Todo camino tiene sus recodos, sus curvas, sus subidas y bajadas… Momentos en que el pavimento se encuentra en buenas condiciones y otros en los que no, ratos en los que nos encontramos con muchas ganas para seguir caminando; por momentos, al contrario, se nos hace cuesta arriba. Quizás tengamos claro o no dónde está el final del camino, sin embargo decidimos seguir adelante.
En nuestro crecimiento personal sucede lo mismo. Hay diferentes momentos, diferentes escalones que debemos subir. Teniendo claro cuáles son, y que emociones típicas llevan consigo, podremos avanzar mejor. ¿Comenzamos?
Los niveles de la escala, desde el extremo de haber tocado fondo hasta el del bienestar completo, te propongo que los dividamos de la siguiente manera. Piensa en cada concepto respecto de tu vida, si te sientes identificado; quizás también puedas sacar algún ejemplo de tu día a día.
Escalones de crecimiento personal (escalones del 1 al 7).
1. La vergüenza. Hay algo en ti que tienes oculto, muy abajo de la superficie y de lo que los demás suelen conocer de ti. Quizás sea algo que pasó hace tiempo o de lo que te sientes culpable y avergonzado. Ello te ha condicionado y te ha influenciado, puede que impidiéndote hacer más cosas o seguir avanzando.
Da un paso más: escribe en una carta que sólo leerás tú acerca de aquello de lo que te sientes avergonzado. Este texto es para ti, así que sé honesto al completo cuando lo escribas. No te guardes nada.
2. El dolor. Sentir dolor es parte natural de nuestra existencia, pero si es excesivo puede impedir el cambio. Esto va referido a posibles bloqueos, más o menos conscientes. El dolor, sin embargo, es energía, y puedes utilizarla para transformarte.
Da un paso más: si hay algo que todavía te causa mucho dolor, es una herida que debe sanarse. Averigua con quien puedes y que te pueda ayuda, un psicólogo especializado en psicología clínica y psicoterapia te puede ser de mucha utilidad.
3. La apatía. Puede darse un momento en que uno ya se haya ido librando del dolor y de la vergüenza, pero la apatía o una cierta falta de energía venga. En este punto podemos comenzar a imaginarnos dónde podemos y queremos llegar, que quizás no tengamos claro.
Da un paso más: en este mismo blog te recomiendo leer los siguientes artículos, para tener más claro dónde puedes llegar y cómo empezar a conseguirlo: Visualizando el éxito (I) y Visualizando el éxito (II)
4. La culpa. ¿Te das permiso a ti mismo para cambiar? ¿Te haces merecedor@ de lo bueno que pueda venirte? Ya no es vergüenza como en el escalón 1, si no culpa por el cambio. Parece paradójico pero nos podemos sentir muy fácilmente culpables por cambiar, además esto puede chocar en las personas de nuestro alrededor y dificultárnoslo.
Da un paso más: repite el ejercicio del escalón 1, pero esta vez proyectado hacia el futuro. Escribe en un texto de uno o dos folios las cosas buenas que mereces que te sucedan.
5. El miedo. El miedo es un obstáculo grande… que puedes utilizar. El miedo, al igual que el dolor, se puede utilizar como energía en movimiento para hacerte seguir funcionando. ¿Tienes miedo? Eso significa que estás vivo y anhelas conseguir cosas, lo cual es bueno.
Da un paso más: lee El síndrome del lucio: adaptando nuestras viejas creencias (I) y su segunda parte, Como nace un paradigma: en síndrome del lucio (II). Entendiendo mejor cómo nos condicionan los miedos podrás afrontarlos mejor.
6. El deseo. Aquí ya se están produciendo cambios psicológicos. Hay un anhelo, claro, pero quizás nuestro anhelo aún no está bien dirigido. Atinando mejor en lo que queremos y en porqué lo queremos iremos lográndo más fácilmente.
Da un paso más: todo lugar que nos permita reconectar con nosotros mismos nos va a ayudar en nuestro crecimiento personal. Una playa tranquila al atardecer, la casa del pueblo, un jardín de nuestra ciudad… Reconecta contigo y con lo que de verdad deseas.
7. La ira. Aunque la ira parezca algo negativo (de hecho es una emoción negativa) aquí también vamos a utilizarla para crecer. Esa furia intensa de nuevo puede servirnos. Quizás te diste cuenta que podías haber iniciado este camino antes y te encolerizas, perdiste mucho tiempo… La ira, como toda emoción, tiene su porqué y su función.
Da un paso más: dirige bien tu ira. Al final es energía que puedes poner en movimiento. ¿Por qué no aplicarla a alguna actividad? Quizás haciendo deporte, musculación, creación artística, pensar en nuevos proyectos… Proyéctala hacia lo que te interese.
Pronto la segunda parte del artículo, donde llegaremos hasta el escalón 15, el de la iluminación. ¿De cuál estás más cerca en este punto de tu vida? ¿Cuál puede ser el siguiente que alcances?
Antoni.
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