Revista Cultura y Ocio

15 – @Netbookk

Por De Krakens Y Sirenas @krakensysirenas

Me empiezan a temblar las piernas al notar una gota bajando por la cara interna de mi muslo izquierdo. Pero no puedo, ni quiero, moverme… Cada vez respiro más agitada, pero lo único que oigo es ese sonido líquido de piel contra humedad, mientras mi mano derecha se aferra al cabezal de la cama y la izquierda ya no sabe a dónde agarrarse. Siento tus dedos dentro de mí, entrando y saliendo cada vez más fácilmente. Y me fascina el sonido que producen… A la vez mis ojos no pueden apartarse del apetitoso bulto que adivino entre tus piernas, oculto apenas por la sábana.

De pie, desnuda, al lado de la cama. Recién duchada, con la bata abierta y las ganas chorreando por mis piernas. Tú sin moverte, boca abajo, tan sólo has tenido que alargar la mano al oler mi deseo de cerca, para tropezarte con mi pierna y luego escalarme, acariciando, en busca de la puerta del paraíso… Tengo que confesar que he colaborado un poco flexionando las rodillas para dejarte bien claras mis intenciones. Quería que tu mano encontrara, cuanto antes, mi urgente y caliente humedad.

Me apetece jugar y, como siempre, son tus manos mágicas las que consiguen transformar mi deseo en placer. Yo, tan sólo, me dejo llevar… Un escalofrío me encoge el estómago y me recorre la espalda, desde el culo hasta la nuca, cuando siento tus dedos jugando con los pliegues de mis labios. Creo que ya no se puede estar más mojada. Y es justo ahora, cuando el mundo empieza a desvanecerse a mi alrededor, en el instante en que tu dedo pulgar comienza a rozar mi clítoris de forma regular y calmada; mientras dos de tus dedos me penetran, cuando más excitada me siento al verte. Me puede esa calma tuya. Me pone a cien saberte tan sereno y sonriente, con los ojos cerrados, concentrado, mientras tus manos consiguen que tiemble el suelo bajo mis pies y hacer que se pare el tiempo.

Hace ya quince años que jugamos a este juego. Quince años desde que aposté todo lo que tenía y lo que no tenía, por un casi imposible nosotros, dejando atrás un posible futuro mucho más cómodo pero, a la vez, mucho más aburrido. Y es en este momento, en el que un rugido sordo se apodera de mi garganta, subiendo lentamente sobre las olas de placer que tus manos me provocan, cuando más orgullosa estoy de aquella apuesta nuestra contra el mundo…

Me deshago literalmente, en tus manos, derrumbándome sobre ti en la cama… No puedo aguantar más el placer que me provocas y sucumbo haciéndome un ovillo sobre tu pecho buscando el aire que se escapa de mis pulmones con los últimos espasmos de placer. Y tú me abrazas, sabio silencioso. Sacas despacio tus dedos de mi interior y, en un gesto íntimo y dulce, me saboreas muy despacio mientras te miro temblando y pienso en lo mucho que te quiero y en lo orgullosa que estoy de este nosotros que, a pesar de todos, hemos podido construir. Un escalofrío me recorre de nuevo y tú coges la bata que había caído al suelo y me tapas, acogiéndome entre tus brazos…

Me dejo llevar acunada por el silencio de una mañana tranquila de domingo con la casa en penumbra, antes de que las fieras despierten. Cierro los ojos y dejo que me mimes, al menos quince minutos más…

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