Revista Diario
La osa panda estaba ya en la fase final de su embarazo. Y sus antojos eran cada día más inalcanzables. Había comenzado queriendo fruta. Y la había conseguido. Manzanas, peras y ¡hasta fresas!
Después había querido tocar el tambor. Y hasta una flauta. Lógicamente, la osa panda no tardó ni dos segundos en romperla con sus grandes patas. Pero escuchaba a Luci tocarla todas las tardes, y eso conseguía tranquilizarla.
Su último antojo era ir a conocer Canarias. ¿Canarias? Sí. Quería conocer ese árbol cuyos frutos son carnosos. Y si para eso tenía que pasar calor, ¿qué se le iba a hacer? Panda estaba irritable. No conseguía que su cuidadora Luci la entendiera. ¿Cómo explicarle que ella lo que quería era conocer una palmera?
No me preguntéis cómo lo consiguió, pero la osa panda viajó con el circo a un lugar con palmeras. Y unos días más tarde, nació Pandita.
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