…Comenzaban a aparecer letras de todos los colores. Algunas las conocía. Las había estudiado en clase, y ¡hasta sabía escribir alguna de ellas! Intentó apartarlas con ¿las manos? Sopló y se desperdigaron por toda la habitación. Ahora estaban ordenadas por colores. Volvió a soplar, y cambiaron de lugar, intentaban formar una frase, pero ¿qué quería decir? Aún tenía tres años, y aunque pronto cumpliría los cuatro, y después los cinco, no sabía leer.
Se movió en el colchón. Y de repente apareció un duendecillo.
-Tienes el pelo de colores.
-Sí, como las letras de tus sueños.
-¿Tú me puedes decir que ponen esas letras?
-Podría, soy el duende de las letras.
-¿Qué dicen?
-¿Reconoces esta letra? Es la “a”. Y esa es la “m”.
-Y esa es la “u”, la tenía en mi tarea.
-Dulces sueños, mi niña. Te quiero mucho. Mamá.
Eso le susurraba en esos momentos su madre.
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