Mucha gente teme ir al médico, pero si existe la posibilidad de pasar por el quirófano para que le practiquen cualquier tipo de cirugía, el miedo se convierte en pánico.
Muchos paciente se suelen preguntar "¿Me dolerá?" o "¿Qué pasa si me despierto mientras me están operando?" Son algunos de los temores más comunes que tenemos cuando nos sentimos más vulnerables, a pesar de que los médicos y cirujanos son profesionales altamente capacitados.
Los hospitales son instituciones increíblemente limpias y la atención de los profesionales sanitarios reúne todas las garantías, pero en nuestro subconsciente seguimos teniendo esos temores.
Sin embargo, en la época victoriana, de finales del siglo XIX a principios del XX, las circunstancias no eran las mismas. A pesar de haber introducido algunos avances quirúrgicos modernos como el uso de anestésicos y ya se conocía lo que eran las infecciones provocadas por gérmenes, la cirugía era una práctica sombría a la que muchos pacientes no sobrevivían.
A continuación vamos a ver 14 terribles datos relativos a la cirugía que se practicaba durante la época victoriana.
1. Muchos pacientes se desangraban hasta morir durante la operación. La mayoría de las heridas producidas durante la cirugía se infectaban y muchos pacientes morían por esta causa.
2. Una sala de operaciones limpia tenía una tasa de mortalidad de 1 entre 10. Un quirófano sucio una tasa de mortalidad de 1 entre 4. La correlación entre asepsia y supervivencia no fue descubierta hasta mediados del siglo XIX.
3. Debido a la falta de anestésicos los cirujanos tenían que trabajar muy rápido. Una amputación podía durar 30 segundos.
4. Los barberos practicaban cirugías básicas, sobre todo durante las guerras.
5. Las sanguijuelas se utilizaban para extraer sangre antes de la cirugía.
6. El anestésico quirúrgico más antiguo es el éter, aunque no siempre estaba disponible. Tenía efectos secundarios como vómitos y era muy inflamable, lo cual unido a que los quirófanos se iluminaban con velas o quinqués, era una mala combinación.
7. Las extremidades amputadas eran colocadas en recipientes con serrín para absorber la sangre.
8. Tras una operación los pobres se quedaban en el hospital, mientras que los ricos eran tratados en su casa.
9. Cualquier miembro que era atravesado por el hueso en una fractura abierta, tenía que ser amputado.
10. Las camas de los hospitales estaban demasiado juntas, lo que provocaba una transmisión de las enfermedades.
11. Muchos cirujanos vestían con sus levitas manchadas de sangre, lo que para ellos era un orgullo.
12. Las cirugías internas no se practicaban ya que aun no habían antibióticos los suficientemente potentes para combatir las infecciones.
13. La cirugía ni siquiera se consideraba parte de la medicina. Los médicos estaban considerados como unos profesionales prestigiosos, mientras que los cirujanos estaban a la altura de los carniceros.
14. Si el paciente presentaba una hemorragia que sangraba profusamente, era cauterizada con un hierro al rojo vivo o vertiendo aceite hirviendo sobre la herida.
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