Asegura el antropólogo Hillard Kaplan, de la Universidad de Nuevo Méjico, que son necesarias 13 millones de calorías para criar a un humano hasta que sea capaz de independizarse. El sorprendente dato me ha llevado a cuestionarme si aún hoy, en pleno siglo XXI, el mayor porcentaje de esas calorías serán aportadas por las madres (hoy en su día comercial), y, aunque la balanza ha ido equilibrándose, apuesto a que sí.
La total dependencia de la madre al nacer por cuestiones de lactancia y el vínculo único que se produce entre el bebé y su madre y después entre el niño y su madre no hacen sino reafirmarme en ésta tesis que se apoya, además, en las imprescindibles enseñanzas que suelen transmitir las féminas relacionadas sobre todo con aspectos emocionales (siempre hay excepciones, claro está).
A pesar de que, cada vez más, los dos sexos se implican en la crianza de los hijos, las madres siguen siendo las encargadas de enseñar habilidades sociales, quizá porque llevamos haciéndolo miles de años, desde que nos quedábamos en las cavernas ocupadas de la crianza para que los padres salieran a cazar.
Hay madres y madres me dirán, y es cierto. Hay madres maravillosas como la mía y las de casi tod@s y hay madres como la de Mary, porque también las hay:
