Revista Cultura y Ocio
Hoy se cumplen 13 años de la pérdida de Antonio Vega, el músico madrileño, quizás uno de los mejores y más deslumbrantes músicos de una generación increíble, aquella que dominó la época de la movida y que ya fuera con un estilo más pop o más rock, hizo con sus letras estremecer a más de uno y de una. Otro tema era su vida privada, con continuas caídas en las drogas, pero siempre trato de separar a la persona del músico, y su legado musical es inmenso. Es ahí, en ese legado donde me detengo, ya que, aparte de todo lo hecho con Nacha Pop, para mí hay temas que forman parte de mi vida, de mi crecimiento como persona, y desde luego algunas de las mejores canciones que se han hecho en castellano, las compuso él. Luego su carrera en solitario demostró toda su calidad a lo largo de una larga cantidad de años, con discos y canciones inolvidables.Hay muchos trabajos de Antonio que son auténticos portentos musicales que escuchados a conciencia, te hacen ver que sólo un genio como era él, podía hacer algo así, de tanta calidad para dejarnos un legado impresionante.
En 1998 después de 4 años de sequía, algo que en el caso de Antonio empezaba a ser habitual provocado por su desastrosa vida y su relación con las drogas, editó este trabajo Anatomía de una ola. El disco se graba en Palma de Mallorca, con Joan Bibiloni de productor. No es mi disco favorito de Antonio, pero desde luego es el más intimista junto a 3000 Noches con Marga. Aquí hay fragilidad, hay sensibilidad y mucha emoción, toda la que sólo él era capaz de transmitir.El título del disco es muy aclaratorio con respecto a la idea del mismo, ya que la anatomía de una ola es la forma de algo que es muy parecido, pero no siempre es igual, algo casi repetitivo pero diferente, como si se estuviera definiendo el caos.Este sin duda, es de esos discos que hay que oír, y cuando hablo de oír lo digo a fondo, ya que la intimidad que destripa el artista y su tremenda fragilidad salen aquí a la luz de una manera descomunal.
Me quedo hoy con Ángel caído que es una pasada, con cierto homenaje a Van Gogh, pintor con el que Antonio se sentía muy identificado (ya somos dos), tema extremadamente punzante y dolorido, que canta de manera brutal, y donde destaca ese sólo de guitarra acústica.Os dejo con Ángel caído.