Convirtiendo molinos de viento en gigantes y viceversa.
¿Te inspiró alguna persona o alguna situación en particular?
Creo que la pregunta anterior deja claro que mi familia fue esencial en mi elección. Pero también debo un profundo agradecimiento a mis profesoras de literaratura, quienes supieron mucho antes que yo que dedicaría mi vida a la escritura. Y encontraron el modo de decírmelo de un modo sutil nada imperativo pero sumamente alentador.
¿Existe un horario propicio para ponerte a escribir o cualquier momento es ideal?
Cuando estoy metida en un proyecto escribo desde muy temprano por la mañana hasta que doy por terminado el trabajo del día. Pueden haber pasado cinco horas, pero también doce o catorce. Puedo haber olvidado comer. Puedo de pronto darme cuenta de que ha oscurecido.
¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo y en donde lo haces usualmente?
Donde sea que esté. Escribo a mano, y eso facilita mucho las cosas. Prefiero el silencio, pero puedo escribir en bares y en trenes o aviones. Prefiero mi escritorio, pero me adapto al que esté a mi alcance. Viajo mucho y sería un desastre que me limitara a escribir en mi casa, en un espacio determinado.
Sobre lo que sí tengo una prefernecia innegociable es sobre los cuadernos en que escribo. Deben ser tamaño cuartilla y de papel banco, sin rayas ni cuadros, y tiene que habérmelo regalado alguien que me tenga cariño. Siempre digo que si un día nadie me tiene cariño dejaré de escribir. Yo no escribo para que me quieran. Escribo porque me quieren. Ah, y siempre utilizo estilográfica.
¿Cómo surgió la idea de “Haru” y en qué te basaste para escribirlo?
Haru surgió tras una época de profunda meditación. Pero es sobre todo el resultado de toda una vida dedicada a la literatura. Utilizo el símbolo del tiro con arco, justo porque me parece muy próximo a la concepción de la vida: al principio creemos que hay una diana en la que hay que acertar y poco a poco nos damos cuenta de que la diana no está fuera sino dentro, y que no se trata tanto de apuntar hacia ella como de apuntar desde ella.
Se trata de la historia de una vida entera, la de Haru, con quien todos podemos identificarnos, precisamente porque se enfrenta a lo que nos enfrentamos todos tanrde o temprano: la rebeldía, el deseo, la angustia, la avidez, el miedo, la alegría, el amor, la disciplina, el caos… Cada vida ordena de modo distinto los elementos, pero todas están hechas de los mismos. Haru somos todos.
¿Qué estás leyendo actualmente?
Bad times in Buenos Aires, de Miranda France.
¿Cuáles son tus autores preferidos?
Todos los clásicos. Esos son mis favoritos. Y entre los contemporâneos, los que no parecen clásicos pero sin duda van a serlo. Diría que en el primer grupo abundan por razones históricas los nombres masculinos. Diría también que en el segundo grupo abundan los nombres feneninos.
¿Qué autores recomendarías leer?
Si me lo permites, me gustaría repetir la respuesta anterior.
Si tuvieras que elegir un personaje de ficción de algún libro para sentarte a charlar un rato, a quien elegirías?
Al Adriano de Marguerite Yourcenar.
¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?
La hora de la estrella, de Clarice Lispector.
¡Muchas gracias Flavia por las respuestas!