Sus Majestades los Reyes Don Alfonso y Doña Victoria con sus augustos hijos, acompañados del hermano del Maharajah de Patiala presidieron la corrida desde el palco regio.
Chicuelo, Antonio Márquez y Cagancho despacharon una corrida de Pablo Romero
Domingo, 12 de agosto de 1928, Santander celebró la segunda corrida goyesca de España, tras la que se celebró en Zaragoza un 12 de mayo pero de 1927.
El Cantábrico dirigido por José Estrañi lo relató así:
En la corrida de ayer, lo goyesco no podía ser más que el marco del espectáculo taurino. Y eso es lo que fue.
Desfilaron majas representadas por lindísimas actrices, las señoritas Socorro González, Margot M. Casado, Caridad
Marinas, Paquita Alcántara y Josefina Tabeada, que iban en calesas auténticas, guardadas celosamente por el Ayuntamiento de Madrid; majos y chisperos vestidos con trajes a la usanza de la época, según modelos dibujados
por artistas, y caleseros, cocheros,etcétera,ataviados todos con absoluta propiedad.
Abría la marcha la sección de trompetas de un regimiento de Dragones,también con trajes de época, y la comitiva
entera dio la vuelta lentamente al ruedo, en medio de los aplausos del público.
En el centro del ruedo había un colosal dibujo de Goya; sobre los toriles,una pandereta gigantesca, en la que
Ricardo Bernardo pintó, con gran maestría, un lance taurino; en los palcos se colocaron gran número de mantones,
y entre los arcos se dispusieron artísticas guirnaldas de ramaje y flores,en cuya colocación resplandecía el
gusto del floricultor señor Rebolledo.
Todo ello era artístico y sobrio, respondiendo a la dirección, de un artista como Ricardo Bernardo, en lo que respecta al adorno de la plaza, y según las normas: dadas por Zuloaga en San Sebastián, por lo que atañe al desfile.
Quizá hubo un poco de precipitación en la comitiva para volver al patio de caballos, de donde salió, después de dar
nada más que una vuelta al anillo. Otra evolución hubiera hecho más vistoso este espectáculo.
BELLEZA Y ELEGANCIA
Tiene de excepcional la corrida de ayer la colaboración del público para el mayor esplendor de la fiesta.
Los palcos y los tendidos ofrecían un espectáculo sugestivo y atrayente en grado sumo, por la cantidad extraordinaria de bellísimas mujeres que había en todas las localidades de la plaza.
Luciendo la clásica mantilla o el airoso mantón; tocadas con sombreros elegantes o descubierta la cabeza; vistiendo
trajes de gran precio o de una modesta elegancia, pero lindísimas todas,las mujeres, que ayer acudieron a la plaza en número considerable, embellecieron la fiesta, fueron su mayor encanto y tal vez contribuyeron,inconscientemente,
al pugilato de valentía que se entabló entre los diestros,porque nada enardece tanto a un hombre que afronta el peligro como el saberse contemplado por mujeres bonitas.
EL ARTE Y EL VALOR
Tuvo la corrida goyesca dos fases bien definidas, y correspondieron exactamente a cada una tres toros. Fue así
por lo que respecta al ganado; pero, sobre todo, por lo que se refiero a los toreros, Chicuelo, Márquez y Cagancho
echaron el resto en cada uno de sus primeros toros, en los que brillaron con cegadores destellos, y después se apagaron casi totalmente.
A esta nota saliente de la corrida hay que agregar otra: la valentía de los diestros.
Nos gustaron mucho los espadas como artistas del capote, las banderillas o la muleta; como valientes, nos entusiasmaron.
Fuente: Diario El Cantábrico
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