Revista Opinión
En el año 2011, a los diez años del 11-S, un comando de fuerzas de élite de los Estados Unidos consiguió abatir a Osama Ben Laden, el principal responsable del atentado que marcó trágicamente el inicio del siglo XXI.
Hoy, a los diez años de los atentados de Madrid de 2004, ¿qué podemos decir los españoles? Que nos retiramos de Iraq, y que poco después iniciamos una negociación con nuestros terroristas locales de ETA, como resultado de la cual los criminales separatistas gobiernan una provincia española y decenas de municipios de dos regiones autónomas.
Siento vergüenza, sencillamente. Hace dos años que ha vuelto al gobierno el partido que perdió las elecciones aquel 2004, como consecuencia del atentado, y nada ha cambiado. Nada absolutamente. Parece que el PP está totalmente dispuesto a conformarse con la penúltima versión de los atentados, según la cual fueron planeados por Al-Qaida como venganza por las detenciones de islamistas en España, durante el gobierno de Aznar. Sugestiva pero incompleta tesis de Fernando Reinares expuesta en su libro ¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España, recién publicado por Galaxia Gutenberg. Con ello, se eliminaría el "argumento" de "Aznar asesino", que nos metió en la guerra ilegal de Iraq y bla bla bla. Y al mismo tiempo se contentaría a los progres y a la derecha obediente, que no han cesado de repetir el mantra de la "verdad judicial" sobre una trama islamista sin conexiones con servicios secretos ni nada que se le parezca. Así que todos contentos, y viva el consenso socialdemócrata.
Por supuesto, el autor no habla para nada en su libro de la mochila de Vallecas. Su interesante teoría se sostiene, entre otras cosas, sobre la premisa de que las pruebas aportadas por la policía en el juicio del 11-M no fueron manipuladas, destruidas ni inventadas. Preguntado sobre las irregularidades policiales y judiciales por el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo (en el programa de Antonio Jiménez en 13TV, hace pocos días), Reinares despreció los datos que le ofrecía el periodista, y prácticamente acto seguido confesó, más o menos textualmente, que no "soy competente en los aspectos periciales". Entonces ¿por qué descarta a priori las informaciones reveladas por autores como Luis del Pino, José María de Pablo o el perito Antonio Iglesias? ¿Cómo se puede desdeñar lo que se desconoce, por mucho que uno sea un experto en otros aspectos? Precisamente lo que se espera de un experto en cualquier materia es que se pronuncie con prudencia sobre aquello que se sale de su especialidad.
La única esperanza que nos queda de que algún día sepamos lo que ocurrió realmente el 11-M es que somos muchos los españoles (más de los que creen nuestros dirigentes políticos y los tres o cuatro grupos mediáticos que dominan el cotarro) que no queremos que se cierren las investigaciones. Seguimos queriendo saber, y no tenemos las prisas impostadas que manifestaron algunos, a golpe de mensajería móvil, antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004, y que súbitamente se esfumaron en cuanto se confirmó la victoria del Partido Socialista. Tenemos, por el contrario, mucha paciencia.
Y puede que incluso tengamos también, por fin, una opción política, llamada Vox, que celebró su primera asamblea nacional el pasado sábado, pese a que los principales medios de comunicación se empeñen en que tal acto no se produjo, que Vox no existe y que Alejo Vidal-Quadras, Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara son ectoplasmas del ultramundo. En esa asamblea se pudo escuchar un vibrante discurso de Santiago, el recién elegido secretario general de Vox, en el cual manifestó su inconformismo con la versión oficial del 11-M.
Efectivamente, han pasado diez años; pero muchos seguimos siendo unos inconformistas.
Algunas entradas que he publicado sobre el tema:
2009: El golpe de Estado del 11 de marzo
2011: ¿Quién colocó la mochila de Vallecas?
2012: Lecciones de conspiranoia
Hoy, a los diez años de los atentados de Madrid de 2004, ¿qué podemos decir los españoles? Que nos retiramos de Iraq, y que poco después iniciamos una negociación con nuestros terroristas locales de ETA, como resultado de la cual los criminales separatistas gobiernan una provincia española y decenas de municipios de dos regiones autónomas.
Siento vergüenza, sencillamente. Hace dos años que ha vuelto al gobierno el partido que perdió las elecciones aquel 2004, como consecuencia del atentado, y nada ha cambiado. Nada absolutamente. Parece que el PP está totalmente dispuesto a conformarse con la penúltima versión de los atentados, según la cual fueron planeados por Al-Qaida como venganza por las detenciones de islamistas en España, durante el gobierno de Aznar. Sugestiva pero incompleta tesis de Fernando Reinares expuesta en su libro ¡Matadlos! Quién estuvo detrás del 11-M y por qué se atentó en España, recién publicado por Galaxia Gutenberg. Con ello, se eliminaría el "argumento" de "Aznar asesino", que nos metió en la guerra ilegal de Iraq y bla bla bla. Y al mismo tiempo se contentaría a los progres y a la derecha obediente, que no han cesado de repetir el mantra de la "verdad judicial" sobre una trama islamista sin conexiones con servicios secretos ni nada que se le parezca. Así que todos contentos, y viva el consenso socialdemócrata.
Por supuesto, el autor no habla para nada en su libro de la mochila de Vallecas. Su interesante teoría se sostiene, entre otras cosas, sobre la premisa de que las pruebas aportadas por la policía en el juicio del 11-M no fueron manipuladas, destruidas ni inventadas. Preguntado sobre las irregularidades policiales y judiciales por el director de El Mundo, Casimiro García-Abadillo (en el programa de Antonio Jiménez en 13TV, hace pocos días), Reinares despreció los datos que le ofrecía el periodista, y prácticamente acto seguido confesó, más o menos textualmente, que no "soy competente en los aspectos periciales". Entonces ¿por qué descarta a priori las informaciones reveladas por autores como Luis del Pino, José María de Pablo o el perito Antonio Iglesias? ¿Cómo se puede desdeñar lo que se desconoce, por mucho que uno sea un experto en otros aspectos? Precisamente lo que se espera de un experto en cualquier materia es que se pronuncie con prudencia sobre aquello que se sale de su especialidad.
La única esperanza que nos queda de que algún día sepamos lo que ocurrió realmente el 11-M es que somos muchos los españoles (más de los que creen nuestros dirigentes políticos y los tres o cuatro grupos mediáticos que dominan el cotarro) que no queremos que se cierren las investigaciones. Seguimos queriendo saber, y no tenemos las prisas impostadas que manifestaron algunos, a golpe de mensajería móvil, antes de las elecciones del 14 de marzo de 2004, y que súbitamente se esfumaron en cuanto se confirmó la victoria del Partido Socialista. Tenemos, por el contrario, mucha paciencia.
Y puede que incluso tengamos también, por fin, una opción política, llamada Vox, que celebró su primera asamblea nacional el pasado sábado, pese a que los principales medios de comunicación se empeñen en que tal acto no se produjo, que Vox no existe y que Alejo Vidal-Quadras, Santiago Abascal y José Antonio Ortega Lara son ectoplasmas del ultramundo. En esa asamblea se pudo escuchar un vibrante discurso de Santiago, el recién elegido secretario general de Vox, en el cual manifestó su inconformismo con la versión oficial del 11-M.
Efectivamente, han pasado diez años; pero muchos seguimos siendo unos inconformistas.
Algunas entradas que he publicado sobre el tema:
2009: El golpe de Estado del 11 de marzo
2011: ¿Quién colocó la mochila de Vallecas?
2012: Lecciones de conspiranoia