El día anterior lo habíamos aprovechado para tener nuestro primer contacto con la montaña italiana. Nuestra intención de adentrarnos en los Alpes italianos y disfrutar de las Dolomitas comenzaron a hacerse realidad. El Val di Funes nos embriagó y el turquesa deslumbrante del Lago di Tovel nos dejo sin palabras.
Estábamos alojados en un pueblo muy cercano a Bolzano, en Andriano. Y el día 6 del viaje lo íbamos a dedicar descubrir algunos pueblos cercanos a la zona, aunque antes íbamos a hacer una parada en un lago muy particular, el Lago di Carezza.
A las 8:15 de la mañana, cuando nos levantamos, no lo hacemos siendo todo vitalidad. Probablemente sea la primera vez que no dormimos muy allá en Italia, y no, esta vez no era por calor. La cama estaba ligeramente hundida por el lado de “el que no escribe”. El edredón tampoco era especialmente amoroso y la pizza, de masa de dudosa procedencia, de la noche anterior tampoco colaboró en hacer del descanso algo placentero. Teníamos fe en que la ducha nos daría la vitalidad que necesitábamos, pero … la presión del agua es casi inexistente y las toallas parecen trapitos de cocina.
Llegamos al desayuno arrastrando los pies, un buen desayuno puede cambiar nuestra suerte. Pero tampoco nos toca la patata. En dulce no tenemos nada que hacer y en salado acabamos por tomar un poquito de pan (que casi no habíamos tomado últimamente...), el que nos escribe lo acompaña del famoso speck, que es una especie de jamón serrano ahumado y yo, por variar, le doy a la mortadela. Algo de queso crema y nos vamos rumbo al Lago di Carezza (Karersee).
Nos separan unos 40 kilómetros que hicimos en una hora más o menos. Hay un pequeño tramo de peaje, que cuesta unos 0,70 céntimos, y una vez que sales de él, todo el camino es muy bonito. Se te olvida la cama, la ducha y el speck. Disfrutamos muchísimo en el trayecto mientras suena la música y nos envuelven los colores de la zona.
Para visitar el lago hay un aparcamiento acondicionado. El precio del mismo es un euro la hora. Cuando nosotros llegamos no lo ha hecho demasiada gente.
Al Lago di Carezza también se le conoce como el Lago Arco Iris por los colores que reflejan sus aguas. Es un lago situado a 1.500 metros de altura, de carácter alpino, rodeado de abetos y ubicado en lo que se conoce el Sudtirol o Tirol Sur.
El degradado de sus aguas es una maravilla, pero también tiene cosas negativas, es un lago que está prácticamente a pie de la carretera. Está muy masificado y su entorno pierde esa sensación de naturaleza virgen.
Aún así, es una parada que recomendamos porque tiene algo mágico. En 2017, no había habido demasiadas lluvias y, como os contamos en entradas anteriores, una ola de calor había estado azotando durante unos días el norte de Italia también. Por lo tanto, el lago di Carezza apenas tenía agua cuando lo visitamos. Además, las nubes quisieron bajar a nuestra llegada para tapar las cumbre de las montañas que las rodeaban.
Esperamos, y no solo esperamos, decidimos rodear todo el lago. En hacerlo no se tarda más de 30 minutos, aunque de las mejores vistas que se tienen es desde el mirador al que se llega desde el aparcamiento.
Pero no te puedes ir del lago sin intentar encontrar su ninfa y es que en este lago hay una ninfa esculpida. Su existencia justifica la belleza de los colores que en las aguas del lago se ven reflejadas.
Dicen que habitaba una bella ninfa este lago. Tenía el don de la canción y entonaba melodías que escuchaban algunos viajeros. Un día, un mago pasó por allí y se quedó totalmente embaucado con la ninfa. Decidió que aquel maravilloso ser debía ser suyo. Lo intentó de todas las maneras, hasta por la fuerza, a través del secuestro, pero ella siempre consiguió huir. Atormentado fue a consultar a una bruja. Esta le recomendó que se hiciera pasar por joyero y que con las joyas construyera un inmenso arco iris que llamaría tanto la atención de la ninfa, que estando distraída podría ser capturada. Llevó a cabo la recomendación de la bruja, la ninfa, al ver ese arco iris, quedó absorta en la imagen, pero el mago, con toda la ansiedad que tenía de hacerla suya, se olvidó de disfrazarse y la ninfa rápidamente se zambulló en el agua pudiendo escapar de él. Fue tal la frustración del mago ante su fallido plan que cogió el arcoiris, lo partió en mil pedazos y lo tiró a las aguas del lago. Y con esta leyenda se intenta explicar los bonitos colores que el lago refleja en sus orillas.
Aquel día una ninfa de piedra asomaba del lago, con el torso desnudo. Una escultura para recordar a la responsable de que el Lago di Carezza no sea solo de un color. Aunque los verdaderos protagonistas son todos los que forman el entorno que lo rodea, vegetación, montaña, praderas, cada uno y todos en su conjunto conforman esa estampa tan bonita.
Desde el Lago di Carezza ponemos rumbo a Ortisei. Parada fallida.
No es que Ortisei esté mal, simplemente nos parece un pueblo de montaña más. Cuando llegamos aparcamos en el parking Cavallino Bianco (2 euros/hora) y nos adentramos un poco por sus calles. Empieza a hacer calor y no encontramos nada que nos atrape.
Bueno, quizá nos atrapa un supermercado donde decidimos abastercernos, por si acaso lo de comer se nos complica, como en el lago di Garda. Así que nos llevamos unas ensaladas al peso, algo de queso, agua y fruta.
Ortisei, lo vemos interesante para alojarse, por ejemplo, pero, como parada, a nosotros no nos resulta demasiado atractiva. Como prueba, antes de que pase la hora, nos vamos.
Siguiente destino es Bressanone. Estando en los Alpes italianos tenéis que tener en cuenta que los desplazamientos cuentan. No es que uno esté muy lejos de los lugares, o que haya atascos, simplemente, son carreteras de montaña, frecuentadas, en las que no se puede circular rápido. En 40 minutos estamos allí.
En Bressanone aparcamos en el Parking 2, al lado del centro. El sol caía como si le hubiéramos hecho algo malo en otra vida, con ira y ansias de venganza. Era la hora de comer más o menos, teníamos una ensalada, teníamos fruta, teníamos agua y una mini sombra a la que miramos con cierta desconfianza, pero no teníamos muchas para elegir. De hecho, solo la teníamos a ella. También teníamos patatas fritas multiusos, igual alimentaban que tenían que hacer de cubiertos. Porque es muy bonito comprarte una ensalada y no pensar en los cubiertos. Pero bueno, al fin y al cabo, sangre árabe corre por nuestras venas… ¡Muy bucólica la escena!
Después de nutrirnos, necesitábamos un café y el que no escribe necesitaba ir al baño. Así que, en cinco minutos estábamos en la plaza de la catedral de Bressanone, bajo una sombrilla en la terraza.
En mi vida había visto a las palomas y gorriones tumbados en las sombras como si fueran bulldogs franceses, con las patas hacia atrás, las alas abiertas y moviendo con el pico la tierra de al lado de los árboles para buscar una superficie fresca en el suelo. Con eso lo decimos todo.
Desde aquella terraza en la Plaza del Duomo, se veía caer el sol, una fuente cristalina y la fachada de la catedral. También se veía pasar a algún incauto por el centro desafiando las altas temperaturas. Me atreví a pedir un café con hielo, las experiencias variadas que hemos tenido en otros viajes por Europa en relación con esto hacían presagiar que corríamos grandes riesgos de que lo que nos trajeran no fuera lo que nosotros creíamos pedir. La cara de la camarera al hacer la petición lo confirmó. Y lo que llegó a nuestra mesa fue un expresso con dos vasos de agua con hielo. Bueno ¡qué le vamos a hacer! Al menos el agua era un bien preciado. Marchando dos expresos y un vasito de agua.
Sentados en la terraza nos inventamos mil excusas para no levantarnos. Mirar el pronóstico de tiempo, los próximos destinos, hablar con la familia. Pero llegó un momento en el que había que tomar las riendas de la situación y echarse a andar. Miramos la puerta de la catedral y decidimos que su interior era nuestro próximo destino.
La catedral es del s.XVIII, en su interior tiene un retablo barroco, en su conjunto está muy ornamentada. Al lado de la catedral se puede visitar un bonito claustro.
En Bressanone, la segunda lengua es el alemán, aunque en nuestra visita pareciera que era la primera. Su arquitectura es de estilo germánico también. Con cierto carácter monumental y romántico, sus calles son buen destino para un bonito paseo. Calles peatonales y adoquinadas, fachadas rectilíneas, colores pastel, el río, y un entorno verde rabioso se reparten por la ciudad.
Estuvimos en Bressanone unas dos horas y media. El parking ascendió a 4,40 euros. De ahí pusimos rumbo a Bolzano (1,90 en peajes).
Bolzano es una ciudad grande y se dice de ella que es la entrada a las Dolomitas y la capital del Sudtirol o Alto Adigio. Como bien comentamos, fue el destino que habíamos elegido para alojarnos durante esos dos días inicialmente, pero al final no había disponibilidad en los alojamientos que nos gustaba y por eso acabamos en Andriano.
Estacionamos en el aparcamiento número 6. Estaba bien situado. El que no escribe llevaba ropa de repuesto para deshacerse de las botas de montaña, no era mi caso y sentí que voy a entrar en combustión por momentos.
Lo primero que hacemos es poner rumbo hacia la catedral, pero el destino es caprichoso y cierran sus puertas en nuestros morros. A las 18:00 horas en punto. Esto es lo que viene a ser “que te den con la puerta en las narices”.
Dada las horas a las que llegamos en Bolzano, no nos da tiempo más que a pasear por sus calles que, por cierto, están bastante animadas.
Las calles de Bolzano no dejan indiferentes. Es una ciudad de origen medieval y fuerte carácter mercantil. Via Portici es una de las calles más pintorescas y antiguas de la ciudad. Se caracteriza por sus pórticos, originalmente, las casas servían de alojamiento, almacén y tienda. Hoy en día se entremezclan negocios con sabor a antaño con los más modernos y los colores pastel de sus fachadas.
A pesar de que en la zona el alemán es lo que más se puede escuchar, en Bolzano el italiano es protagonista. Es una ciudad que tiene las huellas de ambas culturas protagonistas en diferentes momentos de la historia.
Seguimos paseando y llegamos al mercado, a pesar de estar la tarde avanzada en la Plaza delle Erbe los puestos están abiertos y la gente muy animada. Se puede encontrar un poco de todo. Desde hace mucho tiempo, aquí se desarrolla esta actividad comercial. A pesar del calor, nos da mucha vida y nos paramos a curiosear alguno de sus puestos y, como no, a hacer fotos.
Seguimos callejeando y fijándonos en detalles de la ciudad, no nos podemos entretener demasiado, porque en la zona se cena temprano y decidimos hacerlo de nuevo en Andriano, para no tener que coger el coche después.
Al llegar a Andriano, necesito cambiarme de ropa. La tengo adherida, así que, tras pasar por el hotel, decidimos que aquella noche cenaríamos en una terraza de una Gasthof que hay al lado del alojamiento. La terraza es muy bonita, y si fuera fea nos daría igual, la cosa es no volver a tomar la pizza del día anterior. Pero la vida no quiere premiar nuestra actitud y nos informan de que está completa. Asomamos la cabeza al interior del local, sale fuego, como si estuviéramos en un asador. Pensándolo bien, la pizza no es tan mala idea.
Pues hala, volvemos al local del día anterior. Sin entender muy bien en qué consiste la pasta del día, nos la jugamos, no puede ser peor que la pizza. Fetuccini con setas. Los probamos, los volvemos a probar por segunda vez porque en la boca no hay sabor a nada. Pedimos queso, echamos una cucharadita, echamos dos, volcamos el cuenco. No, el queso tampoco sabe. El día está siendo todo un éxito gastronómico, al menos, la terraza es agradable. Pero algo nos inquieta y nos damos cuenta de qué es, llevamos tres días sin tomar helado. Estamos perdiendo las buenas costumbres.
El día acaba en la terraza del hotel. Las tres terrazas consecutivas están con gente sentada en ellas.¡Parece una corrala alemana! De golpe, un relámpago, una gota, dos… lluvia. Nuestros vecinos se meten dentro, pero nosotros nos quedamos fuera, el que no escribe dejando que la lluvia moje sus pies, es un romántico… No se escuchaba nada más que el agua caer.
Al día siguiente, íbamos a tener que reestructurar nuestros planes y las cosas salieron muy bien…
Antes de eso, nos quedaban unas siete horas de sueño por delante ¿buenas o malas?
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Revista Cultura y Ocio
15 días por el norte de Italia. Día 6: Lago di Carezza - Ortisei - Bressanone - Bolzano
Por Tienesplaneshoy @TienesplaneshoySus últimos artículos
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