Crónica de un lector
Diario Palentino, fundado el 15 de mayo de 1881, cumple 140 años. Son muchos años los que celebra el decano de la prensa palentina, pero a pesar de su avanzada edad este veterano de la información no se ha hecho ni viejo ni mayor, y cumple los mismos años que el periódico La Vanguardia.
Nuestro Diario Palentino durante un siglo y cuarenta años ha narrado día a día lo más cercano, lo acontecido en nuestra capital y provincia, largo itinerario que lo convierte, por méritos propios, en biógrafo oficial de nuestra historia local y provincial, fedatario de información, hechos, noticias, sucesos, y comentarios, que llegaron a los lectores a través de los quioscos, a los domicilios y establecimientos de los suscriptores, o se vendió en la calle. Cuantas fueron las personas que durante un siglo y cuarenta años tuvieron en sus manos El Palentino, distintas generaciones, nuestros antepasados, progenitores, nosotros y nuestros hijos lo ojearon, leyeron, disfrutaron, o sufrieron del acontecer diario de la ciudad, de la provincia, de la región, de la nación, y del mundo.
El longevo Diario Palentino rejuvenece cada día, se adapta a la tecnología y sobrevive a los difíciles tiempos que nos está tocando vivir, se transforma, y nos informa en papel, o en edición digital. Sus trabajadores, artífices de su elaboración, correa de transmisión del periódico con los lectores, prevalecen en mi memoria. Rebobino el recuerdo de los que conocí a lo largo de más de cuarenta años, entre ellos Pilar Bandajo, mujer menuda, enlutada, que vendía El Palentino por las tardes en la esquina de la Calle Mayor y Barrio y Mier, en los años 70, y con peculiar y enérgica voz, gritaba: ¡¡El Diario…!! ¡¡El Diario!!…El Diario!!... Su vozarrón con pedigrí resultaba familiar a quien pasaba por allí; se oía desde los Cuatro Cantones a los Jardinillos, y silenciaba el murmullo y conversación de los transeúntes de la Calle Mayor. A Pilar le sucedió su hijo Tasio, que no heredó de su madre el vozarrón, pero Tasio fue un todo terreno del Diario, capaz de trabajar en los talleres del periódico, hacer su reparto por la ciudad, descargar, en plena Calle Mayor, el camión de las bobinas de papel para imprimir el periódico, y hacer de recadero con su carrillo de dos ruedas. Tasio no fue vocero, pero tenía otras cualidades como su apreciable bondad, genio de pobre, inconfundible presencia, y su servicial disposición. La Carrionesa, Don Jamón, y La Bota, eran sus lugares de contactos, y de tomas de algún bocado y vinillo. Tasio era uno de los personajes peculiares y entrañables de la ciudad, casi siempre con sus periódicos bajo el brazo, y el cigarrillo en la otra mano. Portaba americana que engullía su peculiar figura menuda y delgada, con rostro en el que destacaba su nariz aguileña, su pálida mirada, su barba de la semana, y su pelo descuidado más bien largo.
Hasta la década de los años 90 el Diario salía por la tarde en la capital, y llegaba por la mañana a la provincia. A lo largo y ancho de la provincia El Diario Palentino tenía corresponsales repartidos por las cabeceras de comarca, eran los embajadores de los pueblos que acercaban a los lectores las noticias del entonces poblado mundo rural. En Alar del Rey, la maestra, poeta y más tarde concejala, y entrañable persona, Aurora Merchán. En Osorno la pluma inconfundible de Sabas Plaza, nos deleitaba con los aconteceres de esta zona terracampina. Había muchos más corresponsales, y muy buenos, repartidos por El Cerrato, Saldaña, Guardo, Cervera y Aguilar. Algunos venían personalmente a traer sus escritos al antiguo edificio del Diario Palentino, en cuya planta baja se encontraba su acreditada librería, atendida por Pizarro y Goyito, con un gran mostrador y en el centro la oficina de anuncios, a cuyo cargo estaban dos hermanas, y una señora que era una institución en el Diario. A los talleres y redacción se accedía por un amplio portalón, aledaño a la librería, con parte cubierta donde se guardaban las gigantescas bovinas de papel, y el patio en el que llamaban la atención las viejas linotipias en desuso. En la parte baja se encontraban los talleres y la imprenta, en la que se imprimía el Diario, y se editaban libros, cuando El Diario tenía una importante y conocida editorial. En la parte superior, a la que se accedía por una escalera, se encontraba la redacción y el despacho del director. Allí conocí a los directores, José María Ruíz de Gopegui, y a su sucesor Mariano Valero, y después a Antonio Mencía. También conocí al redactor jefe Gonzalo Ortega Aragón, y a Pedro Miguel Barreda, que se encargaba de la sección deportiva, y al gran fotógrafo Luis Caña, a quien sucedieron sus hijos Enrique y María Luisa. En la redacción conocí al joven redactor y polifacético José Benito Iglesias Muchas charlas tuve con Gonzalo Ortega, a quien entregaba mis articulillos y me animaba a escribir. Me encantaba ver disfrutar al de Mazariegos al ojear los gigantescos tomos del Diario de hace 125, 100, 75, o 50 años, para contar después en El Palentino anécdotas y sucesos de aquellos tiempos. Barreda me conquistó con sus libros sobre el atletismo y el ciclismo palentino, era más conversador que Gonzalo, ambas buenas personas, al igual que Luis Caña, que tenía un don especial para contar historias, era elegante y señorial. Con Mariano Valero también tenía, y tengo una relación especial, hombre pulcro, elegante, detallista y muy observador, dialogante, tenaz. Sus ojillos parecían querer desnudar tu pensamiento, mientras cruzábamos opiniones sobre personas conocidas por ambas partes. También tengo amistad con Enrique Caña, que marcó una época en el Diario, capaz de estar en todos los acontecimientos, deportivos, políticos, de sociedad. Con su máquina recorrió la capital y provincia, sus interesantes fotografías muchas veces tuvieron más repercusión que la propia noticia.
A partir de su compra, en 1998, por el Grupo Promecal, El Diario Palentino tomó nuevos rumbos, cambió de cabecera, formato, sede y director. Carlos Martín Santoyo cogió las riendas del periódico, asistido por su Redactores Jefes: Gonzalo Ortega Aragón, Jorge Cancho y Carmen Centeno, y Alberto Moreno se hizo cargo de la sección deportiva. Aquel Diario de toda la vida, de vieja escuela, de vetustos talleres con linotipias de museo, se convirtió en un periódico moderno, con las últimas tecnologías. Nuevos redactores se unieron al director y a los redactores jefes y ocuparon, y ocupan las redacciones del Diario. Son Alberto Abascal, David del Olmo, Carlos H. Sanz, Laurencio Merino, Saturnino Laso, Jorge Liébana, Alberto Esteban, Rubén Abad, Andrea Benito, José Benito Iglesias y Noelia Tadeo, capaces de comentar cada día la noticia, y regalarnos cada año un anuario, y excelentes revistas, como la publicada poco antes de Semana Santa: “Un lugar para viajar”. El Palentino no sería igual sin las fotografías de reconocidos profesionales, como Oscar Navarro, Sara Minosguren, Juan Mellado y Jesús Sevillano, ni sin las maquetas de sus grandes diseñadores, José A. Martínez Mota y Alberto Olano. A destacar también los magníficos editoriales del Diario, radiografía y escáner de la realidad nacional, al igual que los comentarios de importantes firmas colaboradoras, periodistas de la prensa nacional. Es un lujo leer a Julia Navarro, Pilar Urbano, Aurelio Marín, Antonio Casado, Antonio Pérez Henares, Fermín Bocos, Charo Zarzalejos, Fernando Jauregui, Diego Izco, Carmen Tomás, Fernando Lussón, Francisco Pérez de Iscar, Ilia Galán, Isaías Lafuente, Javier Santamarina, Pedro Calvo Hernández, Rafael Monje, Luis del Val, Juana Samanes, Victoria Lafora, Oscar del Hoyo, Rafael Torres, Víctor Arribas, o Juan José Laborda.
También es un placer leer los artículos de los colaboradores palentinos del Diario, que la mayoría no son periodistas, pero bordan sus escritos. Me admira especialmente la veterana Toyi Marcos Sosa, y también mi maestra preferida, la entrañable Carmen Arroyo, me motiva mi poeta predilecta Carmen Quintilla Buey. Jesús Mateo Pinilla es genial, demuestra maestría, memoria prodigiosa, y es un portento como comentarista taurino en directo. Tampoco me pierdo la lectura de los artículos del escritor de la Montaña Palentina, Froilán de Lozar; ni lo que escribe la inteligente y valiente Elisa Docio, y Javier Terán en su Rincón Palentino. No me pierdo leer al campesino ilustrado, José María Ruiz Ortega, al locuaz terracampino, Julio César Izquierdo, y aún menos al mecenas canejiano de Torre de los Molinos, Javier Villán; ni a mi vecino el comedido César Merino. Conozco menos a Antonio Álamo, Javier San Segundo, M.ª Ángeles de la Torre Bujidos, Mariti Vela Prieto…, pero no me pierdo la lectura de sus artículos. Mención especial merece también la sección Cartas de los Lectores¸ en la que se publican sus opiniones.
Es un lujo para Palencia tener su propio Diario, que está en manos de jóvenes y acreditados profesionales, capaces de trabajar con entusiasmo y dedicación para que cada día nos llegue El Palentino, en papel o digital. Trabajo reconocido por sus lectores, trabajo reconocido también por las instituciones, que dieron al Diario su merecido premio en el año 2006, al cumplir el 125 aniversario, con la entrega al Diario Palentino de las medallas de oro de la ciudad, de la provincia y de las Cortes de Castilla y León. No estaría mal que en este 140 aniversario el Ayuntamiento reconociese al Palentino con una calle o una avenida, bien merecida después de glosar en sus páginas durante tantos años la historia de la ciudad. No estaría mal que la Diputación diese el nombre del Diario a algún certamen o evento referente de la provincia, después de tantos años glosando la provincia de Palencia en sus páginas. No estaría mal que la Junta de Castilla y León hiciera lo mismo. No estaría mal que, en la esquina de la Calle Mayor con Barrio y Mier, o en los soportales frente a la sede del Diario, como homenaje a sus trabajadores, se colocara una estatua que represente a Pilar Bandajo, la vocera eterna del Diario, la voz del Palentino, que tanto se recuerda.
Imágenes:
Rotonda de Pío XII, dedicada al Diario Palentino, De Sara Muniosguren en la Cadena Ser.
PALENCIA EN MIS RECUERDOS Una idea de Alfonso para "Curiosón"