Romina Doval (Buenos Aires), es licenciada y profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires y magíster por la Universidad de Maine (Francia). Obtuvo el primer premio nacional “Estímulo a la Creación Literaria y Teatral” por su primer libro de cuentos, Signo de los tiempos (2004), y fue galardonada con el Premio de cuento Ciudad de Arena.
Desencanto (2009), su primera novela, ganó el segundo premio del Fondo Nacional de las Artes y su segunda novela, La mala fe (2016), fue finalista del concurso Nueva Novela.
Tradujo y publicó por primera vez al castellano una controvertida biografía, Mi hermano Arthur de Isabelle Rimbaud(2003), y las novelas: El hombre que se reencontró de Henri Duvernois (2008) y El Tutú , costumbres de fin de siglo de Léon Genonceaux (2010)
Residió diez años en Francia y actualmente vive en Buenos Aires.
¿Cómo fueron tus inicios como escritora? ¿A qué edad?
Creo que desde muy chiquita. Recuerdo que en Preescolar teníamos un rincón para jugar a lo que quisiéramos y a mí me gustaba ir allí para inventar y representar alguna la historia. Repartía los roles y les contaba a los otros nenes lo que iba a pasar o lo que ellos tendrían que actuar. Más tarde, en la escuela primaria empecé a escribir esas historias. Era prolífica. Escribía teatro, poesía, cuentos, pequeñas novelas. Las maestras solían felicitarme y eso me motivaba todavía más.
¿Te inspiró alguna persona o alguna situación de vida en particular?
Un día, a los nueve o diez años, tuve que leer un poema mío en voz alta delante de la clase, se llamaba “Poema para mi perro muerto”. Fue impresionante porque cuando terminé de leer me encontré con que algunas chicas estaban llorando. Eso fue muy fuerte para mí porque de algún modo me di cuenta del poder de las palabras. Durante la adolescencia me sucedió algo parecido cuando leía. Ciertos libros,-como Crimen y Castigo o Sobre héroes y tumbas, me estremecieron de tal modo que pensé: cómo me gustaría escribir algo mío que provoque esto mismo en otro. Fue así que empecé a buscar un taller y terminé en el de Liliana Heker donde empecé a formarme.
¿A qué hora del día te surgen más ideas para ponerte a escribir, en cualquier momento o existe un horario propicio para ello?
En general escribo cuando cae la tarde y comienza la noche, es un momento en el que siento que las ideas fluyen mejor, por la mañana prefiero corregir. Pero puede darse al revés.
¿En qué lugar de tu casa te gusta escribir?
Tengo un cuarto propio, como diría Virginia Woolf, al que estoy bastante acostumbrada. Me cuesta escribir en otros lados. Me gustaría hacerlo en un bar, en una plaza. Pero no. Por lo general, tengo que estar allí.
¿Cómo está ambientado tu lugar de trabajo?
Tengo dos escritorios en L. Uno para la computadora y otro vacío para corregir exámenes o escribir a mano. Hay un sillón cama con muchos almohadones de colores donde mi gata suele pasar el tiempo, sobre todo si yo estoy trabajando. Me acompaña Arthur Rimbaud en un afiche que encuadré y que viene de su museo en Charleville- Mézierès.
¿Cómo surgió la idea de La mala fe y en qué te basaste para escribirlo?
Cuando empiezo una novela no tengo muy claro adónde voy a ir. No es como un cuento. Empiezo escribir y voy viendo en la marcha. A pesar de que suelo escribir y planificar argumentos, conflictos o personajes, la escritura me sorprende mostrándome elementos que no había tomado en cuenta y que crecen hasta tomar una dimensión que no tenían en sus ideas originales. En cuanto a La mala fe, como sucede con mi primera novela, el texto carretea sobre componentes autobiográficos pero en algún momento despega y me encuentro en una historia que si bien se parece a la mía es pura invención.
¿Qué estás leyendo por estos días?
Acabo de leer: Casa de verano con piscina de Herman Koch, Donde las mujeres de Álvaro Pombo y El jugador de Alexander Baron, entre muchas otras novelas anónimas que estoy leyendo para un concurso literario donde soy jurado.
¿Cuáles son tus autores preferidos?
Muchos. Al azar: Flaubert, Tolstoi, Borges, Dostoievsky, Salinger…
¿Qué autores recomendarías leer?
Además de los ya mencionados agregaría algunos contemporáneos: Joyce Carol Oates, David Lodge, Roberto Bolaño, Richard Gwyn, Jonathan Franzen, David Grossman…
¿Existe algún libro famoso que te hubiera gustado escribir?
Franny y Zooey de Salinger. Y obviamente El guardián entre el centeno.
Gracias Romina por tus respuestas!!