Entre los problemas más frecuentes de nuestros almacenes, la falta de orden y limpieza tiene el dudoso honor de ser la estrella principal invitada en nuestras instalaciones. Pero esta estrella invitada cuando aparece no es sino la consecuencia de muchas confluencias no deseadas en un almacén.
Como una mancha de tomate en una camisa blanca, la consecuencia salta a la vista, pero su eliminación es tremendamente lenta y laboriosa, a veces ingrata, porque no acabamos de conseguir que todo vuelva a quedar bien. Procesos redundantes, pérdida de trazabilidad, faltas en seguridad y riesgos laborales, poca eficiencia en cada acción, son evidencias de que tenemos algunos problemas en la gestión de almacén que debemos corregir y que, al igual que la mancha de tomate, son difíciles de erradicar.
La solución común suele ser prevenir. Diagnosticar a tiempo los problemas reales que sufrimos día a día en nuestra gestión de almacén como herramienta fundamental y principio de la solución. Pero frente al diagnóstico, siempre vamos a encontrarnos al factor humano, que debe en primer lugar, admitir que tiene un problema. Esta es, en muchas ocasiones, la mayor dificultad para el almacén.
“Cuando una situación indeseada lleva demasiado tiempo en un lugar, se hace invisible a los ojos de quienes la padecen”