Después del día anterior, lo más lógico sería pensar que este día fuimos a Mopti por carreteras asfaltadas, señalizadas, con el confort y la serenidad que ofrecen las vías transitadas...
Jose (VW) y Dani (H1) habían decidido seguir hasta Mopti por carretera para llegar antes a Bandiagara.El R19 y el Patrol adelantaron por carretera el día anterior.Los moteros tenían claro que llegarían por pista.Y la Mitsu, capitaneada por Juan, no iba a ser menos:
- Flaca, que dicen ''los pishas''?? Que van por la pista?? Venga, sube que arrancamos y nos vamos con ellos!!
Así que lejos de lo que se pudiese pensar, un día más el color del día sería el rojo de la laterita de las sendas.
Y un día más se abrían ante nosotros un camino de ida (y puede que de vuelta, dado el éxito del día anterior) del que lo único que podíamos predecir era que habría agua, arena y vegetación.
Los Baobab, de nuevo, nos dieron la bienvenida esa mañana.
Esta vez los socavones eran algo más vistosos y, cuando pensábamos que más grande no podía haberlo, llegaba otro que ocupaba todo el camino para quitarnos la razón.
-Bordea, Juan, bordea!!! no te metas por medio!!!
Esa estaba siendo la frase del día.
¿Recordáis cuando eramos pequeños y después una tormenta buscábamos los charcos para salta sobre ellos con todas nuestras fuerzas?¿Y lo felices que nos sentíamos cuando nos empapábamos y/o llenábamos de agua a quien nos acompañara a pesar de la regañina que nos esperaba después?
Pues a Juan, a pesar de que hace ya un tiempo que entró en la edad adulta, le gustaba jugar con la Mitsu a atravesar charcos por el centro. Lo cual se ponía muy interesante, cuando en medio de ellos, el coche se rebelaba y decidía...fluir. Y le daba igual la regañina de Pedro. Por que en ese momento...él era feliz.
La mañana pasó entre badenes, arena y charcos.
Y de vez en cuando nos encontrábamos con niños, con familias, que se acercaban sonrientes a saludarnos.
''El País de la sonrisa''
En el momento en que encontramos el primer Baobab a la llegada a Mali, todo cambió:
Nos llamaban ''blancos'' (tubabus), ya que ellos eran negros.
Las mujeres llevaban cuencos llenos y sacos enormes en la cabeza (de ropa, de patatas, de tomates, de mijo...) y los niños sostenían con un elogiable equilibrio cuenco más pequeños, bandejas y botellas llenas de leche...
Los niños de no más de 8 años pastoreaban las vacas cornilargas con una vara y una destreza admirable, mientras las niñas llevaban a la espalda a su hermano más pequeño y de su mano al mediano.
''Le cadeau, le cadeau'' nos decían cuando veían a los ''tubabus'' pasar.
Los colores de sus ropas, sus sonrisas blancas, el golpeteo de las mujeres moliendo el mijo...
Sin duda, Mali para mí, es ''EL PAÍS DE LA SONRISA'', y allí estábamos nosotros recorriendo por una pista que se estaba alargando por sus enorme agujeros. Hasta el punto que cuando paramos a comer alguien dijo:
-No llegamos a Mopti ni de casualidad. Y si llegamos a Djenné tendremos que dar gracias.
Ne pas Problem!! Si no llegábamos a Djenné acampábamos donde fuese.
Para que nos íbamos a estresar? Si a fin de cuentas, haríamos lo que África quisiera.
Así que seguimos la ruta rumbo a donde llegásemos y, como bien he comentado antes, cuando pensábamos que el estado del camino no podía empeorar, lo hacía. Y lo hacía también para los hermanos.
Y, como puestas adrede para darnos un respiro, aparecían comunas, que sé, nunca olvidaremos.
El calor de su gente, las sonrisas de los pequeños, la hospitalidad de los adultos, los buñuelos recién hechos y que tanto apetecían en ese momento....todo eso hace que dé igual donde anochezca, con tal de poder sentirlo.
Y así, entre paradas, baches, charcos, paisajes, y sonrisas, fuimos encontrando preciosas mezquitas construidas de adobe (ladrillos hechos con paja, agua, aceite y arcilla, secados al sol), que eran la perfecta precuela de lo que nos esperaría en Djenné.
Finalmente y tras atravesar el río Bani....llegamos a Djenne al anochecer.
Y allí un hotel, una ducha, una cena en la calle y montones de niños jugando al fútbol.