nada es más simple,
no hay otra norma:
nada se pierde,
todo se transforma.
Como pájaros, sin cálculos ni léxicos algebraicos, se anidan y asfaltan mis vericuetos. Los faros alumbran con mayor intensidad. Los arcos se elevan. Los puentes se caen, se invierten, muerden al aire y una caja se tuerce de infladas cosquillas. A veces llegan con retraso, pero nunca cancelan sus vuelos. Es una lluvia, un torrente de casuales con aeropuertos y veredas sin horarios de cierre. Un abecedario se enreda, los gestos son ilegibles, el asombro el horizonte.
Muchos insensatos se chocaban y recobraban la vista así, sin saber cuáles fueron los pájaros o las constelaciones que les indicaba el enredo perfecto. Los signos se interrogan con exclamaciones cómo tú y yo, nosotros, hemos podido atarnos los cordones en esta noria que todo lo transforma.