Hoy mi querida hija cumple 13 años, ya es casi una mujer en el pleno sentido de la palabra! Nació con el nuevo siglo! Como ves, a pesar del título, no huyo del 13, número mal juzgado por la superstición mal entendida que olvida que ese número era tan importante y sagrado (por ejemplo, para los mayas) que no tenían valor para pronunciarlo siquiera!
Parece que fue ayer que acunaba a mi niña en mis brazos cada noche. Era pelona y alegre y en sus ojos podía observar su felicidad innata, la de cualquier bebé! Si le hacía un gesto repentino y gracioso, la niña reía sorprendida y movía sus manos sin parar! Y sin hablar todavía, su expresión decía todo lo que debía decir, al corazón! Fue más tarde en su inicio con las palabras que aprendía cuando intentaba convencernos de cómo estaba y qué le hacía feliz! Y bastaba que repitieras aquel gesto que le hacía sonreir para que volviera a manifestar su alegría, sin guardarse nada para sí…
Pero el tiempo y la edad muchas veces nos hace abandonar esa felicidad infantil y espontánea que todos poseemos cuando nacemos! Se nos enseña a temer el mundo, a ver nuestro alrededor como un riesgo… Todo lo nuevo que despertaba infantil interés y curiosidad se convierte en una amenaza o un temor! Es porque algo nos exige conseguir algo a cambio de lo que damos, ya sea una sonrisa o simple amor. Pero… ¿qué caro pagamos ese amor y protección que anhelamos en nuestra vida desde niños, no? Aprendemos a desconfiar de la gente que nos quiere y de lo que nos rodea… aprendiendo a camuflarnos bajo una piel que fabricamos para no ser heridos. Una piel o máscara que nos oculta de los demás… y de nosotros mismos! Llega un momento en que ya no distinguimos esa piel ajena que nos hemos fabricado, con lo auténtico y profundo de nuestro ser!
Y llega esa edad, que tal vez empieza a los 12 ó 13 años, en que la piel ajena se impone a nuestra vida! Aún así, aunque sea en brotes espontáneos y rebeldes, surje nuestro espíritu más juvenil y contestatario que se rebela contra lo establecido, todo ese mundo que aprendimos a temer! Es la adolescencia, ese periodo necesario en que nuestro ser auténtico se manifiesta…poco antes de desvanecerse en la presunta madurez, con el paso de los años. Es entonces cuando el miedo conquista nuestra vida y nuestro día a día…
Tengo el privilegio -no sé si innato o adquirido a fuerza de vivir- de conectar con el Alma de las personas, aunque eso no sea siempre cómodo ni fácil de vivir, sobre todo cuando lo haces con personas que lamentablemente viven temporalmente alejadas de su propia Alma! Es por ello quizás que sintonizo bien con los niños y los jóvenes…o con esas personas mayores que ya se han reencontrado de nuevo con su Alma y la viven cada día, en la verdadera madurez! Quizás porque sé bien no distraerme con la piel que los demás me imponen para disuadirme del excesivo acercamiento! Casi siempre llego a su interior… aunque estoy aprendiendo a no manifestarlo, respetando así la privacidad personal y permitiendo que cada uno llegue por sí mismo a su propia Alma, cuando llegue el momento y lo sienta así…
Así pues, siento como mi hija que hoy cumple 13 años, año a año, día a día, se alejará más de mí y de mi manera de vivir! Es su opción en la vida, su momento para crearse y recrearse en lo que ella desea llegar a ser! Y la quiero lo suficiente y confío en ella, como para respetar su evolución…incluso cuando para ello deje de ser lo auténtica que siempre ha sido y que en el fondo aún es! Seguramente deberé renunciar a su espontaniedad y esa bendita ingenuidad que tienen los niños pequeños y que hace tiempo quedó atrás. A cambio me encontraré a una mujercita que lucha por ser tal como cree y le han dicho que es…aunque para ello deba dejar lo que en realidad es y siente! Seguramente se rebelará ante mis ideas o mis actos cotidianos, incluso hará lo posible para enfurecerme con su rebeldía… pero yo seguiré conectado con su Alma y entenderé que lo que día a día haga ahora en su vida es algo necesario para crecer! Como lo fue para mí y para todos: perderse para reencontrarse con ella misma otra vez, cuando llegue el momento!
Y entonces verá y entenderá que yo estuve, estoy y estaré siempre en su Alma… que no me engaña su nueva piel que ahora está apunto de florecer! Ella, mi niña, -como todas las personas a las que quise y quiero en esta vida- cuando quiera encontrarme lo logrará… cada vez que abra su corazón!
El 13 es su número mágico en el día de hoy…como cada día que sea capaz de abrir su corazón sin miedo…para que entre yo!
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