Revista Cine
Corría el año 2003, en un fin de semana de abril, cuando Aaron Ralston, tipo joven y lleno de energía, decidió hacer un viaje a Blue John Canyon, en Utah; paraje que ofrece la posibilidad de hacer una mezcla de deportes extremos, como: senderismo, montañismo, descender entre las grutas del cañón, y cosas por el estilo. Se había impuesto el reto de bajar en cuarenta y cinco minutos el tiempo del recorrido. Casi al principio de la travesía sufrió un accidente, que puso a prueba su fortaleza y deseos de sobrevivir.
La de Ralston es una historia conmovedora, el hecho que cambió su vida sucedió en poco más de cinco días, y Danny Boyle, el mismo director de Slumdog Millionaire, la llevó al cine, bajo el título de 127 horas.
La película es protagonizada por James Franco, quien a sus treinta y dos años tiene una larga trayectoria en cine y TV, aunque es a partir de 2008 que da muestras de estar llegando a la madurez como actor, el papel realizado en Milk es la prueba. Al interpretar a Aaron Ralston confirma que su carrera va en ascenso.
Franco está en la edad adecuada para aceptar personajes que le exigen modificar el físico, para dar mayor realismo a la actuación, en 127 horas lo consigue con creces, su performance es excelente y creíble, capaz de transmitir el calvario por el que atravesó Ralston.
El guión intenta sacar el máximo provecho de la situación, pero es complicado cuando lo llevado a escena sucede a una sola persona, y en un espacio reducido; no hay lugar para muchos diálogos, ni para interactuar, por eso el trabajo del actor cobra mayor importancia.
La propuesta de Boyle es arriesgada. La cinta se basa en hechos reales y es probable que muchos de los espectadores conozcan el desenlace; incluso para quienes no estén enterados es relativamente fácil adivinar el final.
El director se las ingenia para filmar un poco más de hora y media, incrustando flashbacks , proyecciones del pensamiento del protagonista, tomas abiertas, escenas en las que divide la pantalla, entre otros recursos que utiliza para crear un relato dinámico.
Visual y técnicamente el filme es redondo, aun así al terminar el metraje queda la sensación de dèjá vu. El caso es que se trata de la típica historia de sobrevivencia, por eso el esfuerzo del director se queda corto. Al final, la actuación de James Franco hace valer la cinta.
Calificación 7/10