Thunder Road / El río Podría haber sido sido alguna una de esas canciones viriles y melancólicas de Bruce Springsteen de náufragos en la ciudad y novias de dieciocho años en asientos traseros de Cadillacs prestados. El río, que siempre es de Heráclito, dejaba en las orillas su manso inventario de prodigios cotidianos, su temblor íntimo, su himno perfecto. A lo lejos parpadeaban las calles y Mary (siempre es ella) dijo que estaba embarazada. No hubo flores en la boda. Ni viaje a moteles junto al mar. Ni siquiera el novio llevó un buen traje, pero el río siempre vuelve, los llama, les invita a que aparquen el Cadillac (que era de segunda mano) y vean las estrellas de New Jersey por los cristales empañados de sudor y de promesas.
Las turbulencias narrativas de Bruce Springsteen abrevan en la literatura de tradición oral y en el cancionero popular de la América profunda, en la periferia de las ciudades fabriles, pero su fino olfato como cantautor no hace ascos al vértigo urbano con las historias casi siempre tremendas de una juventud desnortada, que no vivió Vietnam y que, sin ser ajenos del todo, tampoco viven Irak.Desearía recordar cuándo escuché Thunder road por primera vez. Probablemente no fuese ni parecido el tumulto que sentí al que acabo de notar cuando la he escuchado de nuevo hace unas horas. Hay canciones que no se avienen a la disciplina del cansancio. No se acaban, puedes saberlas de memoria, anticiparte a cada nota o a cada línea del texto, pero emocionan como si no tuvieses de ella noticia alguna. Hacen llorar como si nos dolieran por primera vez. Yo me echo a llorar cuando escucho esta versión de Springsteen en el Hammersmith de Londres en 1975. La canción acababa de salir. Ni el público la sabría todavía.
Un poemaUna vez escribí un poema para Bruce. O para Mary. No tiene título. Acabo de leerlo en voz alta, pero no tengo la voz del Jefe.
Roy Orbison está cantando para los solitarios.
Esqueletos de Chevrolets quemados devoran las calles.
Muestra un poco de fe, hay magia en la noche.
Mary puede no ser una belleza, pero hay besos eternos.
La tierra prometida está al otro lado de la carretera.
La ciudad la pueblan perdedores esta noche, pero en mi corazón
siempre hay un estribillo con el que mecerte
hasta que la oscuridad te robe el miedo
y caigas en mis brazos. Mientras, estoy solo.
Nunca he estado tan solo, nunca estaré tan solo.
No tengo dónde ir. Los amantes desesperados
bailan en las playas de Stockton's Wing.
Se ven desde aquí. se les oye gemir de tristeza.
Juramos que viviríamos siempre en estas calles.
Wendy, Mary, qué mas da. Os quise tanto.
Os quise como si todo estuviese escrito
en una canción del primer Elvis.
Sólo soy un jinete asustado, un perdedor más.
Paseo las calles con mi cara de niño bonito
al que no salen bien las cosas.
Sólo soy un niño descarriado.
Uno que ha oído rechinar por el bulevar
los cascos oscuros de los caballos del rock and roll.
Los chicos saben hacerse los duros
y las chicas se acicalan con prisa y beben a morro.
Hemos visto el pecado de cerca, lo hemos tuteado.
Nos miró el diablo y nos echó el brazo por encima.
Caminamos un buen rato por el filo de la navaja.
El cielo estaba a medio hacer y sonaba Roy Orbison.
Soy el hijo pródigo y estoy buscando el camino de vuelta a casa.
Ahora estos recuerdos vienen y me hieren.
Los quiero apartar, pero escogen las palabras
y hablan por mí cuando abro la boca.
Ojalá despierta mañana en una ciudad de ángeles.
Caminaré por la carretera del trueno.
La pisaré con mi chupa nueva, tocaré una canción para ella.
Tengo carnet del sindicato y una chaqueta de boda.
No importa que no haya vestido de novia, ni flores en el altar.
El parque de atracciones se alza desafiante.
Bajaremos hasta el río. Nos zambulliremos.
Haremos el amor antes de que el río se seque.
Da igual que naciera en un pueblo de mala muerte.
Un perro al que apalean más de la cuenta.
Nací para correr o para meterme en líos.
Nací muerto, nací muerto, nací muerto.
Pero saldremos de esta ciudad.
Los vagabundos nacimos para correr.
Moriré contigo esta noche en un beso eterno.
Después caminaremos por el sol.
(Live at the Hammersmith Odeon, London '75)