Hace unos meses os conté en Facebook algo que le pasa habitualmente a mi hijo. Para comprender esta historia tienes que saber que mi hijo Gabriel es un niño muy activo. No para quieto, no se sienta casi nunca, y tan pronto para su actividad se duerme en cuestión de minutos. Sin embargo hay una actividad que odia sobre todas las cosas, y es simplemente andar. Un pequeño paseo o simplemente ir desde el coche hasta un destino concreto es una actividad que le irrita con mucha facilidad. Eso de caminar sin un objetivo concreto o bien hacia un lugar que no le fascine se convierte en un reto. En solo segundos empieza a decir que está cansado, que le duele un pie, que le aprietan los zapatos. Cada día sus excusas son más sofisticadas. A menudo acaba sentado o tendido en el suelo diciendo que no piensa andar más y punto. Él es así de tajante.
Hace unos meses recibí una carta para la maestra pidiendo que, por favor, el niño tenía que descansar más. Que a menudo iba cansado al colegio. Decía que estaba cansado para hacer las actividades y que se levantaba de la silla. Me extrañó mucho ya que cuando voy a por él al colegio mi hijo sale de allí como un animal desbocado y corre por la calle.
“Mi hijo no está cansado. Mi hijo está desmotivado.”
Pero lo que me di cuenta al mirar el ejemplo de mi hijo es que no es el único que no entiende la diferencia entre estar cansado y estar desmotivado. La mayoría de adultos que conozco no distinguen bien entre el cansancio y la desmotivación.
“Muchos adultos que me rodean tampoco están cansados, están desmotivados.”
Claro que cuando no hay motivación cuesta hacer más las cosas. Nuestro cerebro se niega y comienza a dar señales de hastío y de fatiga. Nos decimos a nosotros mismos que estamos cansados, pero la realidad es que estamos completamente desmotivados.
A menudo te distraes. Yo también lo hago. Cuando estamos desmotivados nos distraemos facilmente. La gente que ve mucho la televisión, lee durante muchas horas sin ningún fin o viaja constantemente no está cansada, está simplemente desmotivada con su vida. Sus objetivos no los tienen claros o simplemente son inexistentes.
¿Qué puedes hacer si estás desmotivada?
- Busca un objetivo a largo plazo. ¿Qué es lo que quieres conseguir en tu vida? ¿Cómo te gustaría que fuera tu vida en cinco o diez años?
- Crea un plan de acción. ¿Cómo vas a llegar a ese objetivo? ¿Qué tienes que hacer para conseguirlo?
- Confía en ti. Y si no eres capaz de actúa como si confiaras en ti misma. Muchas veces, cuando no somos capaces de salir de un círculo vicioso, lo mejor es fingir que hemos superado y actuar como tal. A mi es algo que me ha servido a lo largo de mi carrera profesional y también en lo personal. Actuar como algo que no acabamos de creernos que somos capaces acaba haciendo que lo consigas. ¿Qué haría una persona que se sintiera segura?
- Ten metas a corto plazo objetivas, razonables, que puedas cumplir por ti misma. No valen objetivos del tipo “Que mi amigo me trate con más respeto” no es algo que dependa de ti. Tu objetivo puede ser conseguir decirle que sea más amable o alejarte de él, pero que te trate con respeto no depende de ti.
- Busca metas también que no tengan porqué influir a largo plazo. No hace falta que todo se haga con un fin supremo. Muchas metas se hacen por superarse o sentirse mejor. Por ejemplo una meta puede ser sorprender a alguien especial para ti o conseguir ir a ese curso de fotografía que siempre quisiste.
- No dejes que otros te definan. Que nunca hayas sido capaz de ir al gimnasio más de un mes no significa que no puedas hacerlo a partir de ahora. No dejes que otros decidan qué puedes y qué no puedes hacer.
- No uses anclajes negativos. No vale pensar “como siempre que he intentado ser constante no he podido serlo, ahora no va a ser diferente”. Eso es un anclaje negativo. Acuérdate de esas cosas que sí pudiste hacer, como esa vez que te pusiste a estudiar o cómo nunca dejabas de ir a tus clases de inglés. Siempre intentamos agarrarnos a cosas en negativo en lugar de las experiencias que sí que pudimos hacer. Agárrate a ese momento en que fuiste capaz de superarte.
- No pierdas de vista tu objetivo. Imagínate con frecuencia con ese objetivo conseguido, dibújalo, escríbelo y ponlo en un lugar que mires con frecuencia. Cuando estés a punto de tirar la toalla recuerda qué es lo que tratas de conseguir. Comparte con la gente tu objetivo, con aquellos que puedan ayudarte en el momento que vas a abandonar.
- Deja de distraerte. Tu tiempo es limitado, aprovéchalo para alcanzar tus metas. No te distraigas ante la menor oportunidad. Usa tu tiempo de ocio conscientemente, pero no uses excusas.
Este post forma parte de un proyecto personal llamado “Ganar mucho con muy poco”. Te recomiendo que leas la historia de este proyecto. También escribo unas cartas personales los Lunes, con contenido diferente al del blog, si quieres recibirlas puedes suscribirte AQUÍ.