Revista Arquitectura

11º aniversario de PT: mucho camino por delante

Por Paisajetransversal @paistransversal
11º aniversario de PT: mucho camino por delante Vivimos en una vorágine en la que el día a día a menudo no deja ver mucho más allá. Por eso a veces es bueno hacer un alto en el camino y echar la vista atrás para proyectarnos con energía hacia el futuro. Y precisamente hoy es un buen día para hacerlo ya que hace justamente once años que Paisaje Transversal existe. Once años ya desde que pusimos en marcha el blog y la asociación primero, antes de que comenzara nuestra trayectoria profesional y después como empresa de la economía social allá por 2013. Aunque muchos ya conoceréis la historia (pues tenemos la suerte de que nos habéis acompañado en este camino), permitidnos que la repasemos. 
Hace más de una década arrancamos este blog con un anuncio que casi parecía una amenaza : bajo el título de ‘Encuentros para la topofilia’ anunciábamos nuestra intención de ser una plataforma digital de todo el conocimiento alrededor del paisaje, el territorio y el espacio público. Una propuesta abierta a las colaboraciones de todas aquellas personas que quisieran aportar una visión diferente a la establecida –en la Academia, las revistas y los estudios más tradicionales-. Y funcionó. En este tiempo han pasado decenas de colaboradores por nuestro blog, en parte de los más de 1.400 post que hemos publicado.
Es incontable el número de personas que nos han acompañado en este camino –según las estadísticas casi cuatro millones de visitas a lo largo de estos años- , pero queremos pensar que muchas de ellas (y muchas más que se han ido incorporando en este tiempo) han visto cómo Paisaje Transversal avanzaba hasta convertirnos en los que somos. La oficina de innovación urbana empezó su andadura en 2011 cuando nos establecimos en una minúscula oficina en la calle Montera 34 y emprendimos los primeros proyectos propios. Se trató de un momento decisivo, pues poníamos en práctica todo lo aprendido, lo analizado críticamente y lo reflexionado durante el periodo inicial, volcado a través del blog y los distintos talleres que organizamos en la ETSAM. Fue entonces cuando dimos el paso de la teoría a lo práctica.
Desde entonces, son más de cien proyectos los que nos han ido formando como profesionales y como constructores urbanos. A su vez, hemos tenido la suerte de estar muy bien acompañados de grandes profesionales que nos apoyado a lo largo de esta andadura, viendo cómo se transformaba la sociedad, otras disciplinas y como se hacían posibles otras formas de trabajar con la ciudad. Sin ir más lejos, la alianza #Churruca15.
Si tuviéramos que destacar algo de esta fase de aprendizaje sería la constatación de que la negociación urbana es clave para diseñar proyectos urbanos exitosos. Introducción de cada vez más agentes, más visiones, más disciplinas, más indicadores, más herramientas, más evaluación. Así, la idea de ‘escuchar para transformar’ la ciudad (y el territorio) surge como resultado de todo este proceso y de la continua necesidad de ir innovando y mejorando nuestro trabajo. Por eso, en este decimoprimer aniversario no solo queremos mirar al pasado, si no al futuro. A los retos que tenemos delante como empresa de la economía social (somos una sociedad laboral), como equipo y como agentes del cambio.
Uno de los grandes desafíos a los que nos enfrentamos como equipo que trabaja en las ciudades desde una perspectiva integral y participativa, es consolidar el cambio de enfoque sobre los proyectos urbanos para dejar de entenderlos como objetos (cerrados, finitos, excluyentes, simples, unívocos e impositivos) para pasar a concebir los procesos (abiertos, colaborativos, transversales, complejos, flexibles y eficaces). Esta reivindicación sobre el paso del objeto al proceso no es nueva, sin embargo todavía sigue sin cuajar. En los últimos tiempos hemos visto cómo muchas propuestas siguen encerradas en una visión arcaica del diseño urbano: todavía son habituales la convocatorias de concursos de arquitectura para el diseño de plazas o regeneración de barrios enteros, en las que equipos de arquitectura se encierran en sus estudios para proyectar, ensimismados y ajenos a la realidad, rutilantes propuestas que combinan arte y técnica a través de grandilocuentes metáforas ancladas en la más pura ortodoxia arquitectónica. Es triste, pero poco o nada ha evolucionado nuestra visión en la última década.
Habrá quien argumente que sí que ha avanzado y que ahora la ciudadanía puede votar la propuesta que más les guste. Como si este gesto fuera el sumun del derecho a la ciudad y la revolución urbana. Puro espejismo. Solo es un trámite con el que cumplir el obligado cupo de participación ciudadana y que no es otra cosa que ‘la lógica Facebook’ aplicada el urbanismo. Para semejante viaje no hacían falta alforjas.
Pero, ya lo sabemos, los problemas de nuestras plazas, calles, barrios, ciudades y territorios no se resuelven con brillantes ideas de arquitectura. Si no a través de la gestión de la complejidad inherente a la vida urbana. Y para ello es imprescindible diseñar procesos de transformación urbana en los que se incorporen diferentes visiones disciplinares, voces y agentes que nos permitan determinar conjuntamente los problemas de nuestros entornos primero, además de proyectar soluciones compartidas a los mismos después, para finalmente evaluar sus efectos y hacer las necesarias modificaciones. Y para lograrlo no sólo es determinante incluir una perspectiva colaborativa en el proyecto urbano, sino establecer un marco integral de actuación, combinando una visión estratégica a medio-largo plazo, con actuaciones de carácter táctico a corto.
En definitiva, se trata de hacer las preguntas adecuadas para construir respuestas compartidas a las necesidades y problemáticas urbanas. Una idea que está en la base de Escuchar para Transformar de la que venimos hablando desde hace unos meses.
Por eso, si tuviéramos que pedir un deseo al soplar las velas de esta tarta virtual de aniversario, pediríamos que la Administración Pública cambie la forma en que piensa cómo se transforman las ciudades: que ponga coto a los objetos (concursos) e impulse más (y mejores) procesos. Afortunadamente ya hay varias iniciativas públicas que pueden servir de referencia para que muchos ayuntamientos se animen a seguir por esta senda: nos referimos a la transformación de la Rambla de Barcelona (cuyos pliegos pueden ser un buen modelo), al proceso para la renovación del Parque Fadura en Getxo o para la reconversión del recinto urbano del HUCA en Oviedo, el proyecto Espai Roca en Gavà y Viladecans, Pradogrande o los planes de regeneración de los barrios de Olot.
Este último caso es un buen ejemplo de cómo en Paisaje Transversal hemos experimentado la evolución de la administración a la hora de incorporar en sus procedimientos, tanto de contratación como de ejecución, proceso urbanos apoyados en metodologías integradas (transdisciplinares) y participadas. Si nos remontamos a nuestro primer proyecto -en Virgen de Begoña con un proceso bottom-up- y lo comparamos con los dos planes de regeneración urbana que hemos realizado en Olot más recientemente, vemos de forma clara cómo es posible (y necesario) integrar las nuevas formas de entender el proyecto urbano de la mano de la administración pública. Mientras el proyecto de Virgen de Begoña consiguió fortalecer la cohesión ciudadana y articular proyectos a partir de diferentes programas públicos del ayuntamiento de Madrid, la estrategia de regeneración de barrios de Olot ha ido más allá permitiendo al ayuntamiento integrar un nuevo sistema de trabajo y replicar el proyecto de regeneración en diferentes barrios y mantener la inversión en el plan de regeneración a largo plazo.
Otro de los deseos que pedimos en este aniversario es abrir el ángulo de visión e introducir a los agentes privados como agentes que tienen que aportar su grano de arena para lograr la transformación urbana. Bien común, no solo para defender sus intereses privados. Y mirar hacia afuera. Nosotros nunca hemos dejado de seguir a los innovadores de fuera (Gehl, Project for Public Spaces, etc) y ahora vemos como nuestras intuiciones se plasman en medidas de obligado cumplimiento desde la Unión Europea, con programas como URBACT donde el Desarrollo Urbano Sostenible solo se concibe de una manera participativa, integral y con soluciones sostenibles. 
A pesar de las pequeñas derrotas y de la dificultad encontrada en cada paso que hemos dado (no menos que cualquier otra oficina), Paisaje Transversal ha salido adelante con buen pie y nuestra conclusión es que el viaje ha merecido la pena. Ojalá haya servido este gigantesco esfuerzo para mejorar algo la forma en que se hacen, se transforman y se piensan nuestras ciudades, aquí y allá. De lo que sí estamos seguros es de que este es solo el principio de un largo camino, en el que seguiremos aprendiendo y evolucionando hacia horizontes que afortunadamente aún no somos capaces de imaginar. Gracias por habernos seguido, en el blog, en las redes o en las calles. ¡Por muchos años más!

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