Dejarte fluir es aceptar el cambio sin enojo o frustración, es dejarte llevar, es tomar lo que te da la vida en lugar de intentar moldear la vida de la forma como tú la quieres.
Déjate fluir con lo que sea que sucede y deja que tu mente sea libre. Mantente en tu centro al aceptar lo que estás haciendo. Esto es lo máximo – Chuang Tzu.
Pero ¿cómo hacerlo?
1. Date cuenta de que no puedes controlarlo todo. Creo que todos lo sabemos, en el fondo, pero la manera en la que actuamos, sentimos y pensamos muchas veces contradice esta verdad básica. Nosotros no controlamos el universo y aún así, desearíamos poder hacerlo. Es cierto que puedes influenciar las cosas pero muchas otras están simplemente fuera de nuestro control. En el ejemplo de arriba, tú controlas tu rutina matutina, pero habrá ciertas cosas que suceden de vez en cuando (enfermedad, accidentes, llamadas telefónicas a las 5 de la mañana…) que interrumpirán tu rutina. Date cuenta que estas cosas van a pasar, no “quizá sucedan”, van a hacerlo. Hay situaciones que no están en nuestras manos y que nos afectan en cualquier aspecto de nuestras vidas y debemos aceptarlo como tal, de no ser así, viviremos constantemente frustrados.
2. Hazte conciente. Este punto es muy importante, no puedes cambiar las cosas en tu cabeza si no estás conciente de ellas. Conviértete en observador de tus pensamientos, como un auto-evaluador. Date cuenta cuando te molestas, entonces puedes hacer algo al respecto. Un ejercicio simple sería poner rayitas en una libreta por cada vez que te enojas, por una semana. Así, poco a poco te darás más cuenta de tu ira y frustración.
3. Respira. Cuando sientas que comienzas a enojarte o frustrarte, toma aire profundamente, varias veces. Este paso es importante para calmarte y hacer el resto de los pasos de esta lista. Solo al practicarlo ya tienes un camino avanzado.
4. Toma perspectiva: si te enojas por cualquier cosa que pasa, como que el auto se descompone o los niños arruinan el microondas, y luego tomas una respiración profunda y das un paso para atrás, sentirás que estás viendo una película, deja que la cámara haga un zoom out y verás mucho más de lo que habías visto antes. Alejarse de las cosas ayuda porque te das cuenta de que en realidad no es tan importante como parecería y dejas de darles importancia. Entonces, ¿para qué enojarse?, pronto dejará de ser un asunto que valga la pena.
5. Practica. La práctica es indispensable cuando estamos aprendiendo una nueva habilidad. Es muy probable que al principio falles, que no lo hagas bien, nadie sabe al principio. La habilidad viene con la práctica. Que no te extrañe que al inicio no puedas o que falles, ¡es parte del proceso! Sigue practicando y lo lograrás.
6. Pasitos de bebé. De poco a poco lo lograrás. No pretendas convertirte en un maestro zen de la noche a la mañana, poco a poco. Enfócate en cada uno de los pasos y poco a poco lo irás haciendo todo completo de manera más intuitiva.
7. Ríe. Siempre ayuda ver las cosas de forma divertida que frustrante. Ríete ante la incompetencia, ríete de las situaciones absurdas. Se requiere de separarse de la situación para poder reírse, por lo que tienes que verla desde arriba, no desde dentro. Esa separación es magnífica, así que si puedes reírte de las cosas, haz alcanzado un punto significativo. ¡Intenta reír aunque no creas que es gracioso!, poco a poco se convertirán en graciosas las situaciones.
8. Mantén un diario. De hecho, es uno de los mejores usos que puedes darle a un diario. Una vez al día trata de marcar tus rayitas y escribe sobre las situaciones, ¿por qué te molestaron?, ¿qué hiciste al respecto? ¿Funcionó? ¿Qué puedes hacer la próxima vez? Este resumen te ayudará a aprender de tu proceso.
9. Medita. Si no puedes llevar un diario, al menos haz un recuento mental de tu día. Medita, toma un baño o una taza de té, y conforme baja el estrés, examina tu día. No te frustres: ¡estás aprendiendo!
10. Date cuenta que no puedes controlar a los demás. Nos frustramos con los otros porque no hacen lo que esperamos que hagan. Tal vez se trate de tus hijos, la pareja, un compañero de trabajo, el jefe, nuestra madre o el mejor amigo. Tenemos que darnos cuenta que ellos actúan conforme a su personalidad, con lo que sienten que está bien, no harán lo que nosotros desearíamos que hicieran. Tenemos que aceptar este hecho. Aceptémoslos por quien son, aceptemos lo que hacen. No es fácil, pero con la práctica lo lograrás.
11. Acepta el cambio y la imperfección. Cuando obtenemos algo que queremos, usualmente no queremos que cambie. Pero cambia. Este es un factor de vida: las cosas no permanecen inmutables. En lugar de aferrarnos a las cosas, es mejor aceptar lo que es. Aceptar que el mundo está en una evolución constante y que somos parte de ese cambio. También, en lugar de querer que las cosas sean “perfectas” (término confuso, ¿qué es algo perfecto?) hay que aceptar las cosas tal cual son, no perfectas.
12. Disfruta de la vida como un constante cambio, caótico y lleno de belleza. Retomemos la pregunta de ¿qué es perfecto? ¿“Perfecto” significa la vida y mundo ideal que habita solo en nuestras cabezas? ¿Tenemos ideales que tratamos de alcanzar en nuestro mundo? Porque eso es muy probable que nunca suceda. En cambio, tratemos de ver al mundo tan perfecto como lo es ahora: desordenado, caótico, doloroso, triste, sucio… y completamente perfecto. El mundo es hermosos justo como es. La vida no es estática, sino un fluir de cambios, nunca se queda en lo mismo, siempre se vuelve más y más desordenado y caótico, siempre hermoso.
Hay belleza en todo lo que nos rodea si lo vemos tan perfecto como es.
Yo acepto el caos, aunque no estoy seguro de que el caos me acepte a mí – Bob Dylan.
Fuente: www.yosoy.net