Cuando llegó a casa, abrió la agenda y leyó el tema de la redacción que tenía que entregar al día siguiente: el verano.
Tenía toda la noche para pensar. Se tumbó y se puso a mirar por la ventana. Dejó fluir sus pensamientos entre sus recuerdos. En apenas un par de meses volvería esa estación, siempre había más luz, la gente parecía más contenta, hasta conocía de fiestas en la playa, que duraban desde la mañana hasta el día siguiente.
Mucha gente miraba al cielo, y cuando veían una nube, se echaban las manos a la cabeza. ¿Acaso el sol no tenía derecho a cogerse unos días libres?
No sabía qué más escribir, sus ideas fluían sin inspiración. ¿Qué más podía decir? Era difícil hablar del verano y la fiesta, del calor y la playa sin hablar de sí mismo.
El alumno no era otro más que ¡el propio Sol!
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