Pues habrá que ir rematando el resumen del festival antes de que los recuerdos se desvanezcan como pedos en el viento.
El domingo tenía cuatro películas de las que, afortunadamente, ya había visto una en Sitges. Y más afortunadamente aún, la última, con lo que me pude ir a casa tranquilamente sin volver a padecer la lentitud de esa atractiva extraterrestre con maneras de femme fatale que vaga sin rumbo en “Under the skin”.
El resto, confirmó que la edición de este año venía repleta de Valium, con las revoluciones al mínimo y un carácter contemplativo, como de abuela en banco de pueblo, viendo pasar la vida.
Veamos.
L.F.O.
Los suecos, ese extraño pueblo descendiente del fiero Odín, capaces de revolucionar la televisión europea con series como “Bron/Broen”, de parir el black metal más despiadado y nihilista o de no volverse completamente majaretas con sus cuatro horas de sol al día. Y es que con tanto tiempo a oscuras y con ese clima extremo, uno debe tener tiempo libre como para imaginarse las historias más locuelas.
Un tipo obsesionado con el estudio del efecto de las frecuencias sonoras en el cuerpo humano huraño, solitario y con mal carácter, descubre la forma de forzar a las personas a hacer su voluntad y olvidar todo a continuación. Un punto de partida de posibilidades infinitas que en el caso de Antonio Tublen, el dire (un nombre poco sueco, ¿no?) le sirve para construir un thriller de humor negro con grandes momentos, algún que otro bajón y un grand finale alucinante.
Quizá se le queda algo extenso el metraje al sueco, que alarga algunas situaciones en exceso pero que salva el partido con ese gusto por un humor incómodo y un subtexto muy interesante, que nos define como una raza egocéntrica y egoísta. Me queda la duda de si hubiese mejorado quitándole algo de peso a las locas ideas del día a día del protagonista y ahondado en ese final acelerado que te deja pegado al asiento o, por el contrario, hubiese perdido punch.
De todas formas, una propuesta arriesgada que, visto el nivel medio del festival, se posicionó bastante por encima de la media.
JAMIE MARKS IS DEAD
¿De verdad que al director de casting no se le ocurrió que su decisión pudiese generar un ataque de risa entre el público? Porque si escoges a un actor clavado a Daniel Radcliffe y le pones las mismas gafas y el mismo peinado que en Harry Potter, es bastante probable que surja alguna risilla entre el público. Y si encima, tu película es un coñazo de fantasma y muy señor mío, entonces no queda más remedio que pasar el rato haciendo chistes sobre el tema.
Todo empieza muy intimista, con una atmósfera de fantasmas de peli indie que genera interés durante la primera media hora. Hasta que uno se da cuenta de que no hay nada más detrás de unos diálogos vacuos y pedantes y unos protagonistas, chaval tímido y fantasma atormentado, que no paran de lanzarse dobles intenciones sexuales que no llevan a absolutamente nada.
Es imposible entender a estos dos que van de un sitio a otro, mientras el personaje femenino sufre de ataques ciclotímicos sin sentido, en una historia que da a entender que existe un misterio que no es tal. Tan sólo una carrera sin rumbo hacia situaciones cada vez más surrealistas y de comicidad no pretendida.
Otro punto para las velocidades de caracol y la búsqueda de una profundidad que jamás llega.
A GIRL WALKS HOME ALONE AT NIGHT
A estas alturas ya teníamos bastante claro que no íbamos a ver nada repleto de adrenalina y planos vertiginosos. Así que, si la siguiente película era un western de vampiros iraní en blanco y negro, sólo quedaba llevarse un buen tanque de bebida energética.
Podéis creer que es una exageración o una gracieta, pero no. Lo voy a repetir. Western de vampiros iraní en blanco y negro.
¿Aún no tenéis ganas de verla?
Pues lo gracioso es que, probablemente, de forma bastante mayoritaria, fuese la mejor propuesta del día. Eso sí, efectivamente, todo a ritmo iraní y con un tono introspectivo no apto para fans de Roland Emmerich.
La historia de un chaval tímido de estética rockabilly, con un padre heroinómano y un amor desmedido por su automóvil, en un tranquilo pueblo iraní, que topa con una vampiresa amante del rock independiente que selecciona con cuidado las víctimas de su sed, que desemboca en una curiosa historia de amor imposible, avanza con el peligro de desesperar al grueso del respetable pero con un buen puñado de imágenes muy sugerentes y poderosas.
Tanto es así que el experto en dirección de nuestra pandilla estaba encantado con las escenas en las que la protagonista surca la noche montada en un monopatín, o esa bellísima escena en la que simplemente se mueve sensual en su habitación al ritmo de esta canción, el descubrimiento de la noche, que aún me tiene hipnotizado.
Así que, cuidado. Efectivamente, la película no es para todo el mundo, pero si eres capaz de dejarte atrapar por su poética atmósfera, esta señorita que camina en soledad hacia su casa puede ser una gran opción.
UNDER THE SKIN
Esta también la habíamos visto ya en Sitges y tenéis su crítica aquí.
Y hasta aquí dio de sí un nuevo año de frikeces en muy buena compañía. Next stop: Festival Nocturna.
Farewell, my dear friends.