Yo te habría querido a pesar de tu comportamiento contradictorio. Ese que siempre detesté porque abundo en la coherencia.
Yo podría haber estado loco por ti, aunque aquella noche en el cine consiguieras que claudicara a favor de ver Los 2 lados de la cama (2005) y no Los 4 fantásticos (2005).
Además, te habría venerado cada segundo, a pesar de que te gustara David Bisbal y renegaras de cualquier acorde de guitarra con distorsión.
Hasta podría haberme enamorado de ti, aun cuando utilizaras la mentira por omisión según te conviniera, cuando para mí la verdad solo tiene un camino.
Y más que ningún otro, habría deseado cada centímetro de tu piel, aunque la más atroz de las enfermedades hubiera convertido tu belleza en un deterioro innombrable.
Y sin pensarlo, habría utilizado mi cuerpo para escudar el tuyo, de encontrarnos entre el fuego cruzado de los fusiles de asalto de la Guardia Civil y los mártires ofendidos de Alá.
Incluso en medio de una supuesta tercera guerra mundial, rodeados de aniquilación y sangre, la certeza de la muerte no habría impedido que te amara con intensidad hasta el último segundo, a la espera de que la radiación nuclear nos alcanzara pulverizando nuestros cuerpos abrazados.
Pero convertirme en otra persona hubiera supuesto un imposible. Y en unas pocas citas comprendí que no eras merecedora de semejante desgaste, cabrona estúpida.