Zougan era de esos hombres que lo mismo sirven para un roto que para un descosido. De momento sigue con vida porque no ha abierto la boca, pero nunca se sabe cuando pueden volverse las tornas. La Cárcel es dura y si eres el único condenado por la peor masacre terrorista de la Historia de España, siempre serás señalado cómo un pedazo de carne a exterminar por cualquiera que desee un poco de Justicia, de la de verdad, no esa porquería que no dudan en llamar "Estado de Derecho". Ese hombre está en prisión y seguramente tuvo alguna implicación en los atentados terroristas del 11M, pero de seguro que hay muchas más manos culpables en el rocambolesco juego de la ruleta en la que se hayan todos aquellos que siguen preguntándose que pasó aquel día Once de Marzo de Dos mil cuatro, porque sólo un hombre cumple sentencia estando ya con un píe en la calle y por qué los Servicios de Inteligencia, la Policía o la Guardía Cívil no supieron prevenir dichos atentados. Aunque esa es una duda adicional, ¿no supieron o no quisieron?
Golpe de Estado oficioso.
España es, mal que les pese a muchos, mal que lo ignoren otros, mal que lo quieran reconocer lo que lo deben de reconocer, el país más geoestratégico del mundo. Dominar España es dominar el Mundo y por tanto controlar a su gobierno es esencial para poder cumplir determinados hechos funcionales que permitan el normal desarrollo de la actividad estratégica. Sólo hay que coger un mapa y ver que dominamos fácilemente el acceso al Mediterráneo, que tenemos el peso de Occidente al Norte y la amenaza africana al sur y que estamos a la distancia justa para que la Otan pueda desarrolalr ataques selectivos contra objetivos en Oriente Medio estando completamente a salvo de represalias. Ir y pegar. Rota, Morón y Zaragoza son enclaves privilegiados que los Estados Unidos se han resistido siempre a devolver y a España no le convenía hacerlo hasta el incidente de Perejil de Dos mil dos. En aquel momento nos dimos cuenta de que tener a los yanquis aquí no nos vale para una mierda.
Fue tan clarificador que no era sino cuestión de tiempo que alguien competente decidiera que los Estados Unidos quieren tener bases en España con el único objetivo de preservar sus intereses obviando completamente los del país anfitrión. Algo tan imperialista y colonial cómo aquello de lo que nos acusaban cuando andábamos por Cuba y de lo que se sirvieron cómo excusa para arrebatarnos la Fidelísima. A menos de dos años vista de unas elecciones en la que su caballero andante, Aznar, se iba a quitar de en medio, según quien tenía que garantizarse la poltrona monclovita y para ello nada mejor que tirar de dos bazas seguras. El sucialismo que ya apoyaran en la persona de Isidoro durante la decadencia y muerte del Régimen de Franco cómo elemento legislativo y el nuevo y gran aliado yanquilán en territorio árabe, el Gran Reino de Marruecos al que se cuidaron, muy mucho, de ofender durante el referido conflicto del Perejil.
Golpe de Estado Real.
Supongo que estoy desvariando un poco, pero aquellos casi doscientos muertos que se dejaron la piel fundida, por el calor y la deflagración, sobre los railes del Pozo del Tío Raimundo, de Atocha, cuyos pedacitos, vísceras y sangre impregnaron los hierros retorcidos de sus improvisadas trampas mortales, siguen clamando una Justicia que no llega porque la Verdad es tan brutalmente inasumible que es mejor seguir obviándola y ocultándola a sabiendas de que es cómo la mierda dentro de una olla a presión. Si se calienta sin césar, llegará un momento en que no pueda contenerse más y reviente, impregnándolo todo del peor modo posible. Esa verdad, en la lógica más aguda, nos dice que si los terroristas eran, en su mayor parte, marroquíes, es porque venían de un país sobre el cual, la influencia de según quien iba en crescendo y que se iba cobrando justamente el favor llevado a cabo con su no intervención en dos mil dos para aupar ahora a un partido, del que ya tenía roces que tenía de sucialista lo que un miembro de la derecha griega.
Pero dentro de lo cierto o ficticio que tengan mis disquisiciones, no deja de ser un movimiento más de una partida de ajedrez en la que Europa obedece aún al mandato Norteamericano sobre lo que se debe de hacer o no en función de los intereses de Washington. El día Once de marzo de Dos mil cuatro, los trenes de la muerte cumplían el objetivo de movilizar a una Opinión Pública idiotizada, plenamente manipulable y totalmente adoctrinada en contra de toda lógica para aupar al poder a un pelele que, con el tiempo, se ha mostrado cómo lo que ya era cuando, de rebote, fue elegido sobre Almunia para dirigir los designios del felizmente casi finado Partido Sucialista. Esos trenes de la muerte no reventaron en venganza por la Guerra de Irak ni por la Foto de las Azores, muy al contrario, lo hacían para certificar un Golpe de Estado Real del que saldríamos, cómo ha quedado meridianamente demostrado, debilitados, arrastrándonos a los pies de las potencias, fracturado social, económica y territorialmente. Destruido, roto, ejecutado.
Muertos y escaldados.