Películas, películas, películas. Supongo que pasa igual con los libros y las obras de teatro. Algunas te hacen reír o llorar. O ninguna de las dos cosas. A veces empatizas con los personajes de tal modo que los llegas a amar u odiar. Algunos de ellos nunca serían tus amigos y al resto los matarías por insufribles. Tal día caluroso como hoy, vi un gran éxito de taquilla de 1994, que gustó mucho a familiares y conocidos. Algunos rieron, otros lloraron, y los que más se conmovieron. A mí me hizo reír la parte en la que el teniente Dan Taylor dispensa un trato justo y merecido a un par de rameras en una fiesta privada de año nuevo. Por lo demás, sigue sin hacerme ni puta gracia una película en la que, durante gran parte de su metraje, una cocainómana se aprovecha de la buena fe de su amigo autista durante treinta años.