Revista Deportes
La Brasil del 70, el Barça de Pep Guardiola y Johan Cruyff, el Internazionale de Herrera, la Naranja Mecánica, el Santos de Pelé o el Milan de Arrigo Sacchi. Estilos diferentes que marcaron la historia del fútbol, son las leyendas a las que imitar, las formas de ver este deporte como algo en continuo cambio, cómo mejorarlo, cómo adaptarse los unos a los otros, cómo improvisar, cómo hacerse únicos, diferenciales y, sobre todo, cómo ganar.
En Inglaterra surgió a principios de siglo XXI un equipo que no pasaría a los anales de la historia como un innovador, no jugaba con las líneas adelantadas, ni rozaba la excelencia en un juego de posesión, no doblegaba al rival con un fútbol excelso, ni tenía a su Baresi particular como entrenador dentro del terreno de juego. En Londres nos enamoramos de algo diferente. Movimiento, velocidad, dinamismo, corpulencia, permutas y eficacia. Así lo consiguieron.
“Nos sentíamos invencibles. Al salir al terreno de juego sabíamos que íbamos a ganar, era una sensación fantástica” Estas fueron las palabras con las que Dennis Bergkamp definía a la perfección el fútbol del Arsenal en el curso 20003/2004. Aquel año que empezó con una pretemporada para olvidar y acabó con un equipo para recordar. Historia del fútbol. Histórico aquel club que 115 años después de lograrlo el Preston North End, completó una temporada íntegra sin derrotas. Los invencibles les llamaron. Es curioso que cada año la Premier le busque heredero cuando tuvieron que pasar más de cien primaveras hasta que los de Londres lo conseguían. Fácil no es.
Y es que cuando te acercas al nuevo Emirates Stadium, ya desde que abandonas la boca del ‘underground’ de Londres, se respira fútbol. A su entrada, mientras recorres los pocos metros hasta la puerta del estadio te percatas de la grandeza del club, de lo que significa, significó y significará. Una vez en los aledaños lo sientes, lo palpas. Fútbol en estado puro. Arsenal, el club ‘gunner’ que abandonaría el mítico Highbury dos años después de hacerlo eterno.
Aquel curso del 2003/2004. Ese con un ataque de ensueño, la elegancia y magia de Bergkamp, la potencia de un Henry estelar. Una defensa comandada por Campbell, casi imbatible. Vieira y Gilberto, el muro en el centro del campo, Pires y Ljunberg, Ljunberg y Pires, sutileza, técnica y clase. Junto a ellos los mejores años de Lauren, Ashley Cole, K.Touré y Lehmann. Un once recitado de memoria, un once que era poesía. En el banquillo, Arsene Wenger, otro de los nombres propios que siempre tendrá un hueco en la historia ‘gunner’.
Solidez, recuperación rápida, velocidad en ataque y llegadas desde segunda línea. Dinamismo y mucho movimiento sin hacer ascos a la posesión. Un toque especial que le hicieron único. El resultado inmejorable: 26 victorias y 12 empates, 76 goles a favor y 26 en contra, 90 puntos, once más que el Chelsea de Roman Abramovich. Un club gigante que nunca olvidará de donde viene y como llegó. Una afición incapaz de no recordar a sus mitos, porque aquel curso de ‘Los Invencibles’, el que coronó a un equipo inolvidable en 2004, no hizo más que engrandecer a héroes anteriores: Seguro que David Seaman, Lee Dixon, Nigel Winterburn, Tony Adams o Liam Brady se sintieron partícipes de esto. Un equipo que nos hizo sonreír. Un equipo histórico. Una afición que nunca olvida.
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