Acabo de desaguar. En contra de lo que haría Torrente, me lavo las manos. Mientras, el sujeto A entra en el wáter. Después del lavado de manos, me las seco. De seguido, entra el sujeto E dirección al wáter que está ocupado por el sujeto A. Tardo más rato de lo acostumbrado en secármelas.
—¡Eh! —exclama el sujeto A, cuando, al tiempo que está sacando lo mejor de sí mismo, se abre la puerta que da a la taza.
—¡Ah! —replica el sujeto E, cerrando la puerta de inmediato para así no ver a un tío soltando lastre.
Por motivos obvios, el sujeto A y el sujeto E piensan: «Cuándo arreglarán el cerrojo en este restaurante de mierda».