Hay días en los que misteriosamente sabes que todo va a ir bien, y hoy, quizás por la fecha, era algo fácil de ver. Da igual que la incertidumbre del futuro se apodere ante tus ojos por lo que vendrá. Sabes que los vientos de cambio están llegando con el frío, porque te notas cambiar tu con él, y eso, inevitablemente, hace que nuevos proyectos de ti mismo también lo hagan. Y es que estamos en Adviento. Y en Adviento, la esperanza está a la orden del día. Y este año, como le decía el otro día a un amigo, es más Adviento que nunca. Y la esperanza se hace larga, porque esperar nunca se me dio bien. Quizás por eso siempre llego tarde, aunque lleve el reloj adelantado más de diez minutos.Hoy me preguntaban qué esperaba de mi futuro dentro de cinco años. Y lo cierto, es que aunque tuviera pensada la respuesta, las palabras han ido brotando de mi garganta sin pasar por ningún filtro. Yo lo que quiero es ser feliz, sentirme útil y sobretodo sentir que formo parte de un proyecto en común. Quiero sentir que crezco día a día. Quiero crecer contigo.
Y creo que una de las cosas que más me gustan del adelanto de la decoración de Navidad, es que la sensación de que se acerca una nueva oportunidad se multiplica por mil. Una nueva oportunidad de crecer. Es como un lunes en el que has pensado que vas a comenzar a cumplir un objetivo, pero a lo grande. Es como un lunes en el que el fin de semana has descansado tanto que tienes ganas de que llegue. Porque va a dar igual la hora en la que suene el despertador, porque la noche anterior te acostaste tan pronto que te despiertas sin que suene. Un lunes en el que sabes que por fin, vas a conseguir lo soñado. Porque a veces los sueños se cumplen y más si es Navidad.Y porque en verdad, lo difícil no es alcanzar la meta, es tener el valor de pensarla, soñarla y tener el coraje de ponerte en camino.Hoy me voy a poner mi gorrito. Tengo ganas de pasear y reilusinarme. De aclarar ideas y soñar nuevas.