Erase que se era… Un caracol. Maestro de todos los bichitos pequeños del parque y alrededores.
El señor Caracol sabía muchas cosas, aunque siempre llegaba tarde a clase. Los alumnos, mariquitas, gusanos, hormigas se reunían al lado del árbol más grande, y esperaban. Casi siempre, el señor Caracol llegaba con un maletín violeta del que sacaba grandes hojas llenas de apuntes y números.
-“Bien, bien, -intentando disimular su retraso- ¿en qué parte de la lección nos hemos quedado, querida Puntitos?”
Y la mariquita le contestaba: “en los números, profesor.” O “en los niños”. O “en los peligros del parque”.
La educación era muy divertida. Algunos días iban lentamente debajo del columpio violeta, y allí, mientras los niños reían y se divertían, el señor Caracol les advertía que no podían acercarse mucho. Que las flores de color amarillo eran las preferidas de las niñas y que uno y dos hacen tres.
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