Revista Cultura y Ocio
15 días en Irlanda e Irlanda del Norte. Día 1: Madrid - Dublin - Irlanda del Norte
Por Tienesplaneshoy @Tienesplaneshoy
Este es el primer día de nuestro viaje a Irlanda. Ese primer día que te pasas meses esperando, y que, casi siempre, va precedido de una noche de sueño ligero por los nervios y la emoción.
En este primer dia de nuestros 15 días por Irlanda e Irlanda del Norte, vamos a viajar desde Madrid al Aeropuerto de Dublín, recoger el coche de alquiler y poner rumbo directamente hacia Irlanda del Norte. Vamos a parar en Monasterboice (Irlanda), originario del s.V y cuyo fundador fue San Patricio, para observar unas cruces celtas muy particulares. Luego nos acercaremos a Dark Hedges (Irlanda del Norte), una carretera pintoresca que parece sacada de alguna historia de ficción. Finalmente llegaremos a Balleycastle (Irlanda del Norte), lugar en el que pasaremos la noche, tras dar un agradable paseo y disfrutar de la primera cena.
Gracias a que el vuelo no sale muy temprano, nos encontramos en una cafetería del aeropuerto a eso de las 9 de la mañana, desayunando un café y unos muffins, rodeados de dos trolleys, una mochila y un bolso. Volamos con Ryanair y nos sentimos raros pudiendo llevar bolsos adicionales a las maletas. ¿Así es como viajan los ricos?
El vuelo sale con puntualidad y en unas dos horas y media, donde ganamos una hora gracias al cambio horario, nos encontramos en el aeropuerto de Dublín, para recoger la maleta facturada.
De nuevo, todo sigue un curso bastante ágil. La maleta sale rápido y vamos en búsqueda de la oficina de Europcar/Carhire para recoger nuestro vehículo (en “Preparando el viaje” os contamos los detalles de cómo efectuamos la reserva). Esta parte del viaje no la llevábamos muy bien preparada.
Os contamos el funcionamiento del aeropuerto de Dublín. La recogida de coches está, como en la mayoría de aeropuertos, toda concentrada. Pero en este caso, está algo separada de la Terminal. Por eso, cada compañía tiene habilitado un servicio, que te recoge en una parada que hay en la calle, a la altura de los stands de compañías de alquiler, y te llevan directamente en un microbus o furgoneta hasta la parte habilitada para la recogida del coche. Se tardará unos 5-10 minutos como mucho.
Poniendo cara de no saber muy bien qué nos están contando, porque por mucho que habíamos preparado el viaje, esta parte ni nos la imaginamos, seguimos sus indicaciones. Salimos a la parada, vino una furgoneta que ponía Europcar, montamos junto con dos chicos, españoles también, y nos dejamos llevar, allá donde fuera…
En el trayecto charlamos un poco con nuestros acompañantes. Estaban un poco preocupados por el tema de la conducción por la izquierda. Intentamos dar calma, como lo haría cualquier abuelo cebolleta que te habla desde la experiencia, aunque nosotros también fuéramos un poco preocupados por la fama de las carreteras irlandesas.
Dentro de Europcar, al llegar, se coge número y a esperar. No tarda mucho en tocarnos. Más o menos todo se desarrolla con agilidad, hasta que vemos que han hecho la reserva a un nombre que es un mix de ambos. Es decir, en vez de figurar con el nombre y apellido de uno de nosotros, figura con el nombre de uno de nosotros y como apellido el nombre del otro. Por supuesto, eso no cuadra con el carnet de conducir, ni con el de identidad, ni con nada… Sacamos el carnet los dos e intentamos mostrarles cuál es el error. Se soluciona y nos asignan un Seat León que nos espera para empezar nuestro verano 2016.
Por suerte, antes de salir, nos percatamos que el depósito no está lleno. Importante fijarse bien si el coche tiene daños, si el depósito te lo dan lleno, etc. Nos acercamos a comunicarlo y nos lo llenan en la gasolinera que hay allí mismo. Al ver lo que nos ha pasado y cruzarnos con los chicos con los que compartimos furgoneta, nos damos una carrerita para comentárselo y que estén atentos. Y nos despedimos deseándonos buen viaje, sin saber, que no sería la última vez que nos íbamos a ver.
De nuevo sentimos ese gusanillo que te recorre el estómago al tener que enfrentarnos, de nuevo, a conducir por la izquierda. El día estaba bastante encapotado, llovizneaba y la temperatura era fresca.
Conectamos nuestro GPS y ponemos rumbo a Monasterboice. Nuestra intención, realmente, era hacer una parada en Newgrange, que está en la misma dirección. Pero miramos el reloj, de nuestro alojamiento nos separaban bastantes kilómetros, era el primer día de conducción, llovía y no quisimos arriesgar.
Newgrange nos resultaba una parada de interés, es el yacimiento arqueológico de mayor interés de Irlanda, tiene mas de 5000 años (más que Stonehege). Suele estar bastante frecuentado, y leímos que si vas con el día avanzado puedes tener problemas para adquirir las entradas. Como se nos hizo bastante tarde prescindimos de la parada y fuimos a Monasterboice.
El camino no es largo (unos 48 min), lo hacemos por la autopista M1, no pagamos ningún peaje y nos resulta relativamente fácil la conducción, teniendo en cuenta que vamos por la izquierda. Es a la salida de la autopista cuando tenemos el primer contacto con las carreteras que serían más que habituales en nuestra experiencia irlandesa.
Las cruces celtas son uno de los símbolos de Irlanda. En Monasterboice vamos a poder ver algunas de las más altas y populares. Está ubicado en el Condado de Louth (os dejamos las coordenadas GPS; 53° 46′ 39.53″ N, 6° 25′ 2.43″ W).
A nuestra llegada no hay ni un solo coche en el aparcamiento. Es una hora extraña y en la entrada hay una caseta con un señor encantador que nos ofrece un folleto informativo (gratuito) para recorrer el recinto en el que se encuentran las ruinas. Como es habitual, nos cuesta entenderlo con claridad, y asentimos sonrientes un poco desubicados. La visita es gratuita, aunque tienen un cesto en la caseta para que aportes la voluntad, si así lo deseas. Nosotros colaboramos simbólicamente.
Comenzamos a recorrer las ruinas de lo que fue un importante centro religioso. Su construcción data del s.V, dicen que de manos de un discípulo del mismo San Patricio. Recorriéndolo iréis encontrando muchísimas cruces celtas, entre las que destacan dos: la Cruz del oeste (más de 7 metros, la más alta) y la Cruz Muiredach (de 5,5 metros) que data del s.X. Los detalles que llevan esculpidos cada una de ellas son impresionantes los mires desde el lado que los mires, están relacionados con escenas bíblicas. Impresionan.
En este recinto religioso hubo dos iglesias, que podréis observar a través de sus ruinas. También encontraréis el cementerio. Destaca la torre redonda (Round Tower) sobre todo el conjunto, con los casi 21 metros de altura que quedan de ella.
Este tipo de construcción es propia de la arquitectura medieval irlandesa, solía formar parte de conjuntos monásticos o religiosos. A lo largo de nuestro viaje iremos encontrando alguna más.
Este lugar fue quedando en el abandono según fue cogiendo importancia la Abadía Cistersense de Mellifort (fundada a principios del s.XII).
Tras un rato allí, en nuestro primer contacto con una Irlanda muy verde, húmeda y fresquita, nos despedimos del amable señor, que parece querer darnos conversación y ponemos rumbo hacia Irlanda del Norte. Pero hay algo que nos inquieta, aquí, el que no escribe y yo, cuando tenemos hambre no pensamos con claridad…
Cogemos de nuevo la autopista y hacemos una parada en un área de servicio. Es bastante tarde, casi las 17.00. Decidimos tomarnos un tentempié, porque de los muffins del aeropuerto, horas atrás, ya no nos queda nada. El área de servicio resulta ser una chulada, con diferentes puestos, en los que poder elegir. Nosotros optamos por medio bocadillo cada uno del Subway, lleno de muchos ingredientes y una mini bolsa de patatas. Paradita en el baño y a continuar con el camino. Sopla el viento fuerte y el termómetro marca 12 grados en agosto.
Vamos a pasar a Irlanda del Norte, en ese momento, deberemos guardar los euros y sacar las libras. Entramos en el Reino Unido durante un par de días, posteriormente volveremos a Irlanda.
Tenemos el alojamiento en Balleycastle. Elegimos este lugar simplemente porque queríamos tener un punto que a la mañana siguiente estuviera cerca de los destinos que queríamos visitar.
Comentaros, que dentro de nuestros 15 días dejamos Belfast fuera. Es raro, lo sabemos, entrar en Irlanda del Norte y no pasar por Belfast. Pero realmente no era algo que nos atrajera especialmente. Sus murales son uno de los atractivos y nosotros íbamos a visitar al día siguiente Derry, que también tenía. Ahora, a toro pasado, igual si nos arrepentimos un poco, porque daba tiempo material a hacerlo y ya que has estado allí… ¿no?
Bueno, a lo hecho pecho. Antes de ir camino de nuestro alojamiento, tenemos otra parada que queremos hacer: Dark Hedges. Una espectacular y corta carretera.
Son dos horas lo que separa Monasterboice de este punto, que nos pilla casi de camino para ir a Balleycastle.
Este lugar es una imagen muy típica de los atractivos de Irlanda del Norte. Una carretera con árboles que parecen sacados de alguna película de animación. Se plantaron en el s.XVIII por la carretera que llevaba de entrada a la mansión que hay al fondo. Pero se plantaron muy juntos, fueron creciendo y han creado una panorámica totalmente impresionante, un paraje inolvidable.
El coche se deja aparcado en la carretera, bien al comienzo, en la zona donde no está la mansión, o justo al final. Así hacemos nosotros, y procedemos a recorrerla a pie de lado a lado. Y a volvernos locos con las cámaras. A los lados de os árboles se abren amplios campos, con un verde rabioso. El asfalto lleno de pequeños charcos que generan reflejos de ficción. Una chulada.
Para los amantes de Juego de Tronos, éste es el lugar que en la serie se convierte en el Camino del Rey (como os decíamos en la entrada introductoria, nosotros no hemos visto ni un capítulo, pero para quien pueda interesar).
Y para los amantes de las leyendas y misterios, mucha atención a Lady Grey (que no, no es como el de 50 Sombras de Grey pero en femenino). Se dice que es un fantasma que pasea por la carretera oculto en las sombras de los árboles. Si desaparece la sombra, desaparece ella. ¿Quién era Lady Grey? Pues parece ser que o una sirvienta de la Mansión que hay al final de la carretera, o un alma en pena de un cementerio cercano. Vaya usted a saber...
Tras disfrutar de este rincón, ponemos rumbo a Balleycastle, a solo 15 minutos de Dark Hedges. Marcamos directamente en el GPS la dirección de nuestro primer alojamiento.
El alojamiento elegido es Carnately Lodge. Está en carretera, a unos 3 km del pueblo. La habitación tiene un buen tamaño y en su conjunto nos parece acogedora. Nos sorprende el armario, es de estos que no tienen puerta y cuelgan, como de tela, como solo vamos a pasar una noche, ni nos molestamos en deshacer maletas. La cama es muy agradable, tanto el colchón como los textiles. Televisión (que no usamos), kettle, wifi, amenities, secador. La ducha es normal y las toallas perfectas si eres oriundo del país de Pin y Pon, para un humano las toallas resultan enanas. La anfitriona es una mujer muy amable que lo da todo por explicarnos dónde comer, dónde comprar… etc. Desayuno de 7:30 a 9:00, e importante, solo pago en efectivo (libras).
Salimos bastante rápido de allí con la intención de encontrar el supermercado que la buena mujer nos había explicado y aprovisionarnos, para os días siguientes. Tenemos itinerarios por la Irlanda profunda y queremos llevar alimento para hacer picnics al mediodía, si así lo requiriera la situación.
A Balleycastle en coche se llega en dos minutos. Aparcamos donde nos había indicado la responsable del hotel, en la placita central, la de la iglesia. Allí mismo está el supermercado Cooperative (ya los conocemos de nuestros viajes a Escocia e Inglaterra), pero no lo vemos. Así que cogemos la calle que lleva hasta la zona de la playa, para acabar comprando en un Spar de allí. Algo de pan de molde, embutido, fruta, agua, chocolate…
Balleycastle, en el Condado de Atrim, resulta ser un lugar muy agradable para pasear. Tiene playa y puerto. El mar se encontraba algo agitado, el tiempo no era muy veraniego y, a parte de estar chispeando, soplaba el viento fuerte. Para nosotros, en ese momento, es revitalizante tras venir del verano madrileño.
Nos sorprende la amabilidad de la gente en este primer día por la isla. En el mismo puerto, sin nosotros pedirlo nos ofrecen hacernos una foto juntos, en el supermercado nos informan de las ofertas al pasar por caja, y todos sonríen…
Antes de caer la luz, empieza a llover con ganas.
Nos habían recomendado varios lugares para poder cenar en el pueblo. Nosotros elegimos, en la calle principal el Pub O’Connors. Nos acercamos al coche antes para dejar la compra en el maletero y medio corriendo mientras nos caía el primer chaparrón irlandés abrimos la puerta de este local.
Fue traspasar el umbral y una luz naranja y cálida, junto con un sonido incesante de voces, nos envolvieron. Barra de madera, grifos de Guinnes, televisores retransmitiendo un partido, mucha gente sentada en los taburetes charlando animadamente. Balleycastle no es un pueblo turístico, más allá de estar cerca de lugares como la Calzada del Gigante, Dark Hedges, etc. No son demasiados extranjeros los que se alojan aquí y el pub no parecía estar casi frecuentado por turistas. Se respiraba buen ambiente.
Tiene un apartado que es con mesas, bancos de madera, o sillas, para cenar. Pedimos una mesa y estaba todo ocupado, a pesar de ser bastante grande. Nuestra cena la hacemos alrededor de las 8, que no es demasiado pronto por allí. Mientras esperamos que nos quede un lugar libre, decidimos pedirnos algo. El que no escribe se acerca a la barra pensando qué tipo de cerveza quiere, y no dudan los que están sentados alrededor en señalar una Guinness mientras bromean y decir que esa es la que tiene que pedir. Desgraciadamente, a mí no me gusta la cerveza en general. Se presenta un verano difícil para mí en Irlanda (o eso parecía). Una Guinness para él, una coca cola light para mí. Y en 5 minutos estamos sentados en una mesa, mirando la carta. El que no escribe no se salta ni un estereotipo y pide Fish and Chips con puré de guisantes, salsa tártara y ensalada. Yo, rape con arroz y pan de pita (estilo indú). La comida está estupenda, y nos sale por unas 31 libras, en un local muy agradable y acogedor con un servicio que llama la atención por su amabilidad.
Al abrir la puerta del Pub y salir a la calle, sigue lloviendo, eso no es un chaparrón, eso es llover con todas sus letras. No serian más de las 22:00 horas, la calle totalmente vacía, pero cada vez que se abría una de las puertas de alguno de los bares, de dentro salia un barullo, risas, música… Aun no lo sabíamos, pero estábamos en una escena típica de Irlanda.
Dejamos que la lluvia nos moje un poco mientras corremos hacia el coche, 3 minutos hasta el hotel. Unas llamadas para decir que todo está bien. Hay que hablar muy bajito porque no se oye ni un ruido en el entorno.
Consultamos en pronóstico del tiempo para el día siguiente. Pinta raruno… Llevábamos un mes comprobando el pronóstico del tiempo. No le dábamos credibilidad, porque ¿quién acierta con un mes de antelación qué tiempo va a hacer? Durante semanas lo miramos y siempre ponía lo mismo para los múltiples destinos… lluvia. Cuando estábamos allí, nada parecía cambiar.
Al día siguiente, nos esperaba un día con algunos puntos fuertes paisajísticos de Irlanda del Norte, sobre todo, la Calzada del Gigante, uno de los principales motivos por los que en el itinerario introdujimos Irlanda del Norte.
Apagamos la luz, se escuchaba la lluvia… y hasta el día siguiente, no supimos más.
¿Tienes planes hoy?
Ubicación en Google Maps
En este primer dia de nuestros 15 días por Irlanda e Irlanda del Norte, vamos a viajar desde Madrid al Aeropuerto de Dublín, recoger el coche de alquiler y poner rumbo directamente hacia Irlanda del Norte. Vamos a parar en Monasterboice (Irlanda), originario del s.V y cuyo fundador fue San Patricio, para observar unas cruces celtas muy particulares. Luego nos acercaremos a Dark Hedges (Irlanda del Norte), una carretera pintoresca que parece sacada de alguna historia de ficción. Finalmente llegaremos a Balleycastle (Irlanda del Norte), lugar en el que pasaremos la noche, tras dar un agradable paseo y disfrutar de la primera cena.
Gracias a que el vuelo no sale muy temprano, nos encontramos en una cafetería del aeropuerto a eso de las 9 de la mañana, desayunando un café y unos muffins, rodeados de dos trolleys, una mochila y un bolso. Volamos con Ryanair y nos sentimos raros pudiendo llevar bolsos adicionales a las maletas. ¿Así es como viajan los ricos?
El vuelo sale con puntualidad y en unas dos horas y media, donde ganamos una hora gracias al cambio horario, nos encontramos en el aeropuerto de Dublín, para recoger la maleta facturada.
De nuevo, todo sigue un curso bastante ágil. La maleta sale rápido y vamos en búsqueda de la oficina de Europcar/Carhire para recoger nuestro vehículo (en “Preparando el viaje” os contamos los detalles de cómo efectuamos la reserva). Esta parte del viaje no la llevábamos muy bien preparada.
Os contamos el funcionamiento del aeropuerto de Dublín. La recogida de coches está, como en la mayoría de aeropuertos, toda concentrada. Pero en este caso, está algo separada de la Terminal. Por eso, cada compañía tiene habilitado un servicio, que te recoge en una parada que hay en la calle, a la altura de los stands de compañías de alquiler, y te llevan directamente en un microbus o furgoneta hasta la parte habilitada para la recogida del coche. Se tardará unos 5-10 minutos como mucho.
Poniendo cara de no saber muy bien qué nos están contando, porque por mucho que habíamos preparado el viaje, esta parte ni nos la imaginamos, seguimos sus indicaciones. Salimos a la parada, vino una furgoneta que ponía Europcar, montamos junto con dos chicos, españoles también, y nos dejamos llevar, allá donde fuera…
En el trayecto charlamos un poco con nuestros acompañantes. Estaban un poco preocupados por el tema de la conducción por la izquierda. Intentamos dar calma, como lo haría cualquier abuelo cebolleta que te habla desde la experiencia, aunque nosotros también fuéramos un poco preocupados por la fama de las carreteras irlandesas.
Dentro de Europcar, al llegar, se coge número y a esperar. No tarda mucho en tocarnos. Más o menos todo se desarrolla con agilidad, hasta que vemos que han hecho la reserva a un nombre que es un mix de ambos. Es decir, en vez de figurar con el nombre y apellido de uno de nosotros, figura con el nombre de uno de nosotros y como apellido el nombre del otro. Por supuesto, eso no cuadra con el carnet de conducir, ni con el de identidad, ni con nada… Sacamos el carnet los dos e intentamos mostrarles cuál es el error. Se soluciona y nos asignan un Seat León que nos espera para empezar nuestro verano 2016.
Por suerte, antes de salir, nos percatamos que el depósito no está lleno. Importante fijarse bien si el coche tiene daños, si el depósito te lo dan lleno, etc. Nos acercamos a comunicarlo y nos lo llenan en la gasolinera que hay allí mismo. Al ver lo que nos ha pasado y cruzarnos con los chicos con los que compartimos furgoneta, nos damos una carrerita para comentárselo y que estén atentos. Y nos despedimos deseándonos buen viaje, sin saber, que no sería la última vez que nos íbamos a ver.
De nuevo sentimos ese gusanillo que te recorre el estómago al tener que enfrentarnos, de nuevo, a conducir por la izquierda. El día estaba bastante encapotado, llovizneaba y la temperatura era fresca.
Conectamos nuestro GPS y ponemos rumbo a Monasterboice. Nuestra intención, realmente, era hacer una parada en Newgrange, que está en la misma dirección. Pero miramos el reloj, de nuestro alojamiento nos separaban bastantes kilómetros, era el primer día de conducción, llovía y no quisimos arriesgar.
Newgrange nos resultaba una parada de interés, es el yacimiento arqueológico de mayor interés de Irlanda, tiene mas de 5000 años (más que Stonehege). Suele estar bastante frecuentado, y leímos que si vas con el día avanzado puedes tener problemas para adquirir las entradas. Como se nos hizo bastante tarde prescindimos de la parada y fuimos a Monasterboice.
El camino no es largo (unos 48 min), lo hacemos por la autopista M1, no pagamos ningún peaje y nos resulta relativamente fácil la conducción, teniendo en cuenta que vamos por la izquierda. Es a la salida de la autopista cuando tenemos el primer contacto con las carreteras que serían más que habituales en nuestra experiencia irlandesa.
Las cruces celtas son uno de los símbolos de Irlanda. En Monasterboice vamos a poder ver algunas de las más altas y populares. Está ubicado en el Condado de Louth (os dejamos las coordenadas GPS; 53° 46′ 39.53″ N, 6° 25′ 2.43″ W).
A nuestra llegada no hay ni un solo coche en el aparcamiento. Es una hora extraña y en la entrada hay una caseta con un señor encantador que nos ofrece un folleto informativo (gratuito) para recorrer el recinto en el que se encuentran las ruinas. Como es habitual, nos cuesta entenderlo con claridad, y asentimos sonrientes un poco desubicados. La visita es gratuita, aunque tienen un cesto en la caseta para que aportes la voluntad, si así lo deseas. Nosotros colaboramos simbólicamente.
Comenzamos a recorrer las ruinas de lo que fue un importante centro religioso. Su construcción data del s.V, dicen que de manos de un discípulo del mismo San Patricio. Recorriéndolo iréis encontrando muchísimas cruces celtas, entre las que destacan dos: la Cruz del oeste (más de 7 metros, la más alta) y la Cruz Muiredach (de 5,5 metros) que data del s.X. Los detalles que llevan esculpidos cada una de ellas son impresionantes los mires desde el lado que los mires, están relacionados con escenas bíblicas. Impresionan.
En este recinto religioso hubo dos iglesias, que podréis observar a través de sus ruinas. También encontraréis el cementerio. Destaca la torre redonda (Round Tower) sobre todo el conjunto, con los casi 21 metros de altura que quedan de ella.
Este tipo de construcción es propia de la arquitectura medieval irlandesa, solía formar parte de conjuntos monásticos o religiosos. A lo largo de nuestro viaje iremos encontrando alguna más.
Este lugar fue quedando en el abandono según fue cogiendo importancia la Abadía Cistersense de Mellifort (fundada a principios del s.XII).
Tras un rato allí, en nuestro primer contacto con una Irlanda muy verde, húmeda y fresquita, nos despedimos del amable señor, que parece querer darnos conversación y ponemos rumbo hacia Irlanda del Norte. Pero hay algo que nos inquieta, aquí, el que no escribe y yo, cuando tenemos hambre no pensamos con claridad…
Cogemos de nuevo la autopista y hacemos una parada en un área de servicio. Es bastante tarde, casi las 17.00. Decidimos tomarnos un tentempié, porque de los muffins del aeropuerto, horas atrás, ya no nos queda nada. El área de servicio resulta ser una chulada, con diferentes puestos, en los que poder elegir. Nosotros optamos por medio bocadillo cada uno del Subway, lleno de muchos ingredientes y una mini bolsa de patatas. Paradita en el baño y a continuar con el camino. Sopla el viento fuerte y el termómetro marca 12 grados en agosto.
Vamos a pasar a Irlanda del Norte, en ese momento, deberemos guardar los euros y sacar las libras. Entramos en el Reino Unido durante un par de días, posteriormente volveremos a Irlanda.
Tenemos el alojamiento en Balleycastle. Elegimos este lugar simplemente porque queríamos tener un punto que a la mañana siguiente estuviera cerca de los destinos que queríamos visitar.
Comentaros, que dentro de nuestros 15 días dejamos Belfast fuera. Es raro, lo sabemos, entrar en Irlanda del Norte y no pasar por Belfast. Pero realmente no era algo que nos atrajera especialmente. Sus murales son uno de los atractivos y nosotros íbamos a visitar al día siguiente Derry, que también tenía. Ahora, a toro pasado, igual si nos arrepentimos un poco, porque daba tiempo material a hacerlo y ya que has estado allí… ¿no?
Bueno, a lo hecho pecho. Antes de ir camino de nuestro alojamiento, tenemos otra parada que queremos hacer: Dark Hedges. Una espectacular y corta carretera.
Son dos horas lo que separa Monasterboice de este punto, que nos pilla casi de camino para ir a Balleycastle.
Este lugar es una imagen muy típica de los atractivos de Irlanda del Norte. Una carretera con árboles que parecen sacados de alguna película de animación. Se plantaron en el s.XVIII por la carretera que llevaba de entrada a la mansión que hay al fondo. Pero se plantaron muy juntos, fueron creciendo y han creado una panorámica totalmente impresionante, un paraje inolvidable.
El coche se deja aparcado en la carretera, bien al comienzo, en la zona donde no está la mansión, o justo al final. Así hacemos nosotros, y procedemos a recorrerla a pie de lado a lado. Y a volvernos locos con las cámaras. A los lados de os árboles se abren amplios campos, con un verde rabioso. El asfalto lleno de pequeños charcos que generan reflejos de ficción. Una chulada.
Para los amantes de Juego de Tronos, éste es el lugar que en la serie se convierte en el Camino del Rey (como os decíamos en la entrada introductoria, nosotros no hemos visto ni un capítulo, pero para quien pueda interesar).
Y para los amantes de las leyendas y misterios, mucha atención a Lady Grey (que no, no es como el de 50 Sombras de Grey pero en femenino). Se dice que es un fantasma que pasea por la carretera oculto en las sombras de los árboles. Si desaparece la sombra, desaparece ella. ¿Quién era Lady Grey? Pues parece ser que o una sirvienta de la Mansión que hay al final de la carretera, o un alma en pena de un cementerio cercano. Vaya usted a saber...
Tras disfrutar de este rincón, ponemos rumbo a Balleycastle, a solo 15 minutos de Dark Hedges. Marcamos directamente en el GPS la dirección de nuestro primer alojamiento.
El alojamiento elegido es Carnately Lodge. Está en carretera, a unos 3 km del pueblo. La habitación tiene un buen tamaño y en su conjunto nos parece acogedora. Nos sorprende el armario, es de estos que no tienen puerta y cuelgan, como de tela, como solo vamos a pasar una noche, ni nos molestamos en deshacer maletas. La cama es muy agradable, tanto el colchón como los textiles. Televisión (que no usamos), kettle, wifi, amenities, secador. La ducha es normal y las toallas perfectas si eres oriundo del país de Pin y Pon, para un humano las toallas resultan enanas. La anfitriona es una mujer muy amable que lo da todo por explicarnos dónde comer, dónde comprar… etc. Desayuno de 7:30 a 9:00, e importante, solo pago en efectivo (libras).
Salimos bastante rápido de allí con la intención de encontrar el supermercado que la buena mujer nos había explicado y aprovisionarnos, para os días siguientes. Tenemos itinerarios por la Irlanda profunda y queremos llevar alimento para hacer picnics al mediodía, si así lo requiriera la situación.
A Balleycastle en coche se llega en dos minutos. Aparcamos donde nos había indicado la responsable del hotel, en la placita central, la de la iglesia. Allí mismo está el supermercado Cooperative (ya los conocemos de nuestros viajes a Escocia e Inglaterra), pero no lo vemos. Así que cogemos la calle que lleva hasta la zona de la playa, para acabar comprando en un Spar de allí. Algo de pan de molde, embutido, fruta, agua, chocolate…
Balleycastle, en el Condado de Atrim, resulta ser un lugar muy agradable para pasear. Tiene playa y puerto. El mar se encontraba algo agitado, el tiempo no era muy veraniego y, a parte de estar chispeando, soplaba el viento fuerte. Para nosotros, en ese momento, es revitalizante tras venir del verano madrileño.
Nos sorprende la amabilidad de la gente en este primer día por la isla. En el mismo puerto, sin nosotros pedirlo nos ofrecen hacernos una foto juntos, en el supermercado nos informan de las ofertas al pasar por caja, y todos sonríen…
Antes de caer la luz, empieza a llover con ganas.
Nos habían recomendado varios lugares para poder cenar en el pueblo. Nosotros elegimos, en la calle principal el Pub O’Connors. Nos acercamos al coche antes para dejar la compra en el maletero y medio corriendo mientras nos caía el primer chaparrón irlandés abrimos la puerta de este local.
Fue traspasar el umbral y una luz naranja y cálida, junto con un sonido incesante de voces, nos envolvieron. Barra de madera, grifos de Guinnes, televisores retransmitiendo un partido, mucha gente sentada en los taburetes charlando animadamente. Balleycastle no es un pueblo turístico, más allá de estar cerca de lugares como la Calzada del Gigante, Dark Hedges, etc. No son demasiados extranjeros los que se alojan aquí y el pub no parecía estar casi frecuentado por turistas. Se respiraba buen ambiente.
Tiene un apartado que es con mesas, bancos de madera, o sillas, para cenar. Pedimos una mesa y estaba todo ocupado, a pesar de ser bastante grande. Nuestra cena la hacemos alrededor de las 8, que no es demasiado pronto por allí. Mientras esperamos que nos quede un lugar libre, decidimos pedirnos algo. El que no escribe se acerca a la barra pensando qué tipo de cerveza quiere, y no dudan los que están sentados alrededor en señalar una Guinness mientras bromean y decir que esa es la que tiene que pedir. Desgraciadamente, a mí no me gusta la cerveza en general. Se presenta un verano difícil para mí en Irlanda (o eso parecía). Una Guinness para él, una coca cola light para mí. Y en 5 minutos estamos sentados en una mesa, mirando la carta. El que no escribe no se salta ni un estereotipo y pide Fish and Chips con puré de guisantes, salsa tártara y ensalada. Yo, rape con arroz y pan de pita (estilo indú). La comida está estupenda, y nos sale por unas 31 libras, en un local muy agradable y acogedor con un servicio que llama la atención por su amabilidad.
Al abrir la puerta del Pub y salir a la calle, sigue lloviendo, eso no es un chaparrón, eso es llover con todas sus letras. No serian más de las 22:00 horas, la calle totalmente vacía, pero cada vez que se abría una de las puertas de alguno de los bares, de dentro salia un barullo, risas, música… Aun no lo sabíamos, pero estábamos en una escena típica de Irlanda.
Dejamos que la lluvia nos moje un poco mientras corremos hacia el coche, 3 minutos hasta el hotel. Unas llamadas para decir que todo está bien. Hay que hablar muy bajito porque no se oye ni un ruido en el entorno.
Consultamos en pronóstico del tiempo para el día siguiente. Pinta raruno… Llevábamos un mes comprobando el pronóstico del tiempo. No le dábamos credibilidad, porque ¿quién acierta con un mes de antelación qué tiempo va a hacer? Durante semanas lo miramos y siempre ponía lo mismo para los múltiples destinos… lluvia. Cuando estábamos allí, nada parecía cambiar.
Al día siguiente, nos esperaba un día con algunos puntos fuertes paisajísticos de Irlanda del Norte, sobre todo, la Calzada del Gigante, uno de los principales motivos por los que en el itinerario introdujimos Irlanda del Norte.
Apagamos la luz, se escuchaba la lluvia… y hasta el día siguiente, no supimos más.
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