Su mayor sueño era hacer un baile en aquel teatro tan bonito que veía desde su balcón. Imaginaba la luz del foco principal acercándose lentamente a ella, mientras la música sonaba. Saltos y piruetas para empezar, un pas-de-chat para continuar y algún pas-de-deux con su mejor amiga. Pensaba que el público estallaría en aplausos de júbilo al verla danzar con la perfección que tantas veces había oído decir a la madre. Amaba la danza, y cada mañana así lo expresaba. Se sentía acariciar por la luz del sol, y trataba de estirarse al compás de la música que sonaba en su interior. Cuando llovía, la música interna era rítmica, como las gotas de lluvia, y era pausada, con el calor.
La niña cogió la maceta del balcón. La planta soñadora iba a ser el regalo perfecto para su prima, que actuaba por primera vez en el teatro de la ciudad.
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