Disponemos de la mañana para pasear un poquito más por Dublín. Aunque no habíamos madrugado lo que esperábamos, lo cierto es que a las 9:50 estábamos dejando las maletas en la recepción del hotel para que nos las guardaran hasta que cogiéramos el autobús que nos llevaría al aeropuerto.
El día anterior pasamos el día completo en Dublín descubriéndola a través del paseo, visitando la Guinness Storehouse, el Trinity College, viendo el exterior de sus catedrales, la iglesia de San Audoen y escuchando música en el Temple bar.
La consigna que tiene el hotel para dejar el equipaje es perturbadora. Somos los primeros en dejar unas maletas en el día y consiste en ponerlas en una esquina del recibidor, sin tarjetita identificativa ni nada. Nos miramos un poco incrédulos pero no tenemos un plan mejor, así que decidimos arriesgar. Si en 15 días no hemos perdido nada por el camino ¿Porque iba a pasar algo ahora? Ahí se quedan, solitarias…
Lo primero que hacemos es caminar en busca de la parada del autobús que lleva al aeropuerto para tenerla localizada cuando luego cojamos las maletas. Hay una parada a tan solo 10 minutos andando. La encontramos y comprobamos que, según horarios, el autobús pasa cada 15 minutos. Con esto claro ya podemos disfrutar de nuestras últimas horas en Dublín. Las calles por las que nos perdemos tienen un corte de estilo georgiano, son bonitas.
Ha salido un día espectacular. Diríamos que el más espectacular de los 15 días que llevamos allí. Eso no se hace. Que sí, que mejor bueno que malo, pero aquel día llegaríamos a alcanzar los 21 grados y un sol deslumbrante. Algo no visto anteriormente.
Llegamos al Parque Merrion Square, allí se encuentra una estatua de Oscar Wild, un habitante de excepción en la zona y en la historia de la emancipación de Irlanda. Este parque durante un tiempo fue una zona verde de carácter privado de los vecinos importantes que residían en las casas que lo rodeaban. Actualmente es un parque público.
En los alrededores del Parque se encuentran varias galerías, como el Museo de Historia Natural o la Galería Nacional.
Seguimos callejeando por nuevos lugares hasta volver a llegar a la zona del Trinity College, que como os comentamos, en 2016 se encuentra totalmente levantado por las obras. Desde allí, seguimos bajando hacia el río Liffey por O’Connors y continuamos paseando hasta llegar al Edificio de Aduanas (Custom House).
La función recaudatoria de los impuestos derivados de la entrada de productos hace muchos años dejó de realizarla. Ahora alberga funciones públicas como sede de algunos Ministerios. Desde la distancia llama la atención por su corte neoclásico y el enorme tamaño del mismo. Tuvo que ser sometido a una cuidadosa e importante restauración tras haber sido víctima, en los años veinte, de un incendio de manos del Ejército Republicano Inglés que duró quince días.
Volvemos hacia O’Connors por el margen del río en el que se encuentra la antigua Casa de Aduanas. Al llegar al cruce con la calle, en vez de girar hacia el Trinity lo hacemos al lado opuesto y entramos en una zona comercial que no conocíamos de Dublín.
Desde allí nos desviamos a Henry Street. Nos recuerda a la calle Preciados de Madrid, salvando las distancias. Una calle ancha peatonal y muy comercial.
Luego vamos acercándonos al hotel, volvemos por la zona del Temple Bar, pero callejeando por paralelas a Grafton Street. Esa zona nos parece muy curiosa, nos gusta bastante, entramos en un mercado. Vamos mejorando el sabor de boca sobre Dublín.
A las 12:30 estamos en Stephen's Green Park, aún tenemos algo de tiempo. El parque está llenísimo, es un día laborable y la hora de comer. Gente trajeada, padres o madres con niños, está todo repleto de personas tiradas en el césped, absorbiendo los codiciados rayos de sol. Podemos decir que… hace calor.
Decidimos pasar un rato allí y disfrutar de ese momento- No habíamos tenido uno similar en todo el viaje. Estuvimos, más o menos, hasta las 13:00 horas.
Nos dirigimos al hotel, a menos de cinco minutos, y cuando vamos a recoger nuestras maletas, hay como veinte más alrededor. Nadie nos pide nada, nos dicen que pasemos y cojamos la nuestra. Hoy en día, todavía pienso que es un milagro tener todas nuestras pertenencias con nosotros.
El autobús tarda unos 10 minutos en venir. Nos cuesta 8,50 euros. Cogemos uno de los autobuses express que no tiene demasiadas paradas en el itinerario. Tarda en llegar unos 45 o 50 minutos a la Terminal 1 (unos 3 minutos menos a la Terminal 2). Y empieza la fiesta Ryanair.
El Check in se hace en máquinas directamente. Cuando pesamos la maleta, pesa 18 kilos. Tenemos contratado 15 kilos. Así que, allí mismo, nos tenemos que apartar de la fila y montar el chiringo. Maleta abierta, trolleys abiertas, un jersey para acá, el paraguas me lo quedo, la camiseta para allá. Las botas de montaña puestas (muy agradable para volver al verano madrileño). Volvemos a hacer la fila, a pesar. 15,6 kilos, nos lo admite como bueno aunque nos hayamos pasado ¿Qué han hecho con Ryanair? Nos lo han cambiado… Encantados de la vida, nos deshacemos del maletón y con las trolleys decidimos pasar al área de embarque y comer allí. Al alejarnos, una azafata de Ryanair nos ofrece… A ver, de lo que nos ofrece tenemos dos versiones. Según el que no escribe nos ofrece pesar las trolleys gratis para asegurar que van bien (lo siento, pero a eso no le veo sentido), Yo entiendo que nos ofrece facturar una de las trolleys de forma gratuita por ir el vuelo muy lleno. Yo habría aceptado porque, total, teniendo que esperar una maleta, espero dos y nos quitamos un bulto. Pero como el que no escribe ha entendido otra cosa, ni pesamos, ni facturamos, es nuestro “scattergories” y nos lo llevamos. Hala, con las dos trolleys.
Está claro que estamos ya fuera del entorno vacacional, nos perdemos en el propio aeropuerto de Dublín y eso que es pequeño. Pues no hay manera de encontrar el camino de entrada a la zona de las puertas de embarque.
Con la tontería eran las 15:25, el avión salía a las 16:30 y estábamos sin comer. Tiramos de cadena de comida rápida. No da tiempo a más… y a la hora oportuna estamos listos para embarcar.
Por las ventanas sigue brillando el sol, ese sol que antes de ir a Irlanda nos tenía fritos en Madrid, al que maldecíamos, y que en Irlanda hemos añorado tantísimo.
Y volvemos a casa.
Nuestra experiencia por Irlanda e Irlanda del Norte no fue precisamente un camino de rosas. Estamos seguros que debajo de esa nube que lo cubre hay un país precioso. Hemos podido comprobarlo en algunos de sus lugares que nos han encantado.
Irlanda queda a la cabeza, de momento, como las mejores experiencias al acabar cada día con sus pubs cálidos y acogedores, con la gente amable, sonriente y solícita. Con su música, porque Irlanda es música. Tiene algunos paisajes sorprendentes y hemos aprendido a disfrutar aunque las condiciones hayan sido adversas.
Irlanda tiene zonas salvajes azotadas por ese viento incansable (bueno, a nosotros no nos cansaba, nos agotaba) y zonas que parecen casi despobladas. Como valoración general nos encanta haber estado allí y haberlo vivido, pero quizá por las condiciones meteorológicas no ha sido un destino que se haya quedado grabado en nuestro corazón.
Nosotros contamos nuestros viajes tal y como suceden, no vendemos destinos ni viajes idílicos, si nos apasionan lo contamos y si las cosas no salen perfectas también. Lo que sí que os podemos asegurar es que, con todo, nos divertimos mucho y ahora se ha convertido en el principal viaje en el que, al recordarlo, nos dan muchas ganas de reír y sonreír. Y los que más se ríen, son las personas que nos rodean y fueron recibiendo día a día la crónica del viaje y las fotos de la jornada.
Esperamos que el diario os pueda servir de ayuda, nosotros hemos disfrutado mucho haciéndolo. Hay mil rincones en Irlanda por conocer. Si próximamente viajáis al bipolar País de la Fantasía/Mordor, que “el clima os acompañe” ;-) ¡Y disfrutad!
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Revista Cultura y Ocio
15 días en Irlanda e Irlanda del Norte. Día 15: Dublín - Madrid
Por Tienesplaneshoy @TienesplaneshoySus últimos artículos
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