Revista Diario
Os voy a contar la historia del topo del parque. Kurz es un mamífero que come lombrices, insectos y pequeños roedores. Como suele pasar mucho tiempo bajo tierra, el sentido de la vista lo tiene un poco atrofiado, apenas ve. Pero a cambio, el sentido del tacto lo tiene muy desarrollado. Sobre todo en la punta del hocico, donde tiene unos pelos sensoriales que mueve continuamente para detectar los movimientos.
Una noche se decidió salir de excursión a la superficie con su familia. Kurz, su mujer y los diez topitos se sorprendieron con la luz de la luna, era tan brillante que parecía que fuera de día. Uno de los topos propuso jugar al veo-veo. ¡Tremenda paradoja!
Tras la cancioncilla, todos comenzaron a proponer palabras: flor, agua, oruga, búho… Pero nadie lo adivinaba. El objeto en cuestión era una cometa rota que había sido abandonada por un niño. ¡Ay, topo!
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