Agricultura:
España era un país fundamentalmente agrario con aproximadamente dos tercios de la población campesina. Se pueden distinguir tres fases:
• Desde principio de siglo y hasta la terminación de la Primera Guerra Carlista (1840) se trata de una fase de estancamiento.
• Una fase de crecimiento debido a las desamortizaciones y otras medidas orientadas al liberalismo económico como la supresión del régimen jurisdiccional, la propiedad privada de la tierra etc.
• El último cuarto de siglo se caracteriza por la crisis finisecular debido a la mejora de los transportes y la necesidad de modernización agrícola.
La producción continuaba basándose en la trilogía mediterránea:
• Cereales: Especialmente trigo que constituían el sector básico.
• Viñedo: Sector que creció viviendo una edad de oro a finales de siglo cuando la filoxera y el mildiu afectaron a los viñedos franceses. Aunque cuando la plaga llegó a España la situación sería dramática.
• Olivo: Que vivió una fase expansiva.
A estos productos hay que añadir los cítricos, cultivados fundamentalmente en levante. Sin embargo la ganadería disminuyó su importancia y además no se puede hablar de una revolución agrícola. Y ya que aunque se introdujo nueva maquinaria, abonos, fertilizantes y nuevos cultivos como la patata o el maíz, esto fue en muy poca medida como para mejorar notablemente la agricultura.
Industria:
La industrialización en el XIX fue muy tardía e incompleta, especialmente en una primera fase hasta 1830, así habría que esperar 1850-70 para ver un impulso significativo. Esto se debió a tres causas:
• El carbón asturiano era caro, de difícil extracción y escaso poder calorífico.
• La población tenía un bajo poder adquisitivo con lo que existió una baja demanda que no hizo necesario la introducción de nueva maquinaria en la industria.
• La falta de capitales, lo que obligaría finalmente a recurrir a capitales extranjeros. Los dos sectores claves de la industrialización fueron el textil y el siderúrgico, en Cataluña y País Vasco.
El algodón desplazó a otros tejidos y en 1833 la fábrica Bonaplata de Barcelona introdujo en sus talleres la maquina de vapor. El crecimiento del sector textil catalán desde entonces y hasta 1860 fue vertiginoso. Sin embargo el inicio de la Guerra de Secesión en 1861 produjo en Europa un "hambre de algodón" que la industria textil superó gracias a medidas proteccionistas. En los años 80 la demanda de Cuba y Puerto Rico dieron un nuevo impulso al sector quedando Barcelona como capital del algodón y otras ciudades como Sabadell o Tarrasa especializadas en otros productos.
Malagá fue la primera provincia que vio surgir empresas siderúrgicas, sin embargo pronto Vizcaya y especialmente la cuenca del Nervión se señalaría como la principal zona de industria siderúrgica. Además al puerto de Bilbao podía llegar carbón británico, más barato y de mejor calidad y en los mismos barcos se exportaba hierro a Inglaterra o Bélgica. (Societè Franco-Belge des Mines de Somorrostro 1876) A mediados de siglo un alto horno en Bolueta y en 1902 con la fusión de tres grandes empresas nació la sociedad Altos Hornos de Vizcaya.
Transportes:
El principal transporte del siglo XIX fue el ferrocarril para cuyo desarrollo en España hubo que salvar las condiciones naturales que supusieron un gran obstáculo. Sin embargo frente a los transportes tradicionales en calesas, galeras o carros el ferrocarril supuso la máxima innovación. La primera línea se construyó en 1848 entre Barcelona y Mataró con un recorrido de 28 kilómetros y la segunda unió Madrid con Aranjuez en 1851. Sin embargo la primera línea se construyó en 1837 en la isla de Cuba entre La Habana y Güines.
La ley de Ferrocarriles de 1855 supuso el verdadero impulso a la construcción, durante el siguiente decenio se construyó la mayor parte de la red impulsado especialmente por capital extranjero. El gran problema fue que la vía debió hacerse más ancha que en el resto de Europa, no fue ni un error técnico ni una decisión de carácter militar, sino una necesidad de disponer de locomotoras con más potencia para salvar los desniveles del terreno. De todas formas las consecuencias del desarrollo del ferrocarril es España fue tremendamente positivas, permitiendo el abastecimiento de las ciudades, el transporte de todo tipo de productos y acortando los tiempos y los costes.
La máxima novedad de la centuria fue el ferrocarril, símbolo del progreso industrial. La primera línea se inauguró en 1848, durante el decenio 1856-66, se construyó gran parte de la red impulsada por capital extranjero y durante La Restauración se completó la trama peninsular. En su construcción se cometió un fallo nefasto: el ancho de vía diferente que nos incomunicaba con el exterior. Las consecuencias del ferrocarril fueron notables: acortó distancias y abarató costes.
Mercado:
A principios de siglo el comercio en España se reducía a mercados comárcales y locales debido a las enormes trabas legales y la falta de una buena red de comunicaciones. Hasta 1834 los gremios siguieron obstaculizando la libre competencia. Además se pagaban numerosas tasas: portazgos, pontazgos, barcazgos, además de aranceles por cruzar la frontera de algunas regiones. En 1868 todavía existían 887 portazgos. Otros dos problemas fueron la escasez de productos y el bajo poder adquisitivo. La legislación intentó corregir todos estos males, la unificación de pesos y medidas, la introducción del sistema métrico decimal, la unificación monetaria (peseta) etc. Especialmente con la Ley Figuerola de 1868.
La mejora de la red de transportes, ferrocarril, navegación y tráfico viario permitió que vino, trigo y carbón fuesen los principales productos comercializados. La aparición de un verdadero mercado nacional no llegó a ser completa hasta finales de siglo gracias al intercambio entre las distintas regiones de productos agrícolas o industriales y al favorecer el movimiento de personas y la llegada de capitales extranjeros. La nueva sociedad.
PD: Faltaría añadir el proceso desamortizador.