Revista Cultura y Ocio

1280 almas - Jim Thompson

Publicado el 17 febrero 2021 por Elpajaroverde
"Bien, señor, el caso es que yo debería haberme encontrado a gusto, tan a gusto como un hombre puede encontrarse. Porque allí estaba, jefe de policía de Potts County y ganando al año casi dos mil dólares, sin mencionar los pellizcos que sacaba de paso. Por si fuera poco, tenía alojamiento gratis en el segundo piso del palacio de justicia, un sitio tan bonito como el que un hombre pueda desear; hasta tenía cuarto de baño, de manera que no me veía en la necesidad de bañarme en un barreño ni de ir a un lugar público, como hacían casi todos los del pueblo. En lo que a mí me concernía, creo que podía afirmarse que aquello era el reino de los cielos. Para mí lo era, y parecía que podía seguir siéndolo -mientras fuera comisario de Potts County-, con tal de que me preocupara sólo de mis propios asuntos y sólo detuviera a alguien cuando no tuviese más remedio, y de que el detenido fuera un don nadie".
1280 almas - Jim Thompson

Bien, el caso es que Nick Corey, jefe de policía de Potts County, debería haberse encontrado a gusto, tan a gusto como un hombre puede encontrarse. Pero el caso también es que, a Nick Corey, por muy a gusto que pueda parecer que se encuentra, hay algo que lo carcome por dentro. Algo que no debería dejarle comer y dormir, aunque, sin embargo, Nick casi siempre está comiendo o durmiendo. Y es que, "¿qué otra cosa se podía hacer más que comer y dormir? Porque cuando comes y duermes no tienes que preocuparte de las cosas por las que no puedes hacer nada. ¿Y qué otra cosa se puede hacer salvo reír y tomárselo a cachondeo? ¿Qué otra cosa puede soportarse bajo lo insoportable?"

Lo insoportable es eso que, en un punto de esta novela, Nick percibe de repente en una habitación de una casa en la que ha estado cientos de veces. Una habitación en la que entonces siente un vacío que al instante se llena de sonidos: "Niñas indefensas que gritaban cuando sus propios padres se metían en la cama con ellas. Hombres que maltrataban a sus mujeres, mujeres que suplicaban piedad. Niños que se meaban en la cama de miedo y angustia, y madres que los castigaban dándoles a comer pimienta roja. Caras ojerosas, pálidas a causa de los parásitos intestinales, manchadas a causa del escorbuto. El hambre, la insatisfacción continua, las deudas que traen siempre los plazos. El cómo-comeremos, el cómo-dormiremos, el cómo-nos-taparemos-el-roñoso-culo. El tipo de ideas que persiguen y acosan cuando no se tiene más que eso y cuando se está mucho mejor muerto. Porque es el vacío el que piensa, y uno se encuentra ya muerto interiormente; y lo único que se hace es propagar el hedor y el hastío, las lágrimas, los gemidos, la tortura, el hambre, la vergüenza de la propia mortalidad. El propio vacío".

El vacío propio de Nick a veces no consigue llenarse ni con comida ni a base de cabezadas. Y es que Nick no puede evitar en ocasiones sentir pena por alguien. Pero menos mal que ese sentimiento de lástima se evapora enseguida, pues, al fin y al cabo, ¿de qué sirve la lástima cuando no puedes ayudar al sujeto de tu aflicción? ¿de qué sirve compadecerse cuando mires hacia dónde mires hay alguien que necesita ayuda y tú no puedes hacer nada?

Nick se siente a veces como si fuese el único que percibiera esas cosas y que sintiera que hubiera que hacer algo para solucionarlo. Sus vecinos parecen más bien inhibirse o ser "de los que dicen que la culpa de todo la tienen otros y que la solución consiste en acabar con ellos. O de los que afirman que hay que entrar en guerra con otro país. O... Dios sabe qué". Y Nick no puede evitar pensar "que quizá se debe a ello el que no progresemos tanto como en otras partes de la nación. La gente pierde tantas horas de trabajo linchando a los demás y gasta tanto dinero en sogas, gasolina, emborracharse por anticipado y otros menesteres necesarios, que queda muy poco para fines prácticos". Así que Nick se aplica con esmero a esos fines prácticos. Y el fin más práctico para él no es otro que salir reelegido nuevamente como jefe de policía de Potts County.

"En las veces anteriores siempre había hecho correr la voz de que estaba contra esto y contra aquello, contra cosas como las peleas de gallos, el whisky, el juego y demás. De este modo, la oposición pensaba que lo mejor era levantarse contra lo mismo, sólo que con un ímpetu dos veces mayor que el mío. Y entonces iba yo y abandonaba. Porque casi todos pueden hacer discursos mejores que los míos y cualquiera podría resultar más contundente en favor o en contra de una cosa. Y es que yo no he tenido nunca convicciones muy arraigadas respecto a nada. Ni las tengo.

Bueno, el caso es que cuando llegaba el momento de optar parecía que la gente se iba a quedar sin diversiones si se votaba a mis oponentes. Lo único que podía hacerse sin correr el riesgo de ser arrestado era beber gaseosa y besar como mucho a la propia esposa. Y a nadie le gustaba demasiado la idea, esposas incluidas".

Ese lugar en el que besar a la propia esposa resulta una idea nada halagüeña, incluso para las propias esposas, es Potts County, el cuadragésimo séptimo municipio más grande de un estado de cuarenta y siete municipios. Su censo es de 1280 habitantes si hacemos caso de la señal situada a las afueras del pueblo que reza "1.280 almas". Claro que no falta quien discuta acerca de esa cantidad. Es bien sabido por todos que "los negros no tienen alma porque no son personas", pero, como los leguleyos obligan a contarlos, pues no ha quedado otra que incluirlos entre las 1280 almas que proclama dicha señal. Y es que no sabemos a qué estado pertenece Potts County, pero sí intuimos claramente que es uno del sur de los Estados Unidos de América y que estamos en una época en la que, aunque ya abolida la esclavitud, los descendientes de esclavos y esclavistas aún la llevan grabada en esa alma que tanto unos como otros tienen.

Pues bien, entre esas 1280 almas se encuentra la de Nick Corey, quien no quiere por nada del mundo descender de su particular reino de los cielos: alojamiento gratis, cuarto de baño privado y todo el tiempo del mundo para comer, dormir, frecuentar la compañía femenina (a ver qué culpa tiene él de tener tanto éxito entre las féminas) y, por supuesto, trabajar. Claro que, como su trabajo consiste, precisamente, en hacer más poco que mucho, le resta bastante tiempo para holgazanear (perdón, para todo lo demás). Y es que, como él mismo se excusa: "En primer lugar, no soy realmente valiente ni trabajador ni honrado. En segundo lugar, los electores no quieren que lo sea". Por lo tanto: trabajo cumplido sin apenas trabajar.

No quisiera que pensarais que Nick es lo que se suele denominar un jeta. Tan solo y, si acaso, algo manipulador, pero con ese fin práctico de salir reelegido en el cargo, algo que barrunta será más complicado esta vez que en ocasiones anteriores. Además, el que él "ponga la tentación delante de la gente no quiere decir que se tenga que pecar". No lo juzguéis duramente solo porque eso que lo reconcome y que no lo deja sentirse completamente a gusto al final no resulte ser otra cosa que su propio interés. Al fin y al cabo, ya que tiene claro que no tiene caso ayudar al prójimo, por qué habría de renunciar a ayudarse a sí mismo. Sin olvidar, además (claro que esto no os lo había contado), que Nick se siente algo así como un enviado divino de un dios inmisericorde cuya misión es mantener el orden que ese dios ha creado para un mundo en el que cada uno tiene su puesto asignado.

"Según la ley, yo debería estar al acecho de los grandes y los poderosos, de los tipos que realmente gobiernan este lugar. Pero no se me permite tocarlos, así que me veo forzado a equilibrar la situación siendo dos veces implacable con la basura blanca, los negros y los individuos como tú que tienen el cerebro perdido allá en el culo porque no encuentran otro sitio donde utilizarlo".

No, en serio, no juzguéis muy duramente a Nick. Lo suyo es como "una especie de rutina de la que me he hecho esclavo". Hay ciertos actos y comportamientos que parece que uno va olvidando por falta de práctica. "Uno lo olvida porque no le hace falta, y en seguida pierde la onda. Lo que está mal le parece bien y al revés". Además, tengo la ligera sospecha de que Nick solo se está protegiendo. Quién puede culpar a nadie de que impere en ese nadie el instinto de supervivencia. Nick solo quiere conservar su estatus y privilegios. Quién puede, asimismo, culpar a nadie de sentir miedo cuando todos internamente lo sentimos. Os aseguro que nadie (no, no, vosotros tampoco) quiere ser voz de ese coro de sonidos que llenan el vacío y que crean un vacío en sí mismos.

"Me estremecí y pensé en lo maravilloso que había sido nuestro Creador al crear algo tan repugnante y nauseabundo, tanto que cuando se comparaba con un asesinato éste resultaba mucho mejor. Sí, verdaderamente había sido una obra magna la Suya, magnífica y misericorde".

Magna y magnífica, aunque no precisamente misericorde, es esta obra de Jim Thompson. En ella hay asesinatos pero, por injustificables que estos sean, hay cosas en ella que me resultan mucho peores. En ella hay asesinatos porque difícilmente se concibe una novela negra sin que los haya.

1280 almas es u n clásico de la novela negra sin ser la clásica novela negra. Su comienzo no es un asesinato y su trama no consiste en averiguar quién lo cometió. Sabemos en todo momento quien comete los asesinatos porque nosotros lo acompañamos en todo momento. Jim Thompson elige un protagonista y narrador de mentalidad aparentemente simple pero que, poco a poco, nos va desgranando lo que se cuece en su mente y cómo opera esta. Nick Corey es un personaje con gancho y que, finalmente, y a pesar de su doblez, resulta tan simple como podamos ser cualquiera de nosotros, pues, como él mismo concluye, "en cuanto a saber qué hacer, no sé más que si fuera otro piojoso ser humano".

Si 1280 almas fuese una película en lugar de una novela, la calificaría sin dudar como una comedia negra. Su humor es ácido, irreverente, en las antípodas de lo políticamente correcto e incluso, en ocasiones, absurdo y pueril. No he podido evitar reírme con la manera de contar las cosas de Nick Corey, es decir, de Jim Thompson. El resto de personajes interpretan su papel también de forma brillante. De hecho, me ha parecido una novela muy cinematográfica. Supongo que porque tiene un ritmo muy ágil debido a que abunda mucho el diálogo ( diálogo del bueno, además) y porque tiene ese olor a peli clásica.

Movida por la curiosidad, me puse a investigar (es decir, a buscar en Google (tales son mis armas de investigadora)) si había alguna adaptación cinematográfica de esta novela, y mi curiosidad se volvió aún más curiosa al encontrarme con un filme de origen francés dirigido por Bertrand Tavernier en 1981 y ambientado en la África Colonial Francesa de 1938. La verdad es que, estaba tan imbuida de ese espíritu tan sureño de la novela (lo que es sureño hablando de Estados Unidos, pues África, naturalmente, es mucho más sureña) que me chocó dicho cambio de ambientación, hecho por el cual aún no me he animado a ver la película. Aunque, bien mirado, no debería haberme sorprendido el hecho de que alguien, en este caso Tavernier, sintiera la tentación de trasladar esta historia a otro tiempo y otro lugar. 1280 almas, como toda gran obra y todo clásico que se precie de serlo, tiene una perenne capacidad de traslación. Así, creo que no se puede leer esta novela sin pensar en la omnipresente corrupción política; en la sociedad indolente de la que somos miembros; en el culpar de todo a los otros sin admitir nuestra parcelita de culpa; incluso en aquellos que, cansados de comer mierda, intentan rebelarse y ocupar el puesto del que está por encima y se la hace tragar, ignorando, probablemente, que "puede que él coma algo peor que mierda, [...] y tú serás mucho más feliz quedándote donde estás".

"-Es probable que sepa usted a qué me refiero, comisario. Hasta un hombre de su oficio tiene que cerrar los ojos ante muchas cosas malas.

-En eso tiene toda la razón [...]. Tengo que cerrarlos si quiero seguir en el puesto.

-¿Y quiere de veras? ¿Nunca ha pensado en emprender otra clase de trabajo?

-No mucho [...]. ¿Qué otra cosa podría hacer un tío como yo?

-Bueno, eso es lo que iba a preguntarle [...], algo que me preocupa mucho. ¿Puede disculparnos el hecho de que no podamos hacer otra cosa?

-Bueno [...], ¿disculpa usted a un poste por encajar en un hoyo? Es posible que haya una madriguera de conejos en el hoyo y que el poste los aplaste. Pero, ¿es culpa del poste el que entre en un agujero hecho para que encaje?

-No es un ejemplo muy exacto [...]. Usted habla de objetos inanimados.

-¿Usted cree? [...]. ¿No somos todos relativamente inanimados [...]? ¿De cuánta libertad disponemos? Se nos controla por todas partes, nuestra estructura física, nuestra estructura mental, nuestro pasado; se nos moldea a todos en su sentido concreto, se nos determina para desempeñar cierto papel en la vida y [...] lo mejor es jugarlo, llenar el agujero o como mierda quiera usted decirlo, porque si no se derrumbarán los cielos y se nos caerán encima. Lo mejor es hacer lo que hacemos, porque si no, ocurrirá que nos lo harán a nosotros.

-¿Quiere decir usted que es cuestión de matar o ser muertos? [...]. Detesto pensar en esto [...].

-Puede que no me refiera a eso [...]. Puede que no esté seguro que lo que quiero decir. Creo que me refiero principalmente a que no puede haber infierno personal, porque no hay pecados individuales. Todos son colectivos, [...], todos compartimos los de los demás y los demás comparten los nuestros. [...] Quiero decir que el deber no corre totalmente a cargo del individuo que lo acepta, tampoco la responsabilidad".

Traductor: Antonio Prometeo Moya

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