Mañana es la fecha fijada para una manifestación global en la que participarán cerca de medio centenar de países. Millones de conciencias se unirán clamando un cambio que se antoja imparable.
Durante siglos, nuestra sociedad ha relegado al individuo a un papel de espectador. Los agentes del cambio fueron situaciones minuciosamente planificadas en las que unos pocos poderosos decidían y el resto reaccionaba forzosamente. Sin embargo, un nuevo horizonte se avecina. De la competición despiadada por aferrarnos al sueño de la vida estable, estamos pasando a la era del Sharismo, como diría Isaac Mao.
El sistema pierde poder sobre el individuo, y eso supone directamente el principio de su caída. El cambio no es algo que vaya a pasar, sino algo que ya está ocurriendo. De hecho, siempre ha sido así. La historia de la humanidad es la historia de muchos cambios en medio de mucho miedo. Sin embargo, ¿a qué podemos tenerle miedo ahora?
Cada decisión afecta al sistema en su conjunto. Cada aportación a nivel individual, por irrisoria que inicialmente pueda parecer, está contribuyendo a la creación de un nuevo paradigma. La ausencia de miedo está permitiendo que miles – tal vez millones – de personas estén tomando pequeñas decisiones que lo cambian todo. Poco a poco estamos comprobando nuestro inmenso poder individual. Unidos somos imparables. Como dice Santiago Pando, “un latido basta para cambiar el mundo. Un latido colectivo”.
“Sed vosotros el cambio que queréis ver en el mundo”
Mahatma Gandhi